A continuación, comparto con ustedes un texto muy
interesante sobre la influencia de los padres en la vida de sus hijos y cómo nuestros adolescentes aprenden
de nosotros, junto con algunas reflexiones en torno a ello. El título del libro es “Cómo
convivir con hijos adolescentes. Permaneciendo en sintonía con ellos y
proporcionándoles una verdadera ayuda en sus vidas”, fue escrito por
Dorothy Law Nolte y Rachel Harris. En los diferentes capítulos, se van
explicando cada uno de las líneas del texto. En futuros escritos, compartiré
con ustedes las ideas que llamen mi atención.
Los adolescentes aprenden lo que
viven
Si
los adolescentes viven con tensiones,
aprenden a sentirse estresados.
Si
los adolescentes viven con fracaso,
aprenden a rendirse.
Si
los adolescentes viven con el rechazo,
aprenden a sentirse perdidos.
Si
los adolescentes viven con demasiadas
normas, aprenden a saltárselas.
Si
los adolescentes viven con pocas normas,
aprenden a ignorar las necesidades de los
demás.
Si
los adolescentes viven con promesas
incumplidas, aprenden a sentirse
decepcionados.
Si
los adolescentes viven con respeto,
aprenden a respetar a los demás.
Si
los adolescentes viven con confianza,
aprenden a decir la verdad.
Si
los adolescentes viven con franqueza,
aprenden a descubrirse a sí mismos.
Si
los adolescentes viven con las consecuencias
naturales de sus actos, aprenden a ser
responsables.
Si
los adolescentes viven con responsabilidad,
aprenden a ser autosuficientes.
Si
los adolescentes viven con hábitos
saludables, aprenden a tratar bien su
cuerpo.
Si
los adolescentes viven con apoyo,
aprenden a sentirse satisfechos de sí
mismos.
Si
los adolescentes viven con creatividad,
aprenden a compartir quiénes son.
Si
los adolescentes viven con una atención
cariñosa, aprenden a amar.
Si
los adolescentes viven con expectativas
positivas, aprenden a construir un
mundo mejor.
Quiero hacer una aclaración: tanto el comienzo de la
adolescencia, como su finalización, son diferentes en cada persona. En
ocasiones, encontramos niños que ya empiezan a tener “características de
adolescente”, así como jóvenes, y adultos, que todavía se comportan como
adolescentes. Lo que aquí se dice, se aplica a todos ellos… Por eso, cuando
lean la palabra “adolescente” piensen que se puede referir a un rango muy
amplio de edad.
Las autoras, quieren recalcar que los adolescentes aprenden
de nuestro ejemplo; de lo que hacemos, no de lo que decimos. La forma en
que vivimos nuestra vida, las decisiones que tomamos, nuestras aficiones; en
especial, la calidad de nuestras relaciones, constituyen el legado más importante que le dejamos a la siguiente generación.
Los adolescentes aprenden de nuestro ejemplo incluso
cuando se rebelan contra nosotros. Son
bastante sensibles, y críticos, con respecto a cualquier contradicción entre lo
que decimos y lo que hacemos, y casi parecen disfrutar tomando nota de
cualquier incoherencia. Así mismo, se
muestran prácticamente alérgicos a nuestros sermones educativos, por bien
intencionados que sean. Por consiguiente, no podemos transmitirles nuestros valores sólo con palabras, es
imprescindible el ejemplo de nuestro comportamiento. El modelo que ofrecemos a
nuestros adolescentes somos nosotros mismos.
Aunque los adolescentes parezcan fuertes, testarudos y
maduros, siguen necesitando de sus padres. Necesitan
nuestro tiempo, nuestra atención, nuestros esfuerzos, nuestros cuidados; y
nuestros consejos, aunque no quieran reconocerlo. Es conveniente que sepan,
y sientan, que siempre estaremos
disponibles para ellos, que tendrán nuestro apoyo, tanto en los pequeños
asuntos cotidianos como en los momentos de crisis. Nuestros hijos nunca son
demasiado mayores para que les ofrezcamos, y les demostremos, nuestro cariño y
apoyo. Es la base de la relación con nuestros hijos.
