viernes, 31 de julio de 2015

Las grandes tormentas interiores



Nuestras grandes tormentas interiores nos sirven para despertar, para tomar consciencia de muchas cosas que no veíamos, tomar impulso, crecer interiormente..., y, para tomar decisiones importantes. 

Si miramos hacia atrás en nuestra historia personal, podemos observar que, por lo general, nuestra vida se va sucediendo día a día de manera pausada, más o menos ordenada, con pocos sobresaltos y acontecimientos que cambien su ritmo. Muchas veces ese navegar es casi inconsciente, y nos dejamos llevar por la vida misma. En otras ocasiones, somos nosotros los que tomamos el timón de nuestro barco e intentamos llevarlo a buen puerto. 

Entretanto, cada cierto tiempo, concurren acontecimientos imprevistos, personas que irrumpen en tu vida, o que se van de ella, nuevas experiencias que te hacen ver el mundo desde otra perspectiva… Elementos, algo aleatorios, que sacuden tu tranquila existencia y obligan a replantear el presente y el futuro y, en ocasiones, hacen que veas gran parte del pasado desde un enfoque diferente.

En el fondo, casi todos deseamos tener una vida tranquila, predecible, sin grandes sobresaltos. La vida de algunas personas parece seguir un guión, sin grandes cambios; o estos se van dando de forma gradual y pausada, hasta el final de sus días.

Otras vidas son más azarosas… Parece que se resisten a lo apacible y predeterminado, y necesitan, de vez en cuando, de elementos que contribuyan a verificar el rumbo que están llevando.

Bastante antes de las grandes borrascas, se presentan pequeños sucesos, cuya finalidad es la de avisarte para que tomes las riendas de tu propia vida y endereces algunos aspectos, o camines por nuevas sendas. La mayoría de las veces, estamos tan acostumbrados a dejarnos llevar, o querer controlar al máximo nuestro camino, que no advertimos las señales de nuevas oportunidades. Las ignoramos, o sólo hacemos algunos apaños temporales, para poder seguir navegando.

Después de un tiempo, en vista de nuestra ceguera y falta de atención, surgen las grandes sacudidas, para despertarnos y obligarnos a cambiar y a crecer. Esas grandes tempestades pueden ser desencadenadas por elementos positivos, agradables, maravillosos; o por otros aconteceres más dolorosos, tristes, angustiantes, frustrantes… Y, muy a menudo, por una mezcla de ambos. Nos mueven con tanta fuerza, que nos resulta imposible permanecer impasibles ante ellos. 

“Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta”.

Haruki Murakami

Escribiendo esto, me acordaba de los mares en calma y de los mares más bravos, con olas grandes, corrientes que pueden arrastrarte, rocas que dificultan el paso... Debemos tener en cuenta que todas las aguas, en días de fuertes temporales, pueden llegar a volverse verdaderamente difíciles de sortear; te sacuden, te estremecen, y es tal el caos que parece producirse, que piensas que nunca saldrás con vida.

¿Qué hacer cuando nos enfrentamos ante situaciones, acontecimientos y emociones que revolucionan nuestra vida, que parecen sobrepasarnos, que nos sacuden hasta los cimientos y que nos conmueven profundamente?

No es conveniente luchar contra esas borrascas internas. Al igual que las externas, llegarán a su fin, a su debido momento; ni antes ni después. No podemos hacer nada para que se detengan.

Si estuviéramos en medio del mar, y nos sorprendiera un temporal, haríamos bien en protegernos, intentar ponernos a salvo, pero sin descuidar la embarcación, y siempre en colaboración con las otras personas que nos acompañen en ese momento. En la vida real, debemos pensar cómo cuidar de nosotros mismos, mientras se van desarrollando los acontecimientos. Ver lo que está pasando, vivirlo, aprender de ello, sin culparnos o culpar a otras personas por lo que sucede.

En nuestra vida personal, la embarcación, es nuestra familia, son los amigos, los proyectos, es el trabajo, las ocupaciones, lo que disfrutamos, lo que nos gusta, lo que es importante para nosotros… y las otras personas que se encuentran con nosotros en ese momento, serían aquellas que forman parte de nuestra vida, viéndose influidas y afectadas por todo lo bueno, o lo no tan bueno, que nos pueda suceder. Mientras cuidamos de nosotros mismos en esos momentos de inestabilidad y de fuertes sacudidas, no nos olvidemos que nuestra vida está conformada por un todo.

Mientras atravesamos zonas de borrascas, esas épocas sombrías en las que todo parece desdibujarse, sin saber cuál es el Norte o cuál es el Sur, y nada parece tener sentido, nos encontramos ante multitud de emociones y pensamientos que nos hacen revisar muchas cosas, y que, en un principio, nos dificultan seguir el ritmo normal de nuestras vidas; es como si centráramos toda nuestra atención en intentar comprender lo que nos está sucediendo.

Luego, poco a poco, sin saber ni cuándo ni cómo, empezamos a encontrarnos mejor. Analizamos nuestras vidas desde un nuevo enfoque, que nos lleva a una mayor comprensión, tanto de nuestro pasado como de nuestro presente. Utilizamos nuestros puntos fuertes, nuestros conocimientos y habilidades, para elaborar planes y proyectos para el presente y el futuro. 

Cuando no podamos cambiar una situación, debemos aceptarla como es, o cambiarnos a nosotros mismos.


“Después de la tempestad viene la calma”, o un nuevo periodo en tu vida, algo más pausado, pero con una mayor profundidad y riqueza. Hasta que se presenten nuevos retos, acontecimientos y personas que vuelvan a remover tus sentimientos. ¿Serán vientos favorables para la navegación, o fuertes sacudidas, que corrijan nuevamente el rumbo de tu vida? ¡Ya veremos!








2 comentarios:

  1. Me temo que me encuentro, actualmente,en medio de una tempestad que esta durando demasiado, mis fuerzas empiezan a flaquear y algún o algunos pasajeros de la embarcación se han unido para invitarme a ir al trampolín y alijerar la misma... Voy a necesitar un buen salvavidas...

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    1. Paloma, hoy, casi dos años después, leo este mensaje tuyo que, por cierto, no te respondí. Ahora, podríamos decir que esa tormenta ha pasado y que has salido fortalecida de esa difícil experiencia. Siempre quedan cosas por hacer y por solucionar, poco a poco, a medida que las comprendas mejor; cuando sea el momento apropiado o cuando vayan dejando de doler.

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