sábado, 8 de agosto de 2015

Los fantasmas olvidados o reprimidos


     
¡Cuántas cosas importantes podemos llegar a bloquear, olvidar, reprimir, o enterrar en lo más profundo de nuestras mentes y de nuestros corazones!
Parece que, sin darnos cuenta, un mecanismo de defensa decide “olvidar” algunos hitos de nuestra historia personal que nos produjeron dolor. Si los recuperáramos, correríamos el riesgo de volver a experimentar ese sufrimiento que una vez sentimos, y que no nos gustaría revivir. 
Es lamentable constatar los estragos que, en una persona, puede causar haber reprimido u olvidado partes importantes de su pasado: experiencias, relaciones, amistades… En suma, todas aquellas cosas que se convirtieron en los fantasmas de su vida. 
Encontramos un problema añadido. Hay otros elementos que están asociados a esos “contenidos reprimidos”, los cuales motivan que releguemos al olvido porciones cada vez mayores de nosotros mismos, y nos convirtamos en una especie de fantasma, o en un simple esbozo o caricatura. Junto a lo que “necesitamos olvidar”, también evitamos otros aspectos que podrían evocar esos recuerdos. Por lo cual, dejamos de frecuentar algunos lugares, de hablar con ciertas personas, de escuchar algunas canciones, ponernos determinado perfume, pintar, bailar, viajar, estudiar… En fin, nos alejamos, sin ser conscientes de ello, de todo lo que pueda estar relacionado con aquello que creemos haber “borrado de la memoria”. 
Al haber prescindido de tantas cosas, nos falta la visión que se obtiene al contemplar nuestra vida como un todo. Las diferentes experiencias vividas, y lo que hemos aprendido de las mismas, forjan nuestra personalidad. Al no tener consciencia de algunas de ellas, no quedan integradas dentro de nuestro propio historial y se producen distorsiones, “lagunas” o “cortocircuitos”. 
No es aconsejable dejar que nuestra mente y nuestro corazón decidan, “a nuestras espaldas”, lo que quieren aceptar o prefieren evitar. Esto se produce porque tenemos miedo al dolor, y lo evitamos. Es categóricamente imperativo que aprendamos a afrontarlo, vivirlo, padecerlo, sufrirlo, como hacemos con los duelos. De esta manera, podríamos continuar con nuestras vidas, sin la pesada carga emocional que soportamos por haber sanado mal nuestras heridas. 
Podemos haber “olvidado” episodios importantes de nuestra vida, o les hemos quitado gran parte de la carga emocional que se asociaba a ellos. ¿Qué clase de hechos o situaciones son las que reprimimos? 
La respuesta está en nuestra mente, la cual decide protegernos, olvidando situaciones dolorosas o traumáticas. En otras ocasiones, en lugar de olvidar, nuestra mente prefiere suavizar el hecho, limitándose a emitir una borrosa “proyección cinematográfica”. Dentro de estas experiencias, además de algunas francamente traumáticas y dolorosas, pueden incluirse otras como: el sentimiento de no haber recibido aquello que hubiéramos deseado o necesitado, ciertas carencias afectivas, la indiferencia de personas significativas, el sentirse poco comprendidos y aceptados 
Otras veces, olvidamos personas y episodios agradables y significativos de nuestra vida. Nuestra mente decide olvidarlos, reprimirlos, porque quiere protegernos de su ausencia, del hecho de que han dejado de formar parte de nuestra vida diaria. Si no podemos acceder a esas personas, y no se pueden repetir esas situaciones placenteras, la mente considera que es mejor “olvidarlas”, para no quedar sujetos a ellas y a su recuerdo, y para que podamos avanzar con nuestra vida. ¡Si no está, no duele! ¡Se supone! 
Tanto si lo “reprimido” es algo negativo, como si es un recuerdo positivo, la mente quiere olvidar, e intenta protegernos del dolor que puede causar, en nosotros, el recuerdo de esos contenidos. Estas experiencias nos llevan a una especie de castración emocional; amputamos partes de nosotros, en un intento de olvidarnos de lo que nos puede llegar a hacer sufrir. 
La represión no es total y, sin darnos cuenta, esos contenidos “olvidados” siguen influyendo en nuestras vidas, con la dificultad añadida de no saber qué es lo que realmente está sucediendo. No podemos afrontarlo y solucionarlo, porque ha salido de nuestra consciencia, de nuestro día a día. 
La represión de ciertos acontecimientos y personas, que han sido importantes para nosotros, nos impide avanzar en algunas áreas de nuestra vida y pasar página. Buscamos, sin darnos cuenta, explicaciones alternativas para los hechos, y así poder continuar viviendo, y no quedar paralizados o anclados en momentos del pasado. 
Todo lo vivido tiene una razón de ser, aunque la desconozcamos, y debe ocupar un lugar dentro de nuestra trayectoria vital. Salvo que sean detalles insignificantes, debemos aprender a integrarlos en nuestra historia personal. Entender, comprender, agradecer, perdonar… 
Para poder superar esa represión, o distorsión de contenidos, es necesaria la exposición a estímulos que nos ayuden a recordar lo que alguna vez habíamos “olvidado”. Existen dos alternativas que pueden ayudar a revertir el daño: 
La primera, tiene lugar durante el transcurso de algunos procesos psicoterapéuticos. La segunda, sucede cuando nos volvemos a enfrentar a situaciones parecidas a las que hemos “bloqueado”: cuando nos encontramos con algunas personas, escuchamos cierta música, volvemos a ciertos lugares, y rememoramos lo olvidado. 
Volver a traer a la consciencia lo que alguna vez se reprimió, es un proceso bastante doloroso, pero es muy útil, necesario, y beneficioso. Cuando agregamos esa información que habíamos retirado de nuestra mente, empezamos a apreciar continuidad en nuestra vida. La contemplamos, sin saltos e interrupciones, y encontramos ciertos hilos conductores que nos llevan, desde la infancia y la juventud, hasta el momento presente. Se desatan nudos que no sabíamos que existían y encontramos explicaciones a las que no podíamos acceder anteriormente. Interpretamos elementos de nuestro pasado a la luz de esos hechos que incorporamos a la historia de nuestra vida. Se empiezan a sanar viejas heridas y podemos afrontar lo que no nos sentíamos capaces de soportar. Encontramos paz, energías renovadas, y una mayor confianza en nuestras capacidades y posibilidades. 
Todo ello nos lleva a ser capaces de avanzar y tomar las riendas de nuestra vida, proyectándola, con decisión y firmeza, hacia el futuro, habiendo superado muchas de las limitaciones que encontrábamos en nuestro pasado. 





