martes, 31 de mayo de 2016

Mi agotadora tarea de aprender a decir “No”





¡Parece mentira! Llevo años leyendo sobre lo importante que es aprender a decir “No”, sin sentirme culpable. He ayudado a muchas personas a que aprendan a no callar aquello que sienten y a expresarse con firmeza, sin que ello suponga ningún tipo de agresividad. A que no caigan en la tentación de pronunciar un  “Sí”, cuando hubieran querido dar un “No” rotundo.

Todavía, hay ocasiones en las que, sin embargo, me encuentro asumiendo un compromiso, llevada por la manera en la que me formulan una petición, aun a sabiendas de que mi interior clama por un “No”. Transcurrido un tiempo, le doy la razón a mi consciencia y me doy cuenta de que tengo todo el derecho a cambiar de opinión. Me armo de valor y rectifico mi error. Pero, nadie me quita el mal trago que paso desde antes de tomar esta decisión, hasta que la llevo a la práctica.

Tiendo a pensar que las personas, con las que me relaciono, son parecidas a mí. Que son sinceras, honestas, que van con la verdad por delante y que se puede confiar en ellas. Aunque, mi cerebro, me dice que no es así. Sé que cada uno es como es. Que me voy a encontrar con personas de todo tipo; algunas, con formas de actuar distintas y valores radicalmente opuestos a los míos.

La sabiduría popular utiliza refranes, como: “Hay de todo en la viña del Señor”, “Cada uno es hijo de su padre y de su madre”, y muchos otros. Aunque, con respecto a este último, tengo que reconocer que, en la familia, es donde empezamos a ver las grandes diferencias entre unos y otros. Aun habiendo ciertos elementos en común, existen muchos en los que podemos ser muy diferentes los miembros de una misma familia. En su forma de ver el mundo, las relaciones, los negocios, el amor, la amistad, las prioridades… Pero el propósito de este escrito no es el de centrarnos en la familia.

A pesar de que me he llevado unos cuantos desengaños en la vida, sigo confiando en la gente. En principio, creo lo que me dicen. Si en algún momento pasa por mi cabeza la idea de que puedan estar engañándome, o de que no es cierto todo cuanto me trasladan, la rechazo rápidamente. No quiero creer que sea cierto. Me cuesta pensar que las personas puedan utilizar tan “alegremente” las palabras y no ser consecuentes con lo que han dicho.

Otras personas son muy peligrosas. Son lobos disfrazados de ovejas. Parecen ser respetables y honradas. Sin que te des cuenta, te van enredando. Van tejiendo una trama argumental, semejante a una tela de araña, de la cual parece ser imposible escapar. ¡Tienen la desfachatez de decirte que no les decepciones! ¡Te vienen con unas historias! ¡Qué inventiva! Poseen una gran habilidad para que logres creer que lo que te dicen es cierto y para hacerte sentir culpable si no sigues su “juego”. Si, llegado el momento, dices que “No” a lo que te están pidiendo, se muestran extrañados, ofendidos, desconcertados, heridos… y tratan de insistir en que son honestos y nunca han querido engañarte. Sólo son palabras. Su forma de proceder demuestra que son indignos.

Llegados a este punto, te pido encarecidamente que te quedes con el mensaje siguiente:




(Nota: Si quieres saber más sobre este tema, no te pierdas el siguiente escrito del blog.) Aunque hayas dicho “Sí”, siempre puedes decir que “NO”


A continuación, les dejo los enlaces a los escritos de asertividad del blog y a los derechos asertivos.





4 comentarios:

  1. Fenomenal escrito y muy a propósito para el momento, que estoy viviendo últimamente.

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    1. Paloma, me alegra saber que mi escrito te llega en un momento oportuno. Un abrazo.

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  2. Como ya te dije en facebook, lo estoy trabajando y diciendo lo que opino con respeto y cariño, con decision. pero me llevo disgustos no te creas, sobretodo cuando es por internet y via telefonica, en persona es mucho mas facil no lleVAR A EQUIVOCOS..

    GERMAN

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    1. Hola, Germán... Aprender a decir lo que queremos, a decir No y a establecer unos límites adecuados en nuestras relaciones interpersonales, no es fácil y lleva su tiempo. Con la práctica, nos resultará más fácil y las respuestas que demos tendrán una mayor seguridad y menos emotividad. No sé qué decirte... Con algunas personas es más fácil comunicarse cara a cara, y con otras, por Internet o vía telefónica. Depende de los demás y de nosotros; también de la situación.

      Cuando tengas algo importante que decir a alguien, trata de prepararlo antes... No lo hagas en caliente, pues tus nervios pueden ser los que te hagan fallar. La impulsividad no es buena y estas redes sociales se prestan demasiado para respuestas poco meditadas.

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