jueves, 31 de octubre de 2019

A propósito de algunos rasgos de personalidad, de narcisistas y psicópatas



Por causas meramente circunstanciales, he tenido en mis manos, en las últimas semanas, análisis, estudios y comentarios acerca de personas narcisistas y psicópatas.

Algunas de ellas solo muestran ciertos rasgos identificativos. Otras, en cambio, cumplen sobradamente con los criterios que se utilizan para el diagnóstico del Trastorno de Personalidad Narcisista o del Trastorno Antisocial de la Personalidad, que es el nombre clínico de lo que habitualmente conocemos como psicópata.

Llama la atención que, aun cuando se perciban comportamientos peculiares en individuos del propio entorno, hay bastante resistencia a aceptar que puedan interpretarse como señales identificativas de tales trastornos. En cambio, se justifican esas actuaciones como si fueran causadas por el estrés, o se contemplan como unos hechos aislados, de los cuales, no es necesario preocuparse. No reaccionan a tiempo ante palabras y conductas hirientes, humillantes o violentas, las cuales, serían motivo más que suficiente para que saltasen todas las alarmas.

He escogido un escrito, “Psicopatía vs Trastorno De Personalidad Narcisista” de Sara Rico, como punto de partida para mostrarles algunas similitudes y diferencias entre la Psicopatía y el Trastorno de Personalidad Narcisista.

La autora, psicóloga, señala que, por lo que respecta a los parámetros de comportamiento, el Trastorno de Personalidad Narcisista manifiesta similitudes con la psicopatía. Por ello, un narcisista puede no tener un Trastorno Antisocial; pero, sin embargo, puede desenvolverse en el mundo con una actitud psicopática. Esto sucede así porque, en ambos trastornos, se da la imposibilidad de una relación armónica con el complementario, siendo esta más bien parasitaria.

Cosificación y utilización del otro

El complementario (la pareja, amigo o familiar) no es considerado, en ninguno de los dos trastornos, como una persona íntegra, con derechos y necesidades, sino, que es cosificado y visto como un medio para conseguir un fin.

El mero uso de la palabra “complementario”, para referirse a las personas que entran en relación con este tipo de personalidades, ya nos puede dar una idea de hasta qué punto son consideradas como agentes que les proveen de algo que necesitan y no como personas íntegras.

Desconexión afectiva

La desconexión afectiva ocupa un lugar importante en ambos trastornos. Si bien, el psicópata carece de emociones profundas, el narcisista puede fantasear una relación idílica que no llevará a término por estar incapacitado para ello. Con el único propósito de salvaguardar su autoestima, atribuirá los fracasos a la inadecuación o incompetencia del otro.

Ausencia de sentimientos de culpabilidad

Ambos trastornos presentan dificultades para experimentar sentimientos de culpa, duelo o empatía con el sufrimiento que generan. Sin embargo existen algunas diferencias de fondo. Mientras que el psicópata no posee ese repertorio de respuestas, el narcisista está desconectado de esas emociones, como un medio para lograr proteger una autoestima frágil. El narcisista no puede permitirse una visión realmente clara y equitativa, donde la otra persona sea considerada como un igual; tampoco reconoce su parte de responsabilidad en los fracasos.

Ausencia de arrepentimiento

El narcisista, al igual que el psicópata, no manifiesta arrepentimiento verdadero por actos que son éticamente inaceptables, toda vez, que él les otorga una calificación distinta.

El psicópata no siente arrepentimiento. En el caso del narcisista, este proyecta en otros la responsabilidad de sus fracasos, para proteger su imagen inmaculada. Además, como consecuencia de su trastorno, considera que debe ser tratado con privilegios.

No obstante, ambos tipos de personalidad pueden mostrar arrepentimiento simulado. Nunca será un sentimiento real de comprensión lo que los motive, sino la intención de seguir sacando beneficio del complementario, a través de engaños.

