Algunos hechos ocurren de forma sorprendentemente extraña.
No sabemos por qué suceden, cuál es su finalidad ni qué hace que ocurran en
aquel preciso momento de nuestra vida y no en otro. Puede ser algo imprevisto,
incluso un malentendido, que nos conduce por un camino inesperado y
desconocido.
Sin nosotros pretenderlo, nos cruzamos con alguien en
el preciso momento en el que la vida de éste va a dar un vuelco negativo, pudiendo
darse el caso de que tal coincidencia haga más llevadera la nueva situación
para la persona en cuestión.
Son muchas las situaciones que tienen un punto de
misterio. Pareciera increíble que una respuesta inocente y espontánea de un
niño pequeño pueda hacer cambiar la vida de muchas personas. Que la repentina
decisión de cancelar el viaje que se tenía previsto realizar durante las
vacaciones estivales, pueda suponer una ayuda inestimable para una madre que
caerá gravemente enferma. Que el hecho
de cambiar de opinión, en el último momento, asistiendo a una cena a la cual no
tenía intención de presentarse, pueda significar el encuentro con otra persona
y el inicio de una relación que cambiará la vida de ambos.
Me llama poderosamente la atención constatar la forma
cómo han vuelto a comunicarse recientemente algunas personas, las cuales, no
habían tenido noticias, la una de la otra, durante décadas. Por alguna razón
inexplicable, a pesar de haber existido distintos intentos de contacto por
alguna de las partes, la comunicación no se produjo hasta que hubieron pasado
muchos años.
He llegado a pensar que, en ocasiones, la casualidad
establece una alianza con la oportunidad, que es la que determina cuál es el
momento adecuado para aprender ciertas lecciones y para descubrir aspectos que
desconocíamos. Procede que nos demos cuenta de que nuestra visión acerca de
algunas etapas de nuestras vidas era incompleta y que nos llevaba a ciertas
interpretaciones erróneas de lo que nos había ocurrido. Porque, además, poco
tenían que ver con la versión que nos habían hecho llegar otras personas.
Revisando Facebook, no es extraño descubrir
casualmente mensajes de amigos, a los cuales conocimos en el colegio o en la universidad,
que han estado colgando durante mucho tiempo y de los cuales no nos habíamos
apercibido. Suelen producirnos una agradable sorpresa y los respondemos
alegando que, por casualidad, acabamos de verlos. Lo cual, nos brinda la
posibilidad de restablecer nuestra comunicación y darnos cuenta de que las experiencias
que intercambiamos nos conducen a la conclusión de que nos hemos convertido en
personas razonablemente distintas a las que éramos en aquellos tiempos. Aunque,
probablemente nos sucederá que descubramos a personas con mayores conocimientos
y amplitud de miras, de las que conocimos cuando éramos compañeros.
Me permitirán que les haga partícipes de una
experiencia personal. Hace un par de años, me pidieron que estableciera contacto
con una compañera del colegio y me dieron un número de teléfono y una
dirección. Llamé varias veces, pero no hubo contestación. Le escribí, pero, me
devolvieron la carta indicando en el sobre que la destinataria no vivía en
aquel domicilio. Por si no hubiese cambiado de ciudad y tuviera el mismo número
de teléfono, llamé muchas más veces, hasta que mi insistencia tuvo premio y
logré hablar con ella. De esto hace, tan sólo, muy pocas semanas.
Fue increíble
descubrir que, a pesar de ser compañeras de clase durante diez largos
años, nuestra relación había sido prácticamente inexistente. Pero, no olvidaré
la agradable conversación telefónica que mantuvimos y lo interesante que
resultaron los temas que abordamos. Parecía como si hubiésemos sido amigas de
toda la vida y nos hubiésemos hablado a menudo. Gracias a este reencuentro,
descubrí que mi antigua compañera es una bella persona, con un gran sentido del
humor y una forma estupenda de ver el mundo.
Recuerdo que me dijo que las monjas y los profesores
de nuestro colegio no se habían ocupado de que hubiera una mayor integración y
compañerismo entre nosotras, que éramos las que conformábamos la clase. Pusieron
gran énfasis en la adquisición de conocimientos, mientras que se olvidaron de
la parte humana de las alumnas y de la forma como se daban las relaciones entre
las integrantes de la clase. Ello trajo como consecuencia que existiese un ambiente
de poca camaradería, en el que primaban la independencia y la competencia en
lugar de la comprensión, la colaboración, el respeto y el establecimiento de
unos vínculos sanos.
Es interesante constatar que se puede llegar a
contemplar nuestra existencia desde perspectivas totalmente nuevas, gracias a
la reaparición de experiencias que llenarán los vacíos mentales que
indefectiblemente sufrimos los mortales. Pienso que se crean como un mecanismo
de defensa por el que el individuo busca protegerse del conflicto generado por
situaciones que fueron penosas y muy dolorosas.
Imagen encontrada en Internet, modificada para el blog: desmotivaciones.es_34 En las lagunas mentales es donde naufragan las ideas
Magistral Magdalena!!! Yo fragmentaria el texto en dos partes, por a lo que solo yo he percibido. Primero pasaria a mencionar la causalidad con la casualidad. Las circunstancias que te impiden hacer algo, para encontrarte con algo que ni pensabas. Casualidad, o quizá todo es debido a una causalidad?
ResponderEliminarPor otra parte, gracias a esa conversación con tu compañera, daría respuesta a que muchas veces pensamos en una persona que conocimos de manera superficial, pero que la vida nos vuelve a poner en contacto para que podamos darnos cuenta de cómo es la persona que conocimos. Si en un pasado nos hubiéramos llevado una mala impresión de alguien, tendríamos ganas de volver a entablar contacto con ella? Nos has demostrado que un conocimiento superficial de alguien, no debe pararnos para volver a tener ese contacto que nos puede sorprender gratamente. Gracias por la lección de vida.
Gracias, Yolanda, por tu comentario. Ante determinados hechos que suceden, nos podemos preguntar si ha sido casual que sucedieran en ese momento o si era necesario que ocurrieran para que pudiéramos comprender algunas cosas o ir un paso más allá en el conocimiento de nosotros mismos. Sea como sea, lo ideal es que aprendamos de ellos y los disfrutemos, cuando traigan elementos positivos a nuestra vida.
EliminarEn cuanto a tu segundo apartado, procuro no hacer juicios acerca de las personas, aunque es una realidad que no todas las personas pueden ser compatibles con nosotros. Incluso, pueden serlo en una época y, luego, resultar ser completamente ajenos a nuestra vida. En este caso, del escrito, me refería a una compañera que era una persona totalmente neutra para mí y de la que no sabía nada de su vida o, al menos, no lo recordaba. Ya nunca será una desconocida para mí.