12 comentarios:

  1. POR EXPERIENCIA,NO POR CIENCIA,LO HE ENCONTRADO MUY INTERESANTE DE PE A PA, SE LO DECIA A UN CONOCIDO,UNO DE LOS PUNTOS NO EVITAR EL DOLOR...SIUNO SE ROMPE UNA PIERNA Y NO VA A RECUPERACION SE QUEDA COJO...SI VA LOS EJERCICIOS DUELEN....CREO QUE ESTAMOS EN UN MUNDOMUY HEDONICO, LA CATARSIS ,,PICA,,...FELICIDADES POR EL TEXTO.

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    1. Cierto, Carlos, debemos ser valientes y enfrentar y vivir aquello que nos duele. Si por alguna razón no pudimos hacerlo en su momento, hagámoslo cuanto antes. Obtendremos grandes beneficios con ello... Gracias por tu comentario, y ¡seamos valientes!

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  2. Realmente interesante... Sé ( Por experiencias personales) los efectos de convertir en tabú, todas esas situaciones positivas y negativas... Recuerdo mis charlas con algunas personas de mi entorno, que actualmente han edificado un muro de "anti-contacto" ... en las cuales abordaba este tema y lo describia de esta manera: "Tu herida sigue debajo de esa costra y por mucho que no la quieras ver... la infención sigue estando y corres el peligro de que se extienda. Si quieres que deje de dolerte y no te martirice, has de arrancar la costra y curarla. Sé que te dolerá muchísimo cuando esté en carne viva, pero si eres valiente y la desinfectas, la costra posterior crecerá sobre la herida sanada"
    Hoy en día algunas de estas personas han tenido tanto miedo que en lugar de sanar, han preferido darme la espalda. Pero el tiempo volverá a recordarles las mismas situaciones, hasta que se enfrenten. Hace poco arranqué mi costra y me está doliendo mucho, pero soy cinsciente que mi herida sanará y hará que en mi futuro la misma ya no me torture.
    Esta es sólo una de mis heridas, tengo más que sé que tendré que trabajar, pero como el comer y el rascar... todo es empezar.
    Gracias y 1000 veces gracias Magdalena por este maravilloso blog y sobretodo por tu persona. Felicidades a tu familia por motivarte a emprender esta alucinante aventura. Eres estupenda.

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    1. Paloma, cuánto me alegra saber que vas enfrentando tus propios fantasmas, bien dolorosos, por cierto. Te sugiero que te centres, por el momento, en tu propia sanación. Cada uno de nosotros es el único que puede librar sus propias batallas. Algunas veces, eludiendo nuestra responsabilidad, deseamos que otros nos ayuden, o nos solucionen nuestros problemas o carencias.
      Si, Paloma, agradezco a mi familia, y también a amigos y lectores, por todo el apoyo y motivación que estoy recibiendo para seguir adelante con esta aventura.

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  3. Efectivamente ese ha sido mi error y "el talón de Aquiles" de mi principal problema. La solución para mi sanación sería encaminarme hacia la independencia para terminar llegando a la interdependencia, sólo así no volvería a caer en la dependencia, causante de mis problemas..

