domingo, 30 de julio de 2017

Cultura japonesa: Kenji Suzuki, en defensa de los viejos





El seminario se había dado, prácticamente, por finalizado y la media docena de alumnos asistentes al mismo habían cerrado sus libretas y cuadernos de apuntes. Pero, al ayudante adjunto a la Cátedra de Filosofía se le había ocurrido hacer una consideración sobre el respeto debido a las personas mayores, la cual, todo el mundo hubiera pasado por alto, de no ser por la observación que hizo el único estudiante japonés, matriculado en la Facultad. Se llamaba Kenji Suzuki y sus palabras dieron origen a un improvisado debate.   

-Yo opino todo lo contrario, profesor -dijo, Isabel, impaciente por intervenir - . A partir de un cierto momento, las personas mayores son incapaces de seguir los desarrollos que, de una manera continuada e ininterrumpida, se producen en la sociedad -expuso, la alumna, con gran convicción-. -Lo cual, les conduce a perder el contacto con la realidad.

-¿A qué realidad  te refieres?

-A la que se configura como consecuencia de la aparición de nuevas tecnologías, nuevas formas de comunicación y de relación -contestó, la becaria, con entusiasmo-. A una manera distinta que los jóvenes tenemos de vivir la vida, sin  importarnos la raza, el idioma, la religión o la tendencia sexual de las personas.

-Como consecuencia de la cual, la sociedad se transforma en algo distinto -le interesó deducir al ayudante del catedrático, con cierta carga de ironía.  

-¡Claro! Yo me refiero a la aparición de nuevos principios y nuevos valores morales, los cuales, serán sustitutivos de aquellos que habrán quedado obsoletos.

-¿Cuáles son los principios que habrán quedado obsoletos? -preguntó, Kenji Suzuki.

-Todos los que se derivan del desmedido interés por el dinero y las riquezas -respondió, Isabel, con gran convicción-. La pasividad ante las prácticas corruptas, el tráfico de armas y la guerra. La insensibilidad ante la precaria situación laboral de las personas y el drama que viven los refugiados. La falta de respeto por los animales, el menosprecio por la naturaleza, que se traduce en continuados ataques contra el medio ambiente…

-Disculpe, señorita -intervino, el profesor-. Usted, está denunciando acertadamente la vulneración del ordenamiento jurídico y de ciertas normas de conducta, pero, ninguno de los ejemplos que ha expuesto implica la aparición de un nuevo valor moral o principio sustitutivo. Por otro lado, ¿qué tendría esto que ver con el exigible respeto hacia las personas mayores?

-¡Todo! -explotó, Isabel- Las personas mayores son las que han permitido que se instale tan detestable escala de valores en la sociedad. No pretenderá que seamos, los jóvenes, los responsables de semejantes desmanes, ¿verdad?

-Niños, jóvenes, adultos, personas mayores y  ancianos -enumeró, Kenji, sin levantar la voz-. Todos cuantos conformamos la sociedad, somos los responsables, sin excepción, de nuestra propia salud moral y ética. Sin embargo, me parece injusto, Isabel, que  imputes exclusivamente, a nuestros ancianos, la autoría de las conductas que has relatado.

-¡A mí, también me lo parece! -saltó, Eugenia, quien estaba sentada en un extremo de la mesa- De hecho, la mayor parte de las tropelías que has mencionado, se han puesto de manifiesto en los últimos años. ¡Nunca, antes, se había llegado a semejante grado de deterioro!

-Por lo tanto, atribuirlas a nuestros abuelos sería cometer una injusticia -concluyó, Damián.

-Los países evolucionan gracias a la cultura, a la sabiduría y a los conocimientos heredados de nuestros mayores -añadió, Kenji Suzuki-. De lo contrario, hubiera sido una utopía llegar a los niveles de desarrollo en los que nos encontramos.

-Se lo debemos a los valores morales y éticos que hemos elegido y al cumplimiento de las leyes que nos hemos dado entre nosotros -dijo el profesor-. También, al fiel cumplimiento de los principios básicos que informan a la especie humana -añadió, el adjunto a la cátedra de Filosofía-. ¡Pregúntense, por favor, cuánto tiempo duraría el universo, si se vulnerara el principio que informa la ley de la gravedad!

-La denuncia que ha hecho Isabel es una triste realidad -continuó, diciendo, Kenji Suzuki-. Pero, cuando uno se detiene a reflexionar un poco, se da cuenta de que, por muchos que parezcan, la situación que cada sociedad vive es consecuencia del engaño de unos cuantos políticos, funcionarios y empresarios corruptos. ¡Sólo de unos cuantos! Que abusan del trabajo, de la honestidad y del esfuerzo de la enorme mayoría.

-¡Efectivamente! -exclamó, Isabel, con gran excitación-. Razón por la cual, yo decía que corresponde a los jóvenes vencer el pernicioso aborregamiento en el que se encuentra, hoy, el mundo. ¡Remover las conciencias de todos y establecer unos nuevos principios!

-No vuelvas a confundirte, Isabel. Bastaría respetar los principios que permiten la recta evolución de nuestra sociedad y cumplir con las leyes que, entre todos, nos hemos otorgado -dijo, el responsable del seminario.

-Agradeciendo y respetando los esfuerzos que han hecho nuestros abuelos, los cuales nos han permitido el grado de tecnología y comodidad al que hemos llegado -pretendió concluir, Kenji Suzuki.

-Siendo de nuestra exclusiva responsabilidad progresar en la cultura y en los conocimientos; para lograr desarrollos que, en el día de hoy, no podemos ni tan siquiera imaginarnos -apostilló, el profesor, antes de dar por definitivamente concluido el seminario.
  



Imagen de Internet, modificada para el blog: https://pixabay.com/es/personas-mayores-pensionista-294088/



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