Desearía comenzar
este escrito, haciendo referencia a una frase de Oliveros F. Otero, que reflejé
en uno de los primeros artículos de este blog, titulado: ¿Qué es comunicar?
“Comunicar es poner lo propio en común”
Me sorprende
constatar cómo podemos llegar a tener un conocimiento tan escaso de algunas personas
a las que consideramos “cercanas” y, sin embargo, resultan estar a “años luz”
del planeta en el que vivimos. Aunque gozan de una gran proximidad, prescinden
de la facilidad de comunicación que tienen al alcance de la mano, la cual les
llevaría a lograr una relación más estrecha con nosotros.
Oliveros F.
Otero, nos decía que lo propio es todo aquello que sentimos, que
pensamos, que queremos, que deseamos, todo lo que nos motiva, lo que nos duele,
lo que nos hace reír y llorar; aquellas cosas que nos llegan a lo más íntimo,
los recuerdos, las vivencias, nuestros planes…
Tristemente, existen
miles de seres que crecen y viven “en
solitario”, rodeados de otros tantos, que también viven su vida, como si
estuvieran aislados, en las mazmorras de un castillo.
Llegan a creer que lo mejor que pueden hacer
es permanecer apartados de los demás, como si vivieran recluidos en una
fortaleza inexpugnable. Consideran que guardar para sí mismos la mayoría de sus
pensamientos, de sus sentimientos, de sus inquietudes, de sus sueños y de sus
deseos, es algo virtuoso.
¿Por qué sucede
esto? ¿Lo aprendieron desde pequeños, de quienes recibieron ese tipo de consignas?
¿Les hicieron daño, cuando quisieron expresarse desde lo más íntimo de su ser?
¿Se protegen, aislándose de los demás?
No es de extrañar
que, transcurridos los años, puedan llegar a sentir una gran soledad. Ese terrible sentimiento que les hace
sentirse aislados, a pesar de que puedan tener gente cerca de ellos. Ese tremendo
dolor que produce la soledad, cuando se apodera de nosotros.
Me cuesta pensar que
estas personas puedan vivir así, a medias, siempre de cara a la galería. Que se
conformen con tener unas relaciones “formales”, educadas, sin compartir la más
mínima inquietud, o alegría, con los demás.
No se abren a
otros, ni permiten que otros lo hagan con ellos. Siguiendo el ejemplo que han
tenido, no invitan a compartir absolutamente nada de lo que les es propio.
Guardan en su interior, aquello que consideran que es negativo y que no es bueno expresar: lo que les duele, lo que les
preocupa, lo que ellos consideran que son errores. Lo que temen, lo que les
molesta, lo que querrían cambiar de sí mismos pero no se han atrevido a hacerlo,
porque no saben cómo llevarlo a la práctica.
Tampoco,
mostrarán lo positivo suyo ni
elogiarán a los demás, pensando que es importante ser modestos, humildes,
sencillos. Que, a los demás, no les importa lo que tú quieras compartir con
ellos: tus proyectos, tus sueños, tus logros, lo que te gusta, lo que te
agrada, lo que deseas conseguir, lo que te gustaría recibir en tu trato con los
demás, lo que te emociona y te hace vibrar.
Cabe mencionar
que, jamás, permitirán compartir algunos contenidos específicos; al considerar
que, si los dieran a conocer, los demás
podrían pensar que son personas
débiles. Les enseñaron que formaban parte de su más estricta privacidad y
que deberían evitar aludir a los mismos.
Cuando no se
expresa lo
propio y no se está abierto a
escuchar al otro -con la finalidad de conocerse y tener una relación en
igualdad que sea gratificante para ambas partes-, es como si cada uno viviera
en su propio castillo, con el puente levadizo levantado o destruido.
Lo deseable sería
salir del castillo y permitir que otros puedan acercarse a ellos. Será preciso
quitarse las armaduras y las máscaras que han llevado durante tanto tiempo,
creyendo que formaban parte de sí mismos ¡Convendrá mostrarse a cara
descubierta!
Esta si que es la "