Su autora
entiende por codependencia la
relación obsesiva con otra(s) persona(s). Es una pasión que nos desborda y se
torna incontrolable. Nos afecta de dos
formas principales: en una de ellas, nos obsesionamos por controlar, ayudar
o dirigir a una persona o situación que se escapa de nuestro control; en la
otra, nos dejamos controlar, ayudar o dirigir por un individuo o situación. En
ambos casos, es nuestra autoestima la que está en juego. La codependencia
implica que uno se quiere poco. También se encuentra ligada a la inseguridad y
al miedo.
Mientras
que, en otro artículo, “Objetivo irrenunciable: el amor independiente”, he pretendido exponer las Características del amor independiente, en éste, me referiré a las Características del amor codependiente,
que señala la autora en su libro.
Deseo que
no sólo piensen en las relaciones de pareja ya que todas las relaciones
afectivas deberían ser independientes, y no codependientes, o con dependencia emocional. El amor codependiente:
Te consume.
Te pasas el
día pensando en la otra persona. Eso absorbe tú energía. En lugar de hacerte
sentir mejor, esa forma de relacionarte te está impidiendo dedicarte a otras actividades
y personas. Incluso dejas de dedicar tiempo para ti mismo. Si ella tiene algún
tipo de problema, como no trabajar, no estudiar, ser infiel, estar deprimida o
enferma, sufrir una adicción…, tú empleas mucho tiempo, y esfuerzo, intentando
que la situación cambie.
Produce más dolor que satisfacción.
La relación
te hace daño. Los momentos buenos son pocos. Percibes que te miente, que tiene
un/a amante, te falta al respeto, no atiende tus necesidades… Todo ello te
produce dolor; a pesar de lo cual, empiezas a tomarlo como algo normal.
Es masoquista.
No tiene
por qué ser en el sentido físico, aunque lamentablemente los casos de violencia
en parejas, y a veces en la familia, son demasiados. Puede ocurrir que, sin ser
consciente de ello, obtengas algún tipo de placer en el dolor emocional que te
provoca el comportamiento de alguien. O bien, soportas situaciones dolorosas, y
difíciles, porque te proporcionan algún tipo de “seguridad”.
Provoca temor al cambio, a lo desconocido.
A pesar de
sentirse atrapados en una relación conflictiva, se han acostumbrado. Los dos
tienen miedo a que cambie la situación. Aquello de que más vale lo malo
conocido…, es válido en este tipo de relaciones. Temen terminar la relación, o
intentar hacer algo para que mejore.
Dificulta el crecimiento personal.
En una
relación dependiente, te centras tanto en la misma, dando vueltas sin encontrar
salidas, que dejas de hacer aquello que te ayuda a crecer interiormente. Te
hace aislarte socialmente, rendir menos en el trabajo, dejar de practicar
aficiones... Tu vida se reduce cada vez más, al centrarte en una obsesión por
una relación cada vez más enfermiza y deteriorada.
Carece de comunicación. No es sincero.
Al haber
desconfianza e inseguridad en la relación, ninguno se atreve a decir la verdad.
Por miedo a perder al otro, o a los otros, se abstienen de ser sinceros.
Sonríen, aun cuando están sufriendo. Evitan pedir atención, cariño o apoyo.
Prefieren mantener las apariencias, padeciendo en silencio. La falta de
confianza, de sinceridad y comunicación es el peor enemigo de cualquier lazo
afectivo. Afortunadamente, tiene solución.
Utiliza juegos psicológicos y manipulación.
Una, o
ambas partes, manipulan y/o juegan con el otro. Por ejemplo, se hace la víctima
para atraer el cariño y la atención de otro. Aprende a detectar tus momentos
bajos o vulnerables y los aprovecha para conseguir que hagas lo que quiere,
cuando quiere. Deja de llamarte varios días seguidos para tenerte en vilo y luego
no te cuenta lo que ha hecho. Tú intentas darle celos coqueteando delante de él
o de ella…
Da a cambio de algo.
Cuando te
hace un favor, o se lo haces tú, es porque ya estás pensando qué le vas a sacar
a cambio. Si no lo obtienes, te sientes enfadado. El mero hecho de dar o hacer
cosas por tu pareja no te produce satisfacción: es, siempre, un medio para
obtener un fin.
Desea cambiar al otro.
