martes, 10 de noviembre de 2015

La dependencia emocional y la necesidad de control



Muchas veces, esa necesidad de control la encontramos en personas que tienen una gran necesidad de afecto.

Parece que se hubiera puesto de moda hablar sobre la dependencia. No es algo nuevo; que exista ahora, y antes no. Siempre han existido personas dependientes. Lo que ha cambiado es que, ahora, se estudia y se escribe más sobre el tema, con la intención de identificar sus características, lo que lleva a ese tipo de conductas, y cómo podemos superar la dependencia emocional, o ayudar a otros para que la superen.

Diversos autores, como Lorraine C. Ladish o Walter Riso, señalan que la dependencia emocional es una adicción. Por razones culturales e históricas, la adicción afectiva ha pasado desapercibida, y en muchos aspectos ha sido fomentada, o al menos permitida.

Muchos piensan que alguien es dependiente cuando necesita de los otros para decidir qué hacer, para recibir afecto, para que le ayuden en ciertas áreas de su vida… Hay muchas otras personas que también son emocionalmente dependientes, de forma diferente. La dependencia emocional está mucho más extendida de lo que pensamos. Todos, en algún momento, actuamos de forma dependiente. Sin querer, fomentamos actitudes dependientes en los demás. Debido a la importancia del tema, ya iremos profundizando en todo ello, en próximos escritos.

Llevo un tiempo leyendo sobre la dependencia emocional, pensando y recordando las experiencias de algunas personas que he conocido. Luego, he comenzado a asociar la dependencia con la necesidad, muchas veces sutil, que tienen algunas personas, de controlar su entorno. De que, los demás, hagan lo que ellos querrían o necesitarían, de sentirse mal cuando las cosas no salen como ellos se habían imaginado, de…

La relación entre dependencia y necesidad de control, se me hizo muy patente al pensar en alguien que había conocido. Sabía que era muy dependiente y que, en su familia, se había estado ejerciendo un fuerte control entre sus miembros. Me daba la impresión que todos eran dependientes, unos de otros. Los límites eran muy confusos. Esta persona llevaba un tiempo tratando de liberarse de ese dominio. Empezaba a romper esos lazos de dependencia. Como en todo proceso adictivo, y la dependencia  emocional es una de las adicciones más difíciles de superar, ese proceso de distanciarse, de “deshabituarse”, o de desengancharse, es muy doloroso, y puede producir grandes desequilibrios temporales. Me sorprendió descubrir que ella también era muy controladora, en muchas de sus conductas, y quería que otros hicieran lo que ella creía que debía hacerse, como mantener el orden, la casa organizada, un excesivo cuidado por los hábitos y los temas de salud…

Muchas veces, esa necesidad de control la encontramos en personas que tienen una gran necesidad de afecto. Estoy pensando en alguien que vivió en un ambiente bastante diferente del anterior. Constantemente, estaba buscando el cariño en sus relaciones pero, el que encontraba, no le parecía suficiente. Era bastante cariñoso, atento con los demás y ayudaba en lo que podía. Sus relaciones de pareja no habían sido muy exitosas y, en general, era bastante diferente a sus familiares. La necesidad de control se hacía bastante patente cuando se refería a sus relaciones de pareja. También cuando defendía su punto de vista sobre algunos temas. Se sentía mal, y rechazado, cuando no estaban de acuerdo con sus planteamientos. Lo tomaba como una cuestión personal, y como una muestra de que no le aceptaban, por ser como era y  por su forma de pensar. Es curioso; al escribir esto ahora, me doy cuenta que esos ambientes en los que él se había relacionado, aunque en apariencia pudieran ser opuestos a los del ejemplo anterior, en el fondo, no lo eran tanto. Son ambientes en los que se influye mucho en los demás, se espera que sean de determinada manera, y cuando alguno difiere, y tiene otras necesidades, se les trata de convencer que ellos son los que están equivocados.

En todos los casos de dependencia, hay una necesidad de hacer cambios personales que lleven a sentirse mejor, obtener una mayor seguridad y una mejor autoestima. Que sean más dueños de sí mismos, que sepan controlar sus pensamientos, sentimientos y estados de ánimo; y que no necesiten tanto del afecto y de la aprobación de otras personas para su propio bienestar. Que no quieran controlar a los demás, ni se dejen controlar por otros.

Estas reflexiones que acabo de hacer, parecen coincidir con un pequeño texto que me permito reproducir, el cual he encontrado hoy, casualmente, al ojear un libro escrito por Lorraine C. Ladish, cuyo título es: “Más allá del amor”:

“Somos emocionalmente dependientes cuando intentamos controlar a otra persona, cuando nos dejamos controlar por ella, o cuando somos incapaces de funcionar como entes independientes en una o varias áreas de nuestra vida, procurando hacerlo a través de los demás, o bien intentando que los demás lo hagan a través de nosotros. Cuando somos excesivamente sensibles y nuestro estado de ánimo o autoestima depende de lo que hagan o digan los demás de nosotros.”





2 comentarios:

  1. En realidad , hasta hace bien poco no me hubiera imaginado que el control, era otra forma de dependencia, más bien lo percibía como un medio de adquirir seguridad, creando unos habitos que mantuvieran en orden nuestra vida y la de los que conviven con nosotros... Y tiene sentido si se piensa bien, que al ejercer ese control necesitas depender de esas personas para conseguir que tu mundo falsamente seguro , no te pille por sorpresa y no sepas reaccionar de forna independiente. Buena obsercación Magdalena..

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    1. La necesidad de ejercer ese control sobre los demás es una de las formas que tenemos para relacionarnos de forma dependiente... Mediante el control, procuramos que la otra persona esté cerca, que nos haga caso, que nos tenga en cuenta... Y si nosotros no somos independientes, procuramos que el otro tampoco lo sea, porque creemos que eso es malo, que se va a alejar...

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