No es
fácil ser padres.
A mi
modo de ver, ser padres es una de las labores más importantes de todas cuantas podamos
llegar a realizar en nuestras vidas. No obstante, la mayoría de las personas
que se enfrentan al reto de la paternidad y la maternidad no han recibido una
formación que les pueda servir de base para saber cómo actuar cuando les llega
una responsabilidad de tal calibre. Sólo cuentan con su experiencia adquirida
en el seno de una familia, la observación del comportamiento de otros padres e
hijos, sus reflexiones personales al respecto y lo que puedan haber leído o
escuchado sobre un rol tan fundamental.
Lamentablemente,
algunos progenitores no son conscientes de la gran trascendencia que tendrá, en
la vida de sus hijos, el ejemplo que ellos les den. Tampoco lo son, de las consecuencias que se derivarán de su forma de conducir las diferentes situaciones que aparezcan durante el
largo proceso de desarrollo y crecimiento de los vástagos, período en el cual
se hace necesaria y exigible darles la mejor educación posible. Actúan de
manera despreocupada y reaccionan impulsivamente frente a las dificultades que
se les presentan. Son unos padres que no preparan a sus hijos para la vida y
que no se enteran de muchas de sus necesidades afectivas.
Otros
progenitores se excederán en sus competencias, pensando que en todo momento deben proteger a
sus hijos. Hacen lo que los niños deben aprender a hacer por sí mismos y
piensan que, como padres, tienen el deber de solucionarles cuantos problemas o
dificultades se les puedan ir presentando. Así, les harán dependientes,
inseguros, con poca confianza en sus propias capacidades o estarán criando unos
pequeños tiranos, exigentes y con poca habilidad para comprender a los demás.
Quiero hacer énfasis en el hecho de que, en muchos casos, se
llega a la maternidad, o a la paternidad, sin saber casi nada del oficio. Cuando lo cierto es que, ser
padres, es uno de esos trabajos en los que es muy necesaria la formación
continua y una dedicación que exigirá mucho de cada uno de los miembros de la
pareja. Será preciso descubrir y atender las diferentes necesidades de nuestros
hijos. Procurando que ellos adquieran confianza en sí mismos, desarrollen los
recursos propios para ser protagonistas de su propia vida y sepan solucionar
las dificultades que les surjan. Sin olvidar que deberán tener muy presente colaborar
con el resto de los miembros de la familia.
Deberemos
ocuparnos del cuidado diario y proporcionarles aquello que nuestros hijos
puedan precisar. Seremos sus guías, les apoyaremos y les orientaremos en su
desarrollo personal. Teniendo muy en cuenta que ellos aprenden más, de nuestro ejemplo, de lo que ven en
nuestro comportamiento, que de todo aquello que les decimos.
Para poder
llevar a cabo la tarea de ser padres, es necesario trabajar en uno mismo.
Procurar ser una buena persona, conocerse y aprender a afrontar las situaciones
que la vida nos vaya presentando. Ejercitarse en la solución de los problemas,
no permitiendo que estos nos desborden. Y, si esto pudiese ocurrir, deberemos
dedicarnos tiempo, cuidarnos y pedir las ayudas que requiramos, para poder
estar en capacidad de seguir cuidando de nosotros y de nuestros hijos. En
paralelo, debemos contribuir a que nuestros hijos también se conozcan a sí
mismos y a los demás, que respeten a las otras personas, que aprendan a superar los obstáculos que
surjan, con mesura y responsabilidad. Es conveniente que ellos entiendan
que deberán solicitar la ayuda, el consejo y el apoyo de otros cuando no sepan
cómo actuar. Desde pequeños, deben aprender a ser responsables de sus objetos
personales, de sus ocupaciones y, también, de gestionar sus emociones ante lo
que les sucede. Es imperativo que adquieran fortaleza emocional, un buen
conocimiento de cómo son y una sana autoestima que les ayude a afrontar las
adversidades.
Nuestros
hijos necesitan de nuestro cariño, de nuestra atención y de nuestro soporte, mientras
van creciendo, madurando y aprendiendo a ser responsables de su propia vida.
Pero, siempre, en su justa medida. En mi opinión, aquí radica una de las mayores
dificultades para que los padres puedan cumplir con su rol, de una manera
exitosa: lograr un buen equilibrio.
En la mayoría de las ocasiones,
acertaremos en nuestra forma de actuar. Sin embargo, en otras, nos daremos
cuenta de que nos estamos equivocando. Cuando esto suceda, lo realmente
importante es que sepamos rectificar.
Imagen: de 123RF, 9443075-family-in-car-going-on-vacation-vector-illustration1
Has dado en el clavo. La cuestión no es el hecho de reconocer que no hemos equivocado para asumir el "mea culpa", más bien adquirir la responsabilidad de buscar una solución para conducir a nuestros hijos hacia un equilibrio en el cual puedan crecer y evolucionar. Fantástico artículo.
ResponderEliminarGracias, Paloma. Me gusta lo que has comentado. No es suficiente reconocer que nos hemos equivocado, lo principal es rectificar, con ayudas, si es necesario. Es más, nos equivocaremos más si actuamos a espaldas de nuestros hijos o sin su intervención.
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