miércoles, 25 de enero de 2017

El equilibrio que deben mantener los padres




No es fácil ser padres.

A mi modo de ver, ser padres es una de las labores más importantes de todas cuantas podamos llegar a realizar en nuestras vidas. No obstante, la mayoría de las personas que se enfrentan al reto de la paternidad y la maternidad no han recibido una formación que les pueda servir de base para saber cómo actuar cuando les llega una responsabilidad de tal calibre. Sólo cuentan con su experiencia adquirida en el seno de una familia, la observación del comportamiento de otros padres e hijos, sus reflexiones personales al respecto y lo que puedan haber leído o escuchado sobre un rol tan fundamental.

Lamentablemente, algunos progenitores no son conscientes de la gran trascendencia que tendrá, en la vida de sus hijos, el ejemplo que ellos les den. Tampoco lo son, de las consecuencias que se derivarán de su forma de conducir las diferentes situaciones que aparezcan durante el largo proceso de desarrollo y crecimiento de los vástagos, período en el cual se hace necesaria y exigible darles la mejor educación posible. Actúan de manera despreocupada y reaccionan impulsivamente frente a las dificultades que se les presentan. Son unos padres que no preparan a sus hijos para la vida y que no se enteran de muchas de sus necesidades afectivas.

Otros progenitores se excederán en sus competencias, pensando que en todo momento deben proteger a sus hijos. Hacen lo que los niños deben aprender a hacer por sí mismos y piensan que, como padres, tienen el deber de solucionarles cuantos problemas o dificultades se les puedan ir presentando. Así, les harán dependientes, inseguros, con poca confianza en sus propias capacidades o estarán criando unos pequeños tiranos, exigentes y con poca habilidad para comprender a los demás.

Quiero hacer énfasis en el hecho de que, en muchos casos, se llega a la maternidad, o a la paternidad, sin saber casi nada del oficio. Cuando lo cierto es que, ser padres, es uno de esos trabajos en los que es muy necesaria la formación continua y una dedicación que exigirá mucho de cada uno de los miembros de la pareja. Será preciso descubrir y atender las diferentes necesidades de nuestros hijos. Procurando que ellos adquieran confianza en sí mismos, desarrollen los recursos propios para ser protagonistas de su propia vida y sepan solucionar las dificultades que les surjan. Sin olvidar que deberán tener muy presente colaborar con el resto de los miembros de la familia.

Deberemos ocuparnos del cuidado diario y proporcionarles aquello que nuestros hijos puedan precisar. Seremos sus guías, les apoyaremos y les orientaremos en su desarrollo personal. Teniendo muy en cuenta que ellos aprenden más, de nuestro ejemplo, de lo que ven en nuestro comportamiento, que de todo aquello que les decimos.

Para poder llevar a cabo la tarea de ser padres, es necesario trabajar en uno mismo. Procurar ser una buena persona, conocerse y aprender a afrontar las situaciones que la vida nos vaya presentando. Ejercitarse en la solución de los problemas, no permitiendo que estos nos desborden. Y, si esto pudiese ocurrir, deberemos dedicarnos tiempo, cuidarnos y pedir las ayudas que requiramos, para poder estar en capacidad de seguir cuidando de nosotros y de nuestros hijos. En paralelo, debemos contribuir a que nuestros hijos también se conozcan a sí mismos y a los demás, que respeten a las otras personas,  que aprendan a superar los obstáculos que surjan, con mesura y responsabilidad. Es conveniente que ellos entiendan que deberán solicitar la ayuda, el consejo y el apoyo de otros cuando no sepan cómo actuar. Desde pequeños, deben aprender a ser responsables de sus objetos personales, de sus ocupaciones y, también, de gestionar sus emociones ante lo que les sucede. Es imperativo que adquieran fortaleza emocional, un buen conocimiento de cómo son y una sana autoestima que les ayude a afrontar las adversidades.

Nuestros hijos necesitan de nuestro cariño, de nuestra atención y de nuestro soporte, mientras van creciendo, madurando y aprendiendo a ser responsables de su propia vida. Pero, siempre, en su justa medida. En mi opinión, aquí radica una de las mayores dificultades para que los padres puedan cumplir con su rol, de una manera exitosa: lograr un buen equilibrio.

En la mayoría de las ocasiones, acertaremos en nuestra forma de actuar. Sin embargo, en otras, nos daremos cuenta de que nos estamos equivocando. Cuando esto suceda, lo realmente importante es que sepamos rectificar.
  

Imagen: de 123RF, 9443075-family-in-car-going-on-vacation-vector-illustration1




2 comentarios:

  1. Has dado en el clavo. La cuestión no es el hecho de reconocer que no hemos equivocado para asumir el "mea culpa", más bien adquirir la responsabilidad de buscar una solución para conducir a nuestros hijos hacia un equilibrio en el cual puedan crecer y evolucionar. Fantástico artículo.

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    1. Gracias, Paloma. Me gusta lo que has comentado. No es suficiente reconocer que nos hemos equivocado, lo principal es rectificar, con ayudas, si es necesario. Es más, nos equivocaremos más si actuamos a espaldas de nuestros hijos o sin su intervención.

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