A
continuación, les adjunto un pequeño extracto de los pensamientos irracionales
más habituales, los cuales tienen una gran influencia sobre nuestra autoestima
y sobre nuestra forma de ver a las demás personas o al mundo en general.
Generalización excesiva: a
partir de un hecho aislado, positivo o negativo, se hace una regla general y
universal. Si se fracasó una vez, se entiende que siempre se fracasará. Si algo salió bien, se cree que siempre será
igual. Utiliza términos como nunca,
siempre, todo, cada, ninguno, nadie, ni uno, todos, todo el mundo.
Designación global o etiquetación errónea: se utilizan
automáticamente denominaciones peyorativas, en forma de etiquetas, para referirse a uno mismo o a los demás, en vez de
describir con exactitud las cualidades de cada cual. Supone la aplicación de
etiquetas estereotipadas a clases enteras de personas, cosas, conductas y
experiencias. Se utilizan frases como “soy un fracasado”, “es un farsante”,
“mis esfuerzos son inútiles”.
Filtro mental: se
atiende selectivamente a lo negativo, o a lo positivo, y se ignora el resto de la información. Es como si la
información se viera con unas lentes de color oscuro o rosa.
Pensamiento polarizado: también
conocido como todo o nada, se
caracteriza por llevar las cosas a sus extremos. Se ven las situaciones y las
características personales en términos
absolutos y radicalmente opuestos, sin un término medio. Blanco o negro, bien o mal, héroe o villano, borracho o sobrio.
Tiene que ser perfecto o, de lo
contrario, no vale nada.
Autoacusación: se
inculpa de todos los fallos, de ser tosco, perezoso, descentrado, incompetente o cualquier otra cosa,
aunque no sea responsable de ello. Se culpa de cosas que sólo marginalmente están bajo su control, como su mala
salud o la forma de reaccionar de los demás. Si la autoinculpación es un hábito
profundamente arraigado, puede hallarse incluso responsable de cosas que obviamente no están bajo su control, como
el tiempo, los horarios de vuelo, etc.
Personalización: se
supone que todo tiene algo que ver con uno mismo y se compara negativamente con
los otros. Se considera el causante de algún hecho negativo externo, del cual,
en realidad, no ha sido básicamente responsable.
Conclusiones
apresuradas: comportan
una interpretación negativa, aunque no existan hechos definidos que fundamenten
dicha conclusión. Pueden tomar la forma de:
-Lectura del pensamiento: decide
arbitrariamente que alguien está reaccionando de modo negativo con respecto a
uno y no se toma la molestia de averiguar si es así. Puede suponer que no gusta
a los demás, que no se interesan por él; sin que existan evidencias reales de
que sus suposiciones sean correctas.
-El error del adivino:
considera que las cosas resultarán mal y está convencido de que su predicción
es un hecho inamovible.
Descalificación
de lo positivo: se rechazan las
experiencias positivas, insistiendo en que “no cuentan”, por una u otra razón.
De este modo, puede mantener una creencia negativa que se contradice con sus
experiencias cotidianas.
Enunciación
“debería”: trata de motivarse con
“deberías” y “no deberías”, como si tuvieran que azotarle y castigarle antes de
esperar que haga algo. La consecuencia emocional es la culpa. Al dirigir este
tipo de declaraciones hacia los demás, puede sentir irritación, frustración y
resentimiento, cuando no hacen lo que él considera que sería preciso que
hicieran.
Magnificación
o minimización: exagera
o reduce la importancia de alguna situación, de un hecho o de ciertas
características. Es el llamado “truco de los binoculares”, que amplifica sus
propios méritos y reduce sus defectos, haciendo lo opuesto con los de los
demás. Pero, en otras ocasiones, lleva a término esta operación justamente a la
inversa.
Falacias de control: pueden
darse en forma de control excesivo,
cuando cree que tiene una gran responsabilidad acerca de todo o de todos; o
bien, puede pensar que tiene poco o
ningún control sobre lo que sucede, que es una víctima desamparada.
Razonamiento emocional: supone
que las emociones que siente, sean positivas o negativas, reflejan
necesariamente lo que son las cosas en la realidad.
Otros:
La falacia del cambio: espera que los demás cambien si los presiona a modificar
su comportamiento.
Tener razón: La persona está continuamente en un proceso
para probar que sus opiniones y acciones son correctas. Es imposible
equivocarse y hará cualquier cosa para demostrar que está en lo correcto.
Bibliografía:
BURNS, David,
Sentirse bien, Ed. Paidós, Barcelona.
GAJA JAUMEANDREU, Raimon., Bienestar,
autoestima y felicidad. Ed: Plaza & Janés, Barcelona.
McKAY, Matthew y FANNING, Patrick: Autoestima, evaluación y mejora. Ediciones Martínez Roca,
S.A., Barcelona.
Imagen encontrada en Internet, que forma parte de: https://www.youtube.com/watch?v=p9_xMt5IPxo
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