Siempre le
encuentras defectos, y piensas que si dejara de hacer esto, o lo otro, sería
mejor. Que dejara de ser mujeriego, o dejara de coquetear, o ligar, o deje de
beber o de fumar, o que no se pase la vida viajando, que sea detallista… Pero
no puedes cambiar a otra persona, si ella no cambia por sí misma. Si no soportas
algo de una persona es más fácil relacionarte con alguien diferente, que
intentar que modifique sus hábitos o costumbres. Si no aceptamos a la otra
persona como es, si queremos que cambie en cosas importantes, se puede decir
que no la amamos lo suficiente. Deseamos que sea la respuesta a nuestros
problemas, y a nuestros vacíos y necesidades. Pretendemos que prevalezca
nuestra forma de ver la relación. Aquí no hay libertad, no hay independencia.
De alguna forma, los dos imponen su forma de ser. No desean modificar ciertas
conductas por el bien de los dos.
Busca solucionar los problemas internos mediante la
otra persona.
Crees que
algunos de tus problemas o dificultades, o todos, se van a solucionar si estás
con esa persona. “Intentas refugiarte en ella”. La utilizas para olvidar que no
tienes trabajo y que no haces nada para conseguirlo. Si eres tímido, procuras
que ella sea la que se ocupe de las relaciones sociales. Si eres un manirroto,
le entregas todo el dinero para que lo controle ella, y luego le echas en cara
que no sepa manejarlo. Crees que te sacará de la depresión, de los problemas
económicos, de un desengaño amoroso, etcétera. Pero, el amor nunca soluciona los
problemas que no resolvemos nosotros mismos.
Provoca miedo al abandono durante la separación
física.
En el amor
emocionalmente dependiente sólo la presencia física parece satisfacernos. El
hecho de que el otro no esté presente, físicamente, nos produce ansiedad. No
sabemos lo que está haciendo. Tememos que nos traicione, que no vuelva, que se
olvide de nosotros… Lo mismo puede suceder cuando no hay comunicación por teléfono
o por las redes sociale. Nos inquieta. Es incómodo y desagradable. Tememos
perderle...
Celos, desconfianza.
Cuando los
celos son fundados, la relación tiene poco futuro, puesto que no hay compromiso
por una de las partes. Cuando no son fundados, indica un desequilibrio e
inseguridad por parte de quien los sufre. Cuando no se tiene confianza, en una
relación, se vive en un estado constante de ansiedad. No puedes contarle lo que
realmente sientes o piensas.
Es
desagradable sentir celos, fundados o no, y también saber que alguien los
siente hacia nosotros. Los celos y la desconfianza no se dan únicamente en las
relaciones amorosas, se pueden dar entre amigos y con los familiares. Pero,
todos son dañinos para las relaciones.
Intenta controlar al otro, incluso cuidarlo.
El miedo a
que se aleje, o te abandone, esa
persona que para ti es importante, te impulsa a querer saber, en todo momento, qué
hace, a dónde va, con quién está… Esto te consume y, además, asfixia al otro.
Una forma de disimular este control es dedicarte a cuidarlo como si estuviera
desvalido. Cuando te vuelcas en cuidar de alguien como si se tratara de un chiquillo,
lo único que consigues es que se comporte como tal, y te agobie, o bien que se
harte y se vaya, física o emocionalmente.
Casi siempre hay conflictos de intereses.
Cada uno desea algo diferente de la relación. Rara vez
coinciden los relojes biológicos, mentales o sexuales. Es decir, ella quiere
una relación monógama y tú no quieres ningún compromiso. Él quiere que viváis
juntos, pero tú no quieres que se mude a tu apartamento. Ella quiere salir
todos los días con sus amigas, pero tú preferirías que pasara alguna tarde en
casa. Ocurre en todos los tipos de relaciones. Normalmente, estas diferencias
denotan distintos grados de compromiso, si lo hay, en la relación.
Produce la sensación de estar en una montaña rusa.
Tan pronto
estás eufórico como hundido en la miseria. Tu pareja te hace una promesa y
luego la rompe. Estás en la cresta de la ola o en el fondo del mar. Rara vez
hay una sensación de paz y equilibrio. Y si alguna vez la sientes, piensas que
es temporal, que se puede romper en cualquier momento. Cuando las relaciones
presentan esta variación en los estados de ánimo, y en la forma de actuar de
sus componentes, es agotador, produce inseguridad e inestabilidad.
Estupenda exposición de la CODEPENDENCIA, clara, real, que te hace reflexionar muy profundamente. En realidad muchos nos podemos identificar, en ella.
ResponderEliminar