viernes, 9 de octubre de 2015

Las diferentes vidas que podríamos haber vivido



Es imposible saber el camino que hubiera seguido nuestra vida si hubiésemos tomado otra decisión 

Azar, genética, coincidencias, oportunidades, circunstancias, decisiones y actuaciones propias o ajenas…

Familia, amistades, colegios, universidades, trabajos, enfermedades, situación económica; países, ciudades o pueblos donde residimos…

Existen multitud de factores que influyen para que, en un momento dado de nuestra vida, cada uno de nosotros seamos como somos. Muchos, escapan a nuestro control. Otros, en cambio, pueden depender de nuestra propia intervención.

Opino que no es muy recomendable pensar en lo que hubiera podido suceder, porque nunca averiguaremos si hubiera sido mejor o peor. No obstante, podríamos extraer lecciones de nuestras experiencias pasadas e identificar qué elementos de nuestro presente sería aconsejable corregir.

El entorno familiar, suele ejercer una gran influencia en nuestras vidas, dependiendo de  cómo es nuestra familia.  El número de hijos, el orden que ocupamos entre los hermanos, la edad de nuestros padres, el nivel socio-económico del que gozan, su profesión, lugar de procedencia y el de residencia…; el tipo de relación con otros familiares, cómo es nuestra vida cotidiana, quién nos cuida, qué enseñanzas recibimos… Todo lo anterior, nos afectará y se irá interrelacionando con nuestra particular forma de ser y de responder a esas múltiples variables que van influyendo en nuestra vida.

Algunas familias, hacen ver a sus miembros, y en especial a los pequeños, que las cosas son como ellos dicen, que no se pueden cambiar o cuestionar. Que se deben seguir las tradiciones. Que las verdades y las decisiones de algunos, son inamovibles. Que ciertos temas o hechos son “inmodificables” o “incuestionables”. Se les transmite que no deben poner en duda lo que se les ha enseñado. No se fomenta ni se desarrolla el espíritu crítico. Se da a entender que  la opinión de los mayores es más válida y sabia que la de los pequeños. Los hijos crecen pensando que muchas cosas son como son, y que así deben ser. Que son “inalterables”; porque así se les ha trasmitido. No han aprendido que ellos deben dar su propia respuesta a esas enseñanzas, aceptándolas y ratificándolas. O, discrepar de ellas, adoptando otras ideas más acordes con su opinión personal. Muchas de las características de estas familias pueden influir para que los niños crezcan siendo pasivos, o rebeldes.

Algunos niños asumirán, de forma pasiva, todo lo que ocurre en sus vidas como algo que deben aceptar y acostumbrarse a ello. Pensarán que es inútil lo que ellos puedan hacer. Por lo tanto, no desarrollan la confianza en sí mismos, y en su propio criterio. Permitirán que otros tomen decisiones por cuenta suya, creyendo que eso es lo normal.

Otros niños serán rebeldes. Se opondrán mediante la puesta en práctica de conductas que serán rechazadas por parte del grupo. Se intentará reprimir esos brotes de inconformismo, mediante el castigo. Los comportamientos negativos irán en aumento, así como los intentos de reprimirlos. Algunas emociones no serán manifestadas externamente para evitar el castigo, por lo que generarán inseguridad, inconformismo, agresividad, y una gran necesidad de afecto. Carga que van a sobrellevar durante gran parte de sus vidas.

En otras familias, los padres son más cercanos. Aceptan que cada uno de los hijos es diferente y tiene su propia opinión. Se fomenta el espíritu crítico, la comunicación y la participación de cada uno de los miembros. Se potencia la toma de decisiones y el que cada uno asuma la responsabilidad por lo que hace o deja de hacer. Se da a entender que, aunque aparecen elementos debidos al azar, o sobre los que tenemos poca influencia, hay muchos otros en los que sí tenemos qué decir o qué hacer; que las respuestas que demos a los problemas que se nos presenten, van a influir mucho en nuestro futuro. En estas familias, se respetan y se apoyan las actuaciones de todos sus miembros. Se prestan las ayudas necesarias para que, cada uno, sea dueño de su propia vida. De forma que vaya creciendo seguro de sí mismo, y en la confianza de que, mucho de lo que obtenga en la vida, dependerá de sus propios logros y de la forma cómo enfrente las situaciones que se le presenten.

