sábado, 24 de septiembre de 2016

Los derechos asertivos, contra los intentos de manipulación ajenos




Según el Diccionario de la Real Academia Española, asertivo, es un adjetivo “afirmativo”. Dicho de una persona: “Que expresa su opinión de manera firme”.

Ser asertivo significa confiar en uno mismo y en nuestra capacidad para resolver las dificultades que se nos presenten en nuestro trato con los demás, expresando nuestras opiniones, lo que pensamos y lo que sentimos, de manera firme.

Es fundamental que no renunciemos a nuestra dignidad ni al respeto por nosotros mismos; al patrimonio que supone gobernar nuestra propia existencia y a nuestro intransferible derecho a decidir sobre nuestra forma de actuar.

Debemos tener bien claro que, si nosotros no se lo permitimos, nadie puede manipular nuestras emociones, con la torticera finalidad de conseguir algo que nosotros no queremos.

Algunas personas intentarán conseguir, de nosotros, lo que ellos quieren, esgrimiendo sus propias convicciones acerca de cómo "debemos" comportarnos todos; usándolas como si fueran dogmas que no pueden ser cuestionados ni desobedecidos.

En realidad, no dejan de ser simples normas que se han ido inventando sobre la marcha y que se transmiten a otras personas, sin que nadie cuestione la veracidad y la validez de las mismas. Si alguien se siente inseguro y preocupado por la falta de pautas de comportamiento, llegará a inventarse un buen número de ellas, aunque sean arbitrarias.

Esas creencias y normas contradicen directamente nuestros derechos asertivos, precisamente, la estructura sobre la cual se construyen las conexiones positivas entre las personas, tales como la confianza, la comprensión, el afecto, la intimidad y el amor.

La relación de derechos asertivos está formada por afirmaciones o declaraciones acerca de nosotros mismos. Es un listado de nuestras verdaderas responsabilidades para con nosotros, así como de la imperativa necesidad de señalar unos límites, para que los demás sepan lo que pueden esperar de nosotros. Quedarán claramente señalizados cuáles son aquellos puntos que no permitiremos sean sobrepasados.

Examinemos nuestro derecho asertivo primordial, del que se derivan todos los demás derechos asertivos: nuestro derecho a juzgar, en última instancia, todo lo que somos y todo lo que hacemos.

Cuando vivimos de acuerdo a este derecho asertivo, tomamos sobre nuestros hombros la responsabilidad de nuestra propia existencia y despojamos de esa responsabilidad a los demás.

Parece del más estricto sentido común que, cada uno, decida lo que quiera pensar, decir o hacer. Sin embargo, cuanto más intensa haya sido la influencia manipulativa y no asertiva que hayamos soportado, tanto más probable será que tengamos dificultades para aceptarlo como un derecho de los demás; y aún, de nosotros mismos.

La persona no asertiva se resistirá a reconocer los derechos asertivos de los demás, por considerar que confieren un poder excesivo. Como medida de autoprotección, este sujeto pretenderá manipularnos psicológicamente, esgrimiendo normas y pautas de bondad, de maldad o de justicia; con el exclusivo fin de rechazar todo cuanto pudiera entrar en conflicto con sus deseos, gustos o intereses personales.

Lo dramático es que, el manipulador, no se da cuenta de que, lo único que necesitaría, sería decir claramente lo que quiere; interactuando con la otra persona, para intentar conseguir aquello que desea o, por lo menos, llegando a acuerdos que sean beneficiosos para ambos.

A continuación, expongo un largo listado de derechos asertivos. Evitando la tentación de reducir la lista, no quise excluir algunos o fundirlos en nuevos enunciados. Sugiero que se lean despacio, reflexionando sobre ellos; pensando si tenemos dificultades de aplicación, por haber tenido que sufrir la interferencia de otras personas.

No olvidemos que, si nosotros tenemos todos esos derechos, los otros también los tienen. En ocasiones, será necesario negociar con los demás la forma de implementarlos.

Mi contacto inicial con el tema de la asertividad tuvo lugar cuando me encontré con un listado que contenía los primeros diez derechos de la lista.  Años después, descubrí el tratado de Smith sobre la asertividad, quien se explaya en la explicación de tales derechos. Ha sido mi pretensión, mediante el presente escrito, hacerles llegar una aproximación de los conceptos que constituyen el núcleo de este tema.