La emoción de la ira

En el psicópata y en el narcisista la ira es una emoción a flor de piel. Ambos están limitados en cuanto a sentir emociones de carácter profundo. En cambio, son probables las respuestas o reacciones coléricas como fruto de esta emoción primaria.

Conductas sádicas

En ambos trastornos pueden darse conductas sádicas. El psicópata puede experimentar placer por el simple hecho de infligir dolor al otro.

Es importante destacar que la mayoría de psicópatas bien adaptados no cometen actos delictivos y asesinatos como muestra el cine. No por ello dejan de ser y comportarse dentro de los parámetros de la psicopatía.

Ausencia de empatía

En ambos casos, existe una desconexión empática en cuanto a los sentimientos de la otra persona, en pro de la satisfacción de las necesidades propias.

El psicópata obtiene placer en el hecho de provocar dolor. El narcisista, por su parte, obtiene el placer a través del sometimiento del otro y el ensalzamiento del propio valor.

Relaciones

Es importante destacar que los dos trastornos pueden presentarse tanto en hombres como en mujeres, pero aparecen con mayor frecuencia en varones.

Ambos trastornos se beneficiarían de la idea de semejanza y el sentimiento de empatía que la víctima les otorga. Pero, cuando se da cuenta de que la otra persona actúa de forma distinta, la víctima queda sumida en un estado de confusión. Poco a poco, su autoestima se verá lesionada y se encontrará sin energía.

Se genera una dinámica difícil de interrumpir. Ya sea, por consideración a las virtudes del otro, que cree que compensan el sufrimiento, o, porque piensa que es una persona a la que conseguirá cambiar con amor y ayuda.

Es importante que, en cualquiera de los casos, estemos atentos a las señales. Y, que aprendamos a distinguir aquello que empieza a hacernos sentir mal, desde bien pronto. Así, podremos alejarnos de este tipo de personas que se caracterizan por tener un comportamiento depredador.



Para finalizar, he pensado que les gustaría conocer unas curiosas consideraciones que tienen relación con el tema que aquí hemos estado tratando, que son muy ilustrativas de cómo pueden pensar estos individuos:

Quien lo comparte, afirma que es psicópata y que puede decir que el remordimiento y la empatía brillan por su ausencia en su personalidad. 

En cuanto a la infancia, señala que no fue mala, ni mucho menos. De hecho, afirma que tuvo unos excelentes padres, pero que como personas eran unos verdaderos idiotas carentes de frialdad, siempre cayendo en el mismo error de preocuparse por otra persona y no poniendo primero al núcleo familiar. No se arrepiente de haberlos abandonado y haberlos manipulado desde que tiene memoria. 

Más allá de eso, considera que tiene una vida exitosa, una novia que se cree maravillas de él, sin hijos, porque no quiere cargas; resulta que trabaja como abogado y manifiesta tener gran éxito profesional.

Está seguro que no tiene el patético problema de la baja autoestima. No sabe si es narcisista, aunque es consciente de actúar por y para su propio beneficio.

No puede ver a las personas como personas. Solo ve cosas, con una vida diferente a la suya. Tampoco es que le preocupe, ya que en su trabajo nadie ve mal el ser despiadado. Ahí es cuando le consideran capaz de destruir mentalmente al que se le interponga entre la meta y él.

Todos pensaron que algún día cambiaría. Él dice que sí lo hizo y que, ahora, se sabe camuflar mejor. Agrega que, en una sociedad tan ciega, es muy fácil hacerlo así.

Considera que su “condición” es más bien una ventaja que un problema, si se analiza con un poco más de detalle.

Sus padres eran ejemplares tanto para ser bondadosos como para ser solidarios en exceso. Su vida no es triste ni le da pena. Su vida es el reflejo de lo que merece por lo que trabajó tanto tiempo, sin importar lo que hizo para lograrlo, ni como lo consiguió.

Continúa diciendo que puede que vean a una persona mala, vacía e inmoral. Pero él se considera ser alguien con una mente mecánica.





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