viernes, 11 de marzo de 2016

El desarrollo de nuestra autonomía nos hace menos dependientes




Otro de los elementos primordiales para evitar caer en la dependencia emocional, descansa sobre el perseverante desarrollo de nuestra autonomía; la cual nos sirve para superar los apegos, en el caso de que se hayan instalado en nuestro interior.

Comenzaré diciendo que, en mi opinión, la educación debe estar mucho más orientada a fomentar la autonomía de todos nosotros, tanto la que recibimos en el ámbito familiar, como la que se imparte desde el sistema educativo.

Desafortunadamente, por entender mal su papel como educadores, por comodidad o por ignorancia, resulta fácil deducir que se fomenta, de una manera muy limitada, el desarrollo de la autonomía. Por no denunciar la tendencia de ahogar cualquier atisbo de autonomía que pueda surgir en los hijos, o en los alumnos, por considerarlo una falta de respeto y un deseo de salirse de las normas establecidas. Entendamos que, de este modo, mal futuro tienen los niños, los jóvenes y los adultos, para aprender a ser cada vez más autónomos.

Para tener una actitud positiva hacia la exploración del ambiente, de la cual  hablaba en mi anterior escrito, también es necesario que desarrollemos la autonomía personal.

Encuentro muy interesante constatar cómo, en el proceso de nuestro desarrollo psicológico, cuando mejoramos en alguna habilidad -ya sea la autonomía, la autoestima, la asertividad, la exploración del ambiente…- obtenemos, al propio tiempo, un avance en las demás.

Me permitiría apuntar que el desarrollo de la autonomía personal no es una función neurológica, como pueda ser aprender a caminar, sino que se produce de acuerdo a los aprendizajes y experiencias previas. Se aprende a ser autónomo.

La autonomía psicológica comporta la capacidad de una persona para ser consciente de sus propios deseos, necesidades y emociones. Implica, igualmente, la necesidad de reflexión, para averiguar su significado y su origen, de manera que pueda tomar decisiones conscientes. Las cuales, habrán de ayudarla a alcanzarlos, posponerlos, o renunciar a ellos, si lo considera aconsejable.

La persona autónoma se conoce a sí misma, conoce sus posibilidades, al igual que sus limitaciones. Elabora sus propias definiciones de lo que es una vida feliz y satisfactoria. Escoge los valores y principios que le servirán de guía. Establece sus propias metas y objetivos. Decide, de forma racional y consciente, aquello que desea conseguir. Y hace todo lo que está en sus manos para lograrlo.


Somos más autónomos, cuando:

Resolvemos ser dueños de nuestra propia vida, escogiendo lo que consideramos que es positivo para nosotros. Cuanta más decisión mostremos para hacer las cosas que nos atañen, mayor seguridad hallaremos, en nosotros mismos.

Somos autosuficientes: buscamos y nos proporcionamos aquello que necesitamos.

Decidimos hacer esas actividades que no nos atrevíamos a hacer; por miedo, por falta de confianza en nuestras propias habilidades, o porque las habíamos delegado en otras personas.

Aprendemos a establecer y a defender nuestro propio espacio, frente a las demás personas. Valorando lo que es propiamente nuestro y cuáles son las cosas que nos pertenecen: nuestros amigos, nuestro tiempo, nuestros pensamientos, nuestros sueños… Respetamos lo que consideramos propio, y hacemos lo posible porque los demás también lo respeten.

Estando en compañía o en soledad, disfrutamos de esos momentos de tranquilidad, dedicando nuestro tiempo, según nuestras prioridades. Estar en soledad, de forma voluntaria, trae varias ventajas: llegamos a conocernos mejor, no necesitamos la aprobación de los demás y trabajamos sin la necesidad de establecer ninguna competición con otros, sin compararnos, estando al amparo de las críticas. La persona que es autónoma, no le teme a la soledad; la busca, de vez en cuando. En cambio, para un adicto afectivo el peor castigo es el alejamiento. Para quienes tienen dependencia emocional, la soledad puede significar desamparo, abandono, desamor…


Necesitamos creer en nosotros mismos, confiar en nuestras propias capacidades y pensar que podemos realizar lo que nos proponemos hacer. He aquí el camino para poder actuar con autonomía.






2 comentarios:

  1. La verdad es que para algunos la autonomía resulta muy complicada, sobretodo cuando la superprotección ha sido una constante en tu vida. Sé que totalmente, es posible que alguno no la lleguemos a alcanzar, pero también es verdad que arriesgar es el primer paso para dibujar ese camino. En realidad somos nosotros mismos los que nos limitamos y buscamos excusas para instalarnos en el conformismo, el cual finalmente, nos hace infelices.

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    1. Paloma, recoorrer el camino hacia la autonomía, hacia responsabilizarnos de nosotros mismos, y de todo lo que esté en nuestras manos hacer, es un camino para toda la vida. Sé que es cuesta arriba para las personas dependientes, pero es una buena elección, no lo dudes. A veces, será difícil, pero podremos encontrar el apoyo y el estímulo de aquellas personas que nos quieren bien, y desean lo mejor para nosotros. Piensa que la dependencia siempre produce mayor dolor, ya que estamos a la merced de otros, para que nos demuestren su amor, su aprobación... Para que nos ayuden o nos acompañen... Nos protejan o nos solucionen los problemas... Dejamos de hacer muchas cosas y... ¡para nada! Los perjudicados somos nosotros.

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