miércoles, 19 de agosto de 2015

Cómo afrontar algunas situaciones dolorosas



“Aprende a confiar en lo que está ocurriendo.

Si hay silencio, déjalo aumentar, algo surgirá.

Si hay tormenta, déjala rugir, se calmará”.


“El Tao de los líderes”, de John Heider


Todos nos hemos encontrado ante situaciones dolorosas y desconcertantes, como resultado de las diferentes relaciones interpersonales que mantenemos. Las dificultades pueden darse con la pareja, pero también se pueden dar entre amigos y familiares. Las ideas que expondré a continuación, pueden servir, como punto de partida, para afrontar algunas situaciones que nos afectan, y que nos cuesta comprender y sobreponernos a ellas.

Lo primero, es aceptar que las cosas son diferentes, que ya no son como eran. Que no son como nosotros deseamos o como pensábamos que podrían ser. Cuanto antes empecemos a aceptarlo, será algo más fácil afrontar la nueva situación. Todo va cambiando; algunas veces, para mejor, otras veces, para peor. Y todos vamos cambiando; no somos los mismos que éramos hace unos años, o incluso semanas, o días… Vamos teniendo experiencias, y reflexiones personales, que van modificando nuestros intereses y preferencias.

No sirve buscar culpables, no los hay. Como mucho, podemos decir que existe cierta responsabilidad por parte de los implicados. Es posible que vean la relación de forma diferente, y que no hayan sabido comunicarse para expresárselo al otro, y para que éste lo comprendiera.

Si la otra persona no desea seguir en la relación, o quiere que ésta sea diferente, no nos queda más remedio que aceptarlo, y ver cómo seguir con nuestra vida. No podemos obligar a alguien a que permanezca con nosotros, o a que tenga el tipo de relación que nosotros deseamos. Hemos de asumir la nueva situación y aprender de la experiencia.

Vivir, con toda su intensidad, los sentimientos y las emociones que experimentamos. Es como enfrentarse a un duelo; de hecho, es un duelo por la situación que ha cambiado.

No tengamos prisa por recuperar la tranquilidad y la felicidad, ya llegará.

Es importante que nos demos un tiempo, en el que esté permitido sentir tristeza, dolor, enfado, rabia, dudas… Sentir desilusión, y extrañar lo que teníamos, o creíamos que existía. En cuanto a la añoranza, recordemos lo positivo, pero como algo que ya se fue, y agradezcámoslo. También es bueno sentirse afortunados por tener la capacidad de amar y de sufrir; estamos realmente vivos, y somos capaces de sentir con intensidad.

No luchemos contra lo que sentimos, conviene que lo aceptemos como parte del camino para recuperarnos. No intentemos acelerar este proceso, o no aprenderemos de él, y volveremos a vernos involucrados en situaciones parecidas, hasta que descubramos qué es lo que debemos aprender.

Expresar lo que pensamos y sentimos. Si la relación con esa persona ha terminado, o si ha cambiado notablemente, y sentimos que hablar con esa persona no sirve de nada, o incluso empeorará la situación, no continuemos hablando, diciendo lo que pensamos o sentimos, preguntando lo que no sabemos. Existen otras formas para satisfacer esa necesidad que sentimos de expresarnos:

Podemos hablar con algunas personas cercanas; con aquellas que creemos que, esa comunicación, puede ayudarnos. Siempre, teniendo en cuenta que es nuestro proceso, y somos nosotros quienes decidimos lo que queremos hacer o decidir, y cuándo hablar, y cuándo callar.

Escribir para nosotros mismos. Tal y como salen las palabras. Expresando todo lo que queramos expresar: nuestras emociones, nuestros miedos y nuestros deseos. Lo que nos preocupa, lo que nos ha dolido, desilusionado, lo que esperábamos y se ha truncado… Lo que vamos descubriendo y aprendiendo. Lo que no queremos que vuelva a suceder. Los límites que no queremos traspasar nuevamente, y los que no es prudente permitir que los demás traspasen.

Otras veces, será necesario recurrir a especialistas, personas que nos puedan acompañar durante este proceso de duelo, y de descubrimiento de nuevos medios para ayudarnos a afrontar esta situación y otras experiencias futuras.

Medidas de autoprotección. Es conveniente que no aumentemos innecesariamente el dolor y otras emociones que podamos estar sintiendo.

Cuando la otra persona se ha alejado, por la razón que sea, no sigamos intentando hablar, escribirle, intentar que nos diga el porqué de ese distanciamiento. Hablar o escribirle, es desnudar nuestra alma a alguien que en ese momento, no quiere, o no está preparado para recibir lo que nosotros queramos decir, explicar o preguntar. Y en lugar de aclarar nuestras dudas, sus palabras, o su silencio, pueden producirnos más dolor. Es posible que nos responda algo, pero, lo hará, en cierta forma, obligado por nuestras palabras. Es posible que sus respuestas, o el tono en el que lo haga, nos hagan más daño que su silencio, y no nos sirvan para entender lo que no entendemos, o lo que sentimos.

Si para nosotros es difícil, por un tiempo, volver a ver a esa persona, o que nos hablen de ella, o acercarnos a los objetos o lugares que nos traen recuerdos suyos, ¡evitémoslo!, no nos expongamos, innecesariamente, a lo que va aumentar nuestro dolor.





4 comentarios:

  1. Me temo que tienes razón, intentar solucionar un problema de este calibre, a veces es muy perjudicial. Aunque lo hagas con buena intención, en lugar de arreglarlo aumentas tu agonía y les abres a los otros la puertas para que te puedan hacer más daño. Tal vez he necesitado recibir unas cuantas tortas para aceptarlo y asumirlo.
    A partir de ahora, evitaré de momento cualquier recuerdo, presencia ( si puedo, si no la ignoraré ) e intentar mirar por continuar mi camino, sólo con aquellos que siempre me han apoyado y lo siguen haciendo. Gracias a Dios tengo a mi lado a mi pareja y varios ángeles femeninos que velan por mí... y gracias a ti Magdalena, eres fenomenal.

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    1. Paloma... Te respondo muchos meses después. Es posible que te haya dicho algo, al respecto, por privado. Tienes razón. Hay problemas que no se pueden solucionar cuando las emociones de los involucrados están en caliente... Por otro lado, hay problemas bastante difíciles de solucionar. No sabemos si en algún momento encontraremos la llave adecuada que pueda facilitar el entendimiento mutuo de las partes involucradas.
      En estos días he recordado lo que me dijo alguien, muchos años atrás, en un momento en el que, todavía, tenía muy presente una situación bastante dolorosa... Yo le explicaba por qué me había sentido mal, triste, excluida, ignorada... Su respuesta fue: "Tu elegiste sentirte dolida". "¿No pensaste que hubieras podido actuar de otra forma, acercarte a ellos, mostrarles tu comprensión por lo que a ellos les había sucedido?" Quiero quedarme con esa elección de sentirnos heridos, que nos han hecho daño... Es nuestra elección... Con el tiempo, podemos actuar de otra forma, o dejar de alimentar, en nosotros, esos sentimientos de dolor...

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  2. Llenarse de razones, aceptar que nada es igual y vivir el duelo. Esto aplicable a toda clase de relacion.

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    1. Cierto. Las cosas cambian. Gran parte de nuestro sufrimiento viene por no aceptar que hay situaciones que no está en nosotros modificar, sólo aceptar, aprender de ello y generar en nosotros los cambios que sean necesarios. Perdona la tardanza en responder a tu mensaje. Hasta hoy lo veo. Un abrazo.

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