Es conveniente reconocer que, a pesar de todo el
esfuerzo que hagamos por ser un buen padre o una buena madre, probablemente habrá momentos en los que las cosas no
saldrán como pretendíamos, o como desearíamos, y que eso pueda hacernos sentir
desvalidos e impotentes. Es lógico pensar que los padres de adolescentes
algunas veces se sentirán desvalidos e impotentes, por mucho que se esmeren en
la educación de sus hijos.
Muchos padres pasan por momentos difíciles durante la
adolescencia de sus hijos: una crisis, un año infernal o, en el mejor de los
casos, una preocupación constante sobre riesgos y peligros reales. La mayoría de los adolescentes supera los
problemas que se les plantean, adquiriendo una mayor madurez y sabiduría.
Pero, algunos, no lo lograrán. Es importante que pidamos ayuda profesional,
cuanto antes, para que tanto ellos, como nosotros, podamos superar ciertas
situaciones difíciles.
“Cómo convivir
con hijos adolescentes” se centra en las relaciones entre padres y
adolescentes, no en los problemas. Debemos desarrollar
una relación cálida, cariñosa y franca con nuestros hijos, si queremos que
sean sinceros con nosotros, día a día. La
mejor forma de influir en nuestros adolescentes, durante estos años críticos,
es a través de nuestra relación con ellos. Cuanto mejor conectemos con
ellos, más dispuestos se mostrarán a escucharnos y a tomar en cuenta nuestro
punto de vista y nuestros consejos.
La adolescencia es una época de transformaciones,
tanto para los padres como para los jóvenes, así como para la relación entre
unos y otros. Debemos conceder a los adolescentes libertad y, al mismo tiempo, permanecer en contacto con ellos.
Inevitablemente, en algunos momentos nos aferraremos a ellos con demasiada
insistencia, y en otros, les concederemos una excesiva y prematura libertad. Deseo
enfatizar que nuestra labor como padres, en general, debe cambiarnos. La
relación con nuestros niños y adolescentes nos enseñará muchas cosas, y
deberemos aprender acerca de nosotros mismos, y cambiar aquello que
consideremos necesario.
Nuestros adolescentes necesitan aprender a ser más autónomos, más independientes, y que vayan reforzando su sentido de identidad. Asimismo,
necesitan aprender a actuar de forma interdependiente,
ya que la realidad es que todos dependemos, hasta cierto punto, unos de otros,
en las familias, las escuelas, las comunidades… En la interdependencia, conseguimos
unos objetivos más valiosos cuando varias personas interactúan, desde su
independencia, para conseguir juntos lo que se proponen.
La relación
con nuestros hijos adolescentes evoluciona hacia una relación con hijos adultos. Cuanto
más respetemos el derecho de nuestros hijos de tomar sus propias decisiones, en
el proceso de convertirse en seres independientes, más nos respetarán en la
futura relación con ellos, cuando sean adultos.
Bibliografía:
“Cómo convivir con hijos
adolescentes. Permaneciendo en sintonía con ellos y proporcionándoles una verdadera
ayuda en sus vidas”, escrito por Dorothy Law Nolte y
Rachel Harris.
To read it in English, please go to the this link:
http://letushaveanicedaytoday.blogspot.com.es/2016/02/teenagers-learn-what-they-live-let-us.html
Fatástico artículo. Muchas veces los padres no son conscientes de la importancia de esa etapa y muestran incoherencia entre lo que hacen y lo que transmiten via oral a sus hijos.Si queremos hijos adultos autónomos, tendremos que revisar donde fallamos y como bien dices Magdalena, pedir ayuda profesional si es necesario.
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