DERECHOS ASERTIVOS

Yo tengo derecho a juzgar mis comportamientos, mis pensamientos y mis emociones y a tomar la responsabilidad de su inicio y de sus consecuencias.

Yo tengo derecho a no dar razones, o excusas, para justificar mi comportamiento.

Yo tengo derecho a juzgar si me incumbe, o no, la responsabilidad de encontrar soluciones para los problemas de otras personas.

Yo tengo derecho a cambiar de parecer.

Yo tengo derecho a cometer errores...  y a ser responsable de ellos.

Yo tengo derecho a decir "no lo sé".

Yo tengo derecho a actuar, independientemente de la buena voluntad de los demás. (No podemos vivir en el miedo permanente de herir los sentimientos ajenos).

Yo tengo derecho a tomar decisiones ajenas a la lógica.

Yo tengo derecho a decir "no lo entiendo".

Yo tengo derecho a decir "no me importa".

Yo tengo derecho a determinar cuáles son mis necesidades, a establecer mis prioridades y a tomar mis propias decisiones.

Yo tengo el derecho a tener y a expresar mis sentimientos.

Yo tengo derecho a ser el juez último de mis sentimientos y a aceptarlos como válidos.

Yo tengo derecho a tener y a poder expresar mis opiniones y creencias.

Yo tengo derecho a evolucionar, intelectual y emocionalmente.

Yo tengo derecho a cambiar de idea, de opinión o de forma de actuar.

Yo tengo derecho a intentar cambiar lo que no me satisface.

Yo tengo derecho a ser independiente.

Yo tengo derecho a decidir qué hacer con mis propiedades, con mi cuerpo, con mi tiempo, etcétera, mientras no se violen los derechos de otras personas.

Yo tengo derecho a expresar una crítica y a protestar por lo que considero un trato injusto.

Yo tengo derecho a pedir una aclaración.

Yo tengo derecho a pedir ayuda o apoyo emocional.

Yo tengo derecho a sentir y a expresar el dolor.

Yo tengo derecho a ignorar los consejos de los demás.

Yo tengo derecho a estar solo, aun cuando los demás deseen mi compañía.

Yo tengo derecho a no responsabilizarme de los problemas de los demás.

Yo tengo derecho a no anticiparme a los deseos y necesidades de los demás y a no tener que intuirlos o adivinarlos.

Yo tengo derecho a responder; o no hacerlo.

Yo tengo derecho a ser tratado con respeto.

Yo tengo derecho a ser escuchado y tomado en serio.

Yo tengo derecho a tener mis propias necesidades y a que sean tan importantes como las de los demás.

Yo tengo derecho a ser el primero, algunas veces.

Yo tengo derecho a pedir lo que quiero, dándome cuenta de que también mi interlocutor tiene derecho a decir “NO”.

Yo tengo derecho a decir “NO”, sin sentir culpa alguna.

Yo tengo derecho a tener éxito.

Yo tengo derecho a gozar y a disfrutar.

Yo  derecho a mi descanso y a tener momentos de soledad.

Yo tengo derecho a superarme, aun a expensas de superar a los demás.

Yo tengo derecho a recibir el reconocimiento por un trabajo bien hecho.

Yo tengo derecho a pedir información y a ser informado.

Yo tengo derecho a obtener aquello por lo que pagué.

Yo tengo derecho a decidir no ser asertivo.


Yo tengo derecho a ser feliz. 




Nota:

Según una amiga, faltaba uno que lo resume todo: "Yo tengo derecho a ser feliz".

Para los que se encuentren  interesados en tener el listado de los derechos asertivos, en un archivo independiente, pueden acudir al siguiente enlace:


RELACIÓN DE DERECHOS ASERTIVOS





Referencias bibliográficas:

SMITH, Manuel J.: “CUANDO DIGO NO ME SIENTO CULPABLE”, Editado por Grijalbo, Barcelona.

CASTANYER, Olga: “La Asertividad: Expresión de una sana autoestima”.

Artículo en Internet: Carta de los derechos humanos asertivos.  




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