jueves, 10 de diciembre de 2015

Autoengaños e ilusiones por exceso de ingenuidad; o por errores en la percepción de algunas realidades




Llevo un tiempo pensando en los autoengaños. Al reflexionar sobre distintas situaciones que se me han presentado, me encuentro pensando que son parte de mis autoengaños. Me pregunto hasta dónde llega la realidad, hasta dónde llegan nuestras necesidades, deseos e ilusiones, y cuánto de autoengaño hay en muchos de nuestros intercambios con otras personas.

Al leer sobre este tema, constato que tengo una visión muy particular sobre el mismo, la cual quiero exponerles en este escrito. He encontrado interesantes, otros enfoques sobre esta cuestión, por lo que, en otro momento, compartiré con ustedes algunas de esas ideas y planteamientos.

Los autoengaños a los que yo me refiero, pueden ser vistos como ilusiones por exceso de ingenuidad, o por errores en la percepción de algunas realidades.

Son aquellas situaciones en las que creemos que lo que pensamos y sentimos se corresponde con la realidad; pero, con el tiempo, descubrimos que no es así. Nos damos cuenta que veíamos las cosas desde nuestra óptica e historia individual; desde nuestros valores, emociones, sentimientos y formas específicas de ver el mundo. Creemos que algunas personas son como nosotros pensamos que son. Que los sentimientos de unos hacia los otros son parecidos a los nuestros. Que las consecuencias de lo que decidimos serán como nosotros pensamos, incluso para las otras personas involucradas…

Expondré algunos ejemplos, para nada exhaustivos, de lo que yo veo como autoengaños. Los hay de todo tipo, y supongo que cada uno podría identificar algunos otros.

Los primeros autoengaños surgen cuando, de pequeños, creemos que la vida es como nosotros la vemos, o como nos han hecho pensar que es. Pasan los años y seguimos viendo la vida de forma parecida, sin cuestionamientos, y sin dar nuestra respuesta personal a lo que nos va sucediendo. Con el transcurrir del tiempo, podemos descubrir que hay otros enfoques diferentes y que todos son igualmente válidos. Lo que nos han enseñado, lo que nosotros hemos aprendido, incluso lo que hemos vivido, son los caminos que, cada cual, ha encontrado para resolver los problemas y las dificultades que la vida plantea.

Nuestros conceptos de lo que son, o deberían ser, las familias, las parejas, o los amigos, nos llevan a muchos autoengaños; y, lamentablemente, a sus posteriores desengaños, muy dolorosos, por cierto.

Simplemente, porque ellos dicen que nos aman, aunque no hagan manifestación de su amor, podemos llegar a creer que, realmente, nos quieren.  Porque, desde nuestras creencias particulares, consideramos que, lo normal, sería que nos quisieran. Presuponemos que ciertos vínculos entre las personas llevan implícito el amor: las relaciones con los diferentes miembros de la familia, las parejas y los amigos. Desgraciadamente, no siempre es así. Puede que no exista un verdadero amor, o que tengan una forma de amar muy distinta a la que nosotros practicamos.

Por el contrario, podemos creer que algunos no sienten amor o cariño por nosotros. Que están molestos por algo, que no quieren saber nada de nosotros, que no les caemos bien, que les molestan algunas características o actuaciones nuestras, que no nos soportan…, y pueden ser otros autoengaños de nuestra mente, por extraer falsas conclusiones a partir de un gesto, por el tono de voz que han utilizado, por unas palabras, o por la ausencia de éstas.

Tomamos decisiones teniendo en cuenta a otras personas. Sin embargo, en algún momento, descubrimos que los acontecimientos se desarrollaron de forma muy distinta a la que habíamos pensado. Llegamos a la conclusión de que ciertas decisiones importantes deben ser bien sopesadas y analizadas, y hacer lo que a nosotros nos parezca mejor. Porque, a las consecuencias imprevistas que se deriven de la decisión que hemos tomado, se puede agregar el hecho de auto engañarnos por pensar que otras personas actuarían como nosotros supusimos que lo harían.                     

Otras veces, creemos que la forma de querer de los demás y su manera de proceder en sus relaciones interpersonales, es igual a la nuestra. Esto nos lleva a sufrir unas cuantas desilusiones y desengaños. Por ejemplo, cuando creemos que esos amigos, a quienes nosotros queremos y consideramos muy próximos, se encuentran muy lejos de correspondernos. Después de un tiempo, nos damos cuenta que su idea de amistad era muy diferente a la nuestra.

Pensamos que las palabras que alguien nos dice corresponden a lo que son sus sentimientos. ¡Las palabras! Les damos tanta importancia a las palabras que creemos, equivocadamente, que expresan la realidad de lo que piensan y sienten las personas que las pronuncian. Para colmo del autoengaño, creemos que lo que se ha dicho es permanente en el tiempo. Sin reparar que algunas palabras surgen en un momento determinado, por alguna circunstancia en especial. Pero que, luego, dejan de ser válidas. Las cosas son diferentes. Y es posible que las palabras dichas, ya no sean aplicables después.

