Parece
que se hubiera puesto de moda hablar sobre la dependencia. No es algo nuevo;
que exista ahora, y antes no. Siempre han existido personas dependientes. Lo
que ha cambiado es que, ahora, se estudia y se escribe más sobre el tema, con
la intención de identificar sus características, lo que lleva a ese tipo de
conductas, y cómo podemos superar la dependencia emocional, o ayudar a otros
para que la superen.
Diversos
autores, como Lorraine C. Ladish o Walter Riso, señalan que la dependencia
emocional es una adicción. Por razones culturales e históricas, la adicción
afectiva ha pasado desapercibida, y en muchos aspectos ha sido fomentada, o al
menos permitida.
Muchos
piensan que alguien es dependiente cuando necesita de los otros para decidir
qué hacer, para recibir afecto, para que le ayuden en ciertas áreas de su vida…
Hay muchas otras personas que también son emocionalmente dependientes, de forma
diferente. La dependencia emocional está mucho más extendida de lo que
pensamos. Todos, en algún momento, actuamos de forma dependiente. Sin querer,
fomentamos actitudes dependientes en los demás. Debido a la importancia del
tema, ya iremos profundizando en todo ello, en próximos escritos.
Llevo
un tiempo leyendo sobre la dependencia emocional, pensando y recordando las
experiencias de algunas personas que he conocido. Luego, he comenzado a asociar
la dependencia con la necesidad, muchas veces sutil, que tienen algunas
personas, de controlar su entorno. De que, los demás, hagan lo que ellos
querrían o necesitarían, de sentirse mal cuando las cosas no salen como ellos
se habían imaginado, de…
La
relación entre dependencia y necesidad de control, se me hizo muy patente al
pensar en alguien que había conocido. Sabía que era muy dependiente y que, en
su familia, se había estado ejerciendo un fuerte control entre sus miembros. Me
daba la impresión que todos eran dependientes, unos de otros. Los límites eran
muy confusos. Esta persona llevaba un tiempo tratando de liberarse de ese
dominio. Empezaba a romper esos lazos de dependencia. Como en todo proceso
adictivo, y la dependencia emocional es una de las adicciones más
difíciles de superar, ese proceso de distanciarse, de “deshabituarse”, o de
desengancharse, es muy doloroso, y puede producir grandes desequilibrios
temporales. Me sorprendió descubrir que ella también era muy controladora, en
muchas de sus conductas, y quería que otros hicieran lo que ella creía que
debía hacerse, como mantener el orden, la casa organizada, un excesivo cuidado
por los hábitos y los temas de salud…
Muchas
veces, esa necesidad de control la encontramos en personas que tienen una gran
necesidad de afecto. Estoy pensando en alguien que vivió en un ambiente
bastante diferente del anterior. Constantemente, estaba buscando el cariño en
sus relaciones pero, el que encontraba, no le parecía suficiente. Era bastante
cariñoso, atento con los demás y ayudaba en lo que podía. Sus relaciones de
pareja no habían sido muy exitosas y, en general, era bastante diferente a sus
familiares. La necesidad de control se hacía bastante patente cuando se refería
a sus relaciones de pareja. También cuando defendía su punto de vista sobre
algunos temas. Se sentía mal, y rechazado, cuando no estaban de acuerdo con sus
planteamientos. Lo tomaba como una cuestión personal, y como una muestra de que
no le aceptaban, por ser como era y por su forma de pensar. Es curioso;
al escribir esto ahora, me doy cuenta que esos ambientes en los que él se había
relacionado, aunque en apariencia pudieran ser opuestos a los del ejemplo
anterior, en el fondo, no lo eran tanto. Son ambientes en los que se influye
mucho en los demás, se espera que sean de determinada manera, y cuando alguno
difiere, y tiene otras necesidades, se les trata de convencer que ellos son los
que están equivocados.
En
todos los casos de dependencia, hay una necesidad de hacer cambios personales
que lleven a sentirse mejor, obtener una mayor seguridad y una mejor
autoestima. Que sean más dueños de sí mismos, que sepan controlar sus
pensamientos, sentimientos y estados de ánimo; y que no necesiten tanto del
afecto y de la aprobación de otras personas para su propio bienestar. Que no
quieran controlar a los demás, ni se dejen controlar por otros.
Estas
reflexiones que acabo de hacer, parecen coincidir con un pequeño texto que me
permito reproducir, el cual he encontrado hoy, casualmente, al ojear un libro
escrito por Lorraine C. Ladish, cuyo título es: “Más allá del amor”:
“Somos
emocionalmente dependientes cuando intentamos controlar a otra persona,
cuando nos dejamos controlar por ella, o cuando somos incapaces de funcionar
como entes independientes en una o varias áreas de nuestra vida, procurando
hacerlo a través de los demás, o bien intentando que los demás lo hagan a
través de nosotros. Cuando somos excesivamente sensibles y nuestro estado de
ánimo o autoestima depende de lo que hagan o digan los demás de nosotros.”
En realidad , hasta hace bien poco no me hubiera imaginado que el control, era otra forma de dependencia, más bien lo percibía como un medio de adquirir seguridad, creando unos habitos que mantuvieran en orden nuestra vida y la de los que conviven con nosotros... Y tiene sentido si se piensa bien, que al ejercer ese control necesitas depender de esas personas para conseguir que tu mundo falsamente seguro , no te pille por sorpresa y no sepas reaccionar de forna independiente. Buena obsercación Magdalena..
ResponderEliminarLa necesidad de ejercer ese control sobre los demás es una de las formas que tenemos para relacionarnos de forma dependiente... Mediante el control, procuramos que la otra persona esté cerca, que nos haga caso, que nos tenga en cuenta... Y si nosotros no somos independientes, procuramos que el otro tampoco lo sea, porque creemos que eso es malo, que se va a alejar...
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