Un tercer grupo de familias, se caracteriza por sobreproteger a sus hijos. Muy frecuentemente, los padres deciden por ellos. Se preocupan por facilitarles la vida, resolviéndoles sus problemas. Los hijos consideran que ellos no deben esforzarse porque su familia siempre les dará lo que necesiten. Tampoco aprenderán a  solucionar sus problemas. Adquirirán una falsa seguridad en sí mismos, pensando que todo lo pueden conseguir, sabiendo cómo pedirlo. Están convencidos de que se merecen todo lo que deseen. No conocen el valor del esfuerzo, y no son verdaderamente dueños de sí mismos, por lo que tendrán grandes dificultades para afrontar las circunstancias adversas que se les presenten.

En ocasiones, los estudios, o el tipo de trabajo que desempeñamos, pueden fortalecer  algunas características de la personalidad; en otras, aportan nuevas particularidades y prioridades en la toma de decisiones.

Las relaciones afectivas influyen mucho; dependiendo de la intensidad del vínculo, de la edad, de la forma en la que se desenvuelven, de concurrir circunstancias externas que las faciliten, o dificulten… Las más relevantes, tienen una gran influencia en nuestro desarrollo posterior. Si se truncan de forma inesperada, acarrearán consecuencias. Si son relaciones que duran en el tiempo, van a contribuir a modificar muchos de los aprendizajes anteriores. Emprendiendo, juntos, un nuevo camino,  muy diferente del que hubiese podido darse, al lado de otra persona. Es una influencia mutua, que se da día a día, y en la que inciden multitud de variables. Se toman decisiones personales y familiares que van forjando un futuro, y que, a su vez, influirán en los hijos, si los hay. Por supuesto que es uno de los factores que más incidirá en nuestra vida; por ello, es tan importante la calidad de la convivencia, el respeto, la libertad, y la comunicación. Una vez que hemos decidido unir nuestra vida a la de otra persona, esa relación marcará gran parte de nuestra existencia y de nuestro futuro. De los dos, dependerá por igual que se respeten y potencien las individualidades de cada uno, que se fortalezcan los puntos de unión, y se colabore para la consecución de metas comunes.

Si cualquiera de estos factores hubiera sido diferente, o nuestra forma de actuar ante lo que hemos recibido hubiera sido otra, nuestras vidas podrían haber tomado rumbos insospechados. Debemos ser conscientes que, algunas de las decisiones que tomamos, en algún momento, pueden tener mucha mayor trascendencia de lo que podamos llegar a imaginarnos. Resulta necesario, no tan sólo permitir, sino fomentar, incluso, que cada uno tome sus propias decisiones, o intervenga en todas aquellas que van a afectar su propia vida.










3 comentarios:

  1. Sin lugar a dudas, la educación recibida y el ambiente que te rodea son factores muy importantes en el desarrollo de nuestra personalidad... A veces tienes la sensación de ser toda tu vida un autómata dirigido por control remoto y es muy complicado desconectarte y profundamente traumático... pero la ayuda de ciertos ángeles que aparecen en tu vida, pueden ser esa oportunidad para pasar de ser un títere a ser Pinocho cortando esos hilos que no te dejaban ser TU. Es un camino espinoso, pero esas espinas terminarán siendo las agujas de la acupunturan que sanarán tu mente y tu alma. Hay que tener FÉ. y romper con el CONFORMISMO, ese gran mal que te hace ser un muerto en vida.

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    1. Todo lo que hemos vivido nos lleva a lo que somos actualmente. Es importante identificar algunos elementos que nos han afectado especialmente, y tomar nuevas decisiones, que nos ayuden a dirigirnos a donde deseamos. No nos damos cuenta de la gran trascendencia que tienen, para nuestras vidas, algunas decisiones nuestras, o que nosotros permitimos que otros tomaran,sin nuestra intervención. Creo que siempre es bueno descubrir lo que está impidiendo nuestro crecimiento y lo que nos impide ser felices. No es tarde. Precisamente, el momento en el que lo hacemos es el momento oportuno. Cuando nuestros conocimientos y nuestras experiencias nos han ayudado a identificarlo. A partir de ahí, nuestro camino dependerá de las nuevas elecciones que hagamos.

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  2. Jamás dejamos de aprender, si estamos dispuestos a dar ese paso... Seguiré investigando y abordando, todo aquello que pueda impedir mi crecimiento.

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