Sabemos que no todo es perfecto en la relación que mantenemos con otra persona y que, con toda probabilidad, nunca llegará a alcanzarse el grado de perfección que desearíamos. Porque, sin duda alguna, nos encontraremos con dificultades y comportamientos que lleguen a disgustarnos, ciertos elementos de su carácter o de su forma de enfrentar los problemas que tendremos que asumir, aun cuando no sean de nuestro agrado. Lo cual, incidirá en nuestra propia forma de pensar y de experimentar lo que sucede en nuestra relación.Además, cabe preguntarse si aquello que nosotros vemos como negativo, realmente lo es.Es posible que lo califiquemos de tal manera porque no se corresponda con lo que estábamos esperando encontrar. Puede ser que, a lo largo de la relación, nuestras formas de pensar, de sentir y de actuar hayan ido cambiando, haciendo que la comunicación y la comprensión hayan adquirido un mayor grado de dificultad. También, puede ser debido a que nosotros hayamos dado una interpretación muy distinta a lo que la otra persona haya querido expresarnos.Lo que proviene de los demás despierta en nosotros pensamientos, emociones, sentimientos, temores, los cuales influirán en la forma cómo respondamos en nuestras interacciones con ellos.Cuando nos encontramos con algo que no acabamos de comprender, pareciera que lo más lógico fuera pretender que el otro cambie, que actúe de otra forma. Llegamos a desear que sea diferente de como realmente es.Inconscientemente, tendemos a inculpar a la otra persona señalando que, a causa de su comportamiento, la relación ya no fluye como antes. Que son determinadas características suyas las que despiertan ciertas reacciones, en nosotros, que no son del todo positivas. Como consecuencia de todo lo cual, desearíamos que ella cambiase su forma de pensar o de actuar, sin tener en cuenta que nosotros no podemos pretender modificar la naturaleza ajena. Porque, lo único cierto es que, tan sólo podemos actuar sobre nosotros mismos, nunca sobre los demás.Por lo general, las dificultades que afrontamos en una relación son como consecuencia del comportamiento de cada una de las personas. No es válido imputar la responsabilidad a una sola. Tampoco, sirve de mucho establecer el porcentaje correspondiente a cada una de ellas.Cuando vemos que una relación no funciona con fluidez, sería conveniente preguntarse qué es lo que podríamos hacer para mejorarla. Deberíamos actuar, centrándonos en fortalecer aquellos aspectos positivos, quitándole importancia a aquella interpretación estrictamente personal, la cual hayamos calificado de negativa.La responsabilidad sobre tu vida es estrictamente tuya. De la misma manera que yo asumo la responsabilidad sobre la mía. Por lo tanto, si hay algo que no nos gusta, es responsabilidad de cada uno de nosotros, hacer los cambios que sean necesarios. Tú debes modificar aquellos comportamientos negativos que la relación te comporta y yo debo procurar cambiar aquellas cosas que voy viendo, sobre mi forma de pensar, de sentir o de actuar, que me hacen daño.A menudo, caemos en la tentación de aconsejar e indicar al otro lo que debería hacer. ¡Craso error! La experiencia nos demuestra que eso puede traernos consecuencias desagradables. No es recomendable pretender que otra persona actúe de forma diferente porque así lo deseemos nosotros. Suscribo plenamente la sentencia del gran escritor José Saramago:“He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro”.Imagen encontrada en internet, modificada para el blog. http://blogs.monografias.com/caminos-de-conocimiento/files/2009/07/amistad.jpg
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jueves, 12 de enero de 2017
Pretender que otro cambie
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Fenomenal e interesante artículo. Con el tiempo me doy cuenta que por naturaleza, tenemos la tendencia a aconsejar e intentar modificar la actitud del otro. Es por ello, que llegué la conclusión, qué antes de interpretar mal lo escuchado, intento empatizar, esté o no de acuerdo y puedo dar mi opinion respetando al otro.
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