domingo, 9 de julio de 2017

La utilización deliberada del azar: una técnica de pensamiento lateral



Mientras que, con frecuencia, la creatividad, la perspicacia, la intuición, el ingenio y el humor hacen su aparición de forma espontánea, o nosotros no somos conscientes de cómo se ha llegado a esos resultados, el pensamiento lateral es utilizado de manera intencional. Se trata de una forma de aplicar la mente a un tema o problema dado, reestructurando la información disponible a partir de nuevos enfoques o utilizando ciertas técnicas que nos ayudarán a obtener resultados novedosos.

La utilización del azar es una técnica de pensamiento lateral, propuesta por Edward De Bono, que emplea toda clase de información; tanto la próxima, como la que pueda parecer ajena al problema. En ocasiones, cuanto menos tenga en común con la situación sobre la que estemos trabajando, más efectiva será.

Los estímulos aleatorios pueden encontrarse mediante la exposición a los mismos o por un deliberado proceso de selección.

A continuación, se indican algunas formas de estimulación al azar por exposición:

Aceptación de estímulos al azar. En lugar de excluir la información que parece no tener que ver con el tema sobre el cual estamos trabajando, se la utiliza para ver lo que nos puede aportar para solucionar el problema.

Exposición a las ideas de otros. En una reunión, lo que se haya expuesto por alguno de los participantes sirve de estímulo para extraer otras ideas que pueden llegar a ser muy distintas de las inicialmente planteadas. Escuchar otros puntos de vista, aun cuando no se esté de acuerdo con ellos, puede proporcionarnos el necesario estímulo creativo.

Exposición a las ideas provenientes de ámbitos completamente diferentes. Leer sobre otros temas o conversar con personas que se dedican a campos distintos al nuestro, puede servir de estímulo para conseguir una idea novedosa o darnos cuenta de otros puntos de vista sobre el tema que está ocupando nuestra atención.

Exposición física a estímulos aleatorios. Puede suceder al dar un paseo por un lugar en el que se hallen multitud de diferentes objetos, como unos grandes almacenes o una tienda de juguetes. O al asistir a una feria comercial o industrial, en la que se exponen géneros que nada tienen que ver con el asunto sobre el que estamos trabajando.

La efectividad de este método exige la plena consciencia de que no se busca nada en concreto. No deseamos encontrar objeto alguno que tenga relación con el tema, ni tenemos la intención de discutir el problema con ninguna otra persona para ver cuáles son sus opiniones al respecto.
 
Ahora, procede que nos adentremos en el deliberado proceso de selección  del estímulo aleatorio:

(Antes, me parece oportuno puntualizar que, a causa del carácter pasivo de la atención, aun cuando no se busque nada relacionado con el tema que se esté manejando, se tiende a tener en cuenta aquellas ideas u objetos que presenten algo en común con el asunto en cuestión. Inconscientemente, se escoge lo que esté relacionado con nuestro objeto de pensamiento y se desecha cualquier información que parezca diferir o que guarde poca relación con lo que estamos estudiando. Para sustraerse a esa tendencia natural de la atención se puede elegir de forma deliberada algún estímulo aleatorio.)

La selección de un libro utilizando algún criterio establecido de antemano. Por ejemplo, según el sitio que ocupa en la biblioteca: “el tercer ejemplar de la estantería superior, de derecha a izquierda”. En función del tipo de encuadernación, ya sea en tela, piel o papel. O por la materia, Geografía, Historia, Literatura. Una vez obre en nuestras manos, abrimos el libro del que se trate y leemos aleatoriamente cualquier página o el primer artículo que encontremos.
   
La elección formal de algún objeto de las inmediaciones. Por ejemplo, el objeto rojo más cercano, el primer objeto que encontremos a la derecha, el tercer juguete que encontremos al introducir la mano en un cesto.

El uso de un diccionario para elegir una palabra al azar. Es un procedimiento de fácil aplicación. Para que el estímulo sea realmente casual, se eligen de antemano un número de página y otro número para la selección de la palabra en dicha página. O bien, se escoge sólo este segundo número y se abre el diccionario por la primera página que salga. Lo que no debe hacerse es abrir el diccionario y buscar una palabra que nos guste. Ello anularía el carácter casual del estímulo y la efectividad del intento.

Los sustantivos son más fáciles de utilizar que los adjetivos, los adverbios o los verbos, por lo que uno continúa hacia abajo hasta que encuentre el primer sustantivo, que será nuestro estímulo al azar. No se debe escoger más de un sustantivo por sesión. Aunque la palabra escogida nos parezca difícil o irrelevante, debemos permanecer con ella. Si la desecháramos y escogiéramos otra, empezaría a funcionar nuestra voluntad y dejaría de ser algo aleatorio. De Bono afirma que las mejores ideas suelen surgir de las palabras poco prometedoras, aquellas que estamos tentados a rechazar.

A continuación, se relaciona la palabra encontrada con el tema sobre el que deseamos obtener nuevas ideas y se anotan las diferentes sugerencias que se nos puedan ocurrir, sin cuestionarlas ni profundizar en ellas, por el momento. Se pueden utilizar la definición, las diferentes acepciones de la palabra elegida al azar, los sinónimos, los antónimos, palabras derivadas o relacionadas con ella o cualquier cosa que nos sugiera, como una canción, una metáfora... No existe una manera correcta de utilizar el término que escogemos. Se tiene en cuenta solamente como estímulo para nuestro pensamiento.

Una vez encontrada, prestaremos atención a la palabra aleatoria y a nuestra situación problemática. Poco a poco, irá apareciendo algún vínculo entre ellas e iremos generando ideas en todas las posibles direcciones. Al igual que sucede con otras técnicas propuestas por el autor, si hemos desarrollado habilidad en su manejo, tres minutos podrá ser un tiempo adecuando para relacionar cualquier problema con una palabra al azar. Para quienes comiencen, pueden intentarlo durante cinco minutos, procurando encontrar las conexiones que se nos ocurran entre el sustantivo y el problema. Si pareciera que cuesta encontrar esos enlaces, se podría alargar hasta un máximo de diez minutos, ya que si se prolongara más podría ser aburrido y se perdería efectividad en la utilización de esta técnica. Sería mejor utilizar otra técnica de pensamiento lateral y, en otra oportunidad, se puede buscar una nueva palabra al azar.
  


Bibliografía:

DE BONO, Edward: “El pensamiento lateral”, Ediciones Paidós.

DE BONO, Edward: “Lateral Thinking for Management”, Penguin Books.



Imagen encontrada en Internet, modificada para el blog.




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