No se dan cuenta del verdadero efecto que pueden tener sus palabras en otra persona. Aquí, me refiero a las palabras positivas, bonitas, a veces dichas a la ligera, o sin sentirlas realmente. También, a las palabras negativas, hirientes, de menosprecio…

Hay quienes están especialmente dotados para comunicarse y parecen saber, a la perfección, qué es lo que, sus víctimas, necesitan o quisieran escuchar. Desafortunadamente, se encuentran con personas que son ingenuas y confiadas. Las cuales, no tienen malicia, tendiendo a creerse lo que les dicen, así como las falsas demostraciones de afecto. Desearían que lo que estuviesen viviendo fuese cierto, que las otras personas fueran tan buenas, o maravillosas, como ellos piensan, y que lo que escucharan fuese la verdad. ¡Claro!, esto sucede porque es así como ellas entienden sus relaciones. Consideran que los demás son sinceros, íntegros, honestos, que jamás se plantean hacer daño alguno y que siempre intentan ayudar en lo posible.

Por hoy, basta de autoengaños por mi parte. Les cedo el turno, a ustedes, para que piensen en sus vidas y encuentren sus propios ejemplos. Todos hemos sufrido decepciones producidas por nuestros autoengaños. Aprendamos de ellos, mientras continuamos viviendo y disfrutando de los buenos momentos. Procuremos descubrir esas situaciones engañosas, para que el sufrimiento que puedan producirnos sea el menor posible. Y no permitamos que esos desengaños nos vuelvan fríos e insensibles.









4 comentarios:

  1. Realmente a veces ese autoengaño es tan real para tí, que crees en él a "Pie y juntillas"consideras que la forma en la que te quieren y la que tu quieres es normal y no concives, ni por un momento, que eso puede esconder conductas aprendidas que difieren en demasía, de un amor sano. Un día descubres que los cimientos de base de amor y valores que te habían acompañado durante tantos años, ponen en peligro esa estructura. Eso ocurre cuando empiezas a ser honesto contigo mismo y te arriesgas a poner en entredicho lo inculcado. Descubres que lo que sientes choca con lo que "deberías sentir" según las normas aprendidas... es altamente doloroso y sabes que el paso de ser "Yo" puede hacer tambalear toda la relacion familiar. Me encuentro en ese proceso... Nunca es tarde para salir del conformismo, pero advierto que no es fácil... puedes necesitar un profesional a tu lado, que te guíe, que te felicite cuando te lo estás trabajando y también sea firme en los momentos que flaqueas y tenga que hacerte ver, que repites esas conductas que te hacen parar y retroceder en tu evolución. Ese profesional en realidad tendrá que tener paciencia, pues se trata de un edificio con muchos pisos a reformar... Yo le doy las gracias, en particular a mi "mentora" porque es un gran reto al que se esta enfrentando y se lo está trabajando con tesón.

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    1. Paloma, rectificar es de sabios... Afortunadamente, creo que cuando nuestra mente y nuestro corazón empiezan a vislumbrar que deben rectificar algunos pasos dados anteriormente, parece que todo va saliendo a nuestro encuentro para que busquemos los medios necesarios para avanzar. Todos debemos aprender a tener sentido crítico y a ir evaluando, con cierta frecuencia, si vamos por el camino adecuado para nosotros y para el momento de nuestro desarrollo personal. Lo que puede parecer bueno, para nosotros, en una etapa de nuestra vida, puede no ser lo mejor en épocas posteriores. Es un trabajo continuo, en el que debemos buscar la información necesaria, y la guía de las personas que pensemos puedan guiarnos en ese caminar, o mejor, mostrarnos nuevas alternativas que no podíamos ver antes, pues no estábamos preparados para ello.

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  2. Magnífico post!!! No vale pellizcarse, o escuchar de la gente que te quiere y aprecia la realidad que tú no ves. En momentos de autoengaño, uno debe darse cuenta de la única realidad que existe,que no siempre es la deseada. Es difícil caer en la cuenta del autoengaño, pero tampoco imposible. Gracias por tu sabiduria.

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    1. Gracias, Yolanda. Creo que algunos podemos ser bastante ingenuos, y confiar en que aquello que nos dicen, o parecen demostrarnos, es la realidad de lo que otros sienten por nosotros... Y sigo pensando en que puede ser verdadero, pero sus posteriores actuaciones no parecen coincidir, y es mejor despertar y no esperar aquello que con mucha probabilidad no llegará pues las circunstancias han cambiado. Cada uno tiene su propia forma de expresar lo que siente, aunque también vamos aprendiendo que nosotros preferimos otras formas de expresión del afecto, y algunas no nos llegan al alma. Creo que, al menos en mí, muy a menudo me encontraré despertándome a la realidad, viendo que yo quería ver las cosas desde mi propia perspectiva. perdona por el retraso en responder, me llegó tu mensaje a una carpeta que no suelo ver.

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