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    1. Paloma,es interesante leer estos comentarios que fueron escritos hace dos años. La dependencia emocional no se cura, en exclusiva, aprendiendo a ser más independientes, tratando de alejarnos de las personas de las cuales dependíamos. Debemos confiar en nosotros mismos y evitar que nuestra atención y nuestra vida se tiña con esos problemas que tenemos con algunas personas. Hasta que no seamos capaces de crear una vida significativa, que nos satisfaga y enriquezca, no seremos capaces de pasar página.

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  4. Hace un tiempo nos reunimos por motivo de mi regreso a Colombia despues de 10 a~nos sin regresar,con varias amigas entre ella una que en esos momentos estaba padeciendo de un cancer de mama. En esa reunion bailamos, conversamos mucho y las fotos no se hicieron esperar, las cuales fueron publicadas en mi perfil de fcbk en su debido momento. Con sorpresa dos a`nos despues recibi un mensaje de ella donde me "ordenaba" (su tono fue muy severo) que retirara esa fotos, porque ella ya estaba curada y no queria tener ningun recuerdo de su enfermedad. Se me encogio el corazon porque la senti como altiva y prepotente. Y yo pense que ella tendria que borrar muchos anos de su vida porque fue mucho el tiempo que ella dedico para sanarse, fueron muchas las personas que estuvieron a su lado. Todo eso debio quedar en el olvido. Por otro lado me pregunto con respecto al Alzheimer no sera que quienes la padecen quieren olvidar ciertos capitulos de su vida? A esto lo llaman somatizacion.

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    1. Cada uno hace sus propias elecciones. Parece que ella, tu amiga, quería olvidar todo el dolor que estaba asociado a su cáncer. Como tú dejas ver, para olvidar eso, tendrá que intentar olvidar muchas cosas positivas, experiencias y aprendizajes... Creo que debemos enfrentarnos al dolor y a las otras emocionas que sintamos. Poco a poco, aprenderemos lo necesario, y continuaremos con nuestra vida, fortalecidos por lo ya vivido y superado.

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    2. Es posible que las personas con Alzheimer quieran olvidar capitulos de su vida... Veremos qué dicen futuras investigaciones...

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    3. Una preguta, Inés, ¿qué hiciste con lo de las fotos en las que aparecía tu amiga? Creo que te pidió algo que no tenía derecho a pedir. Y, menos, hacerlo de malas maneras. Es la típica situación en la que pretendes que los demás te faciliten la vida, que hagan cosas que tú quieres, en lugar de ellos ser quienes resuelvan sus propios problemas.

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  5. Desde siempre he sentido que una parte de mi infancia quedó en el olvido. Recuerdo muy pocas cosas desde que tengo uso de razón hasta los 10-11 años. Con el tiempo comprendí que esos "olvidos" se debían a carencias afectivas. Durante gran parte de mi vida no podía ni hablar de ello porque la angustia y las lágrimas no me dejaban llegar al fondo de la cuestión. Hace apenas unos años el Reiki me ayudó a reencontrarme con mi niña interior y curar las heridas pero, sobre todo, a perdonar y comprender esa carencia. Hablé con las personas implicadas y sentí una liberación asombrosa. No he vuelto a sentir la angustia, es un capítulo cerrado, pero me apena que los recuerdos no vuelvan. Quizás, como bien dices, la mente huye del dolor que podría producirme recordar, pero también es cierto que durante las sesiones de Reiki que tuve, lloré de sobra hasta limpiar.
    Muy buen artículo Magdalena, como siempre. Soy una fiel seguidora tuya y me encanta leerte.

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    1. Yolanda, cuánto me alegra que hayas podido reencontrarte con tu niña interior y sanar las heridas de la infancia. Que hayas aprendido a perdonar a otros por el daño que hayan podido causarte, me imagino que sin intención de hacerlo, y supongo que también te has perdonado a ti misma... Poder hablar con las personas implicadas no es algo que todos puedan hacer, o que se atrevan a hacer. En ocasiones, cuando ya comprendemos mejor las cosas, sabemos que igual no nos van a entender si hablamos con ellos... Lo importante es reencontrarnos, y completarnos a nosotros mismos. Si el hablar con ellos, mejora las futuras relaciones, está bien. Cierto, las lágrimas nos ayudan a liberar emociones y a limpiar las heridas.
      Lo de no recordar, todavía es algo que no sé si podremos lograr. La memoria, y el olvido, también es un mundo fascinante, que se nos escapa de las manos. Hay personas con excelente memoria del pasado, o al menos de ciertos momentos, y otros a quienes nos cuesta mucho tener recuerdos de la infancia y de algunas épocas de nuestra vida.
      Las carencias afectivas, es otro tema apasionante, al que deseo dedicarle mi atención. Hace poco leía un escrito sobre "El síndrome de la carencia afectiva" y me pareció muy interesante.
      Gracias por dejarme tu mensaje y tu opinión, y por ser una fiel seguidora mía. Eso me anima a continuar en este proyecto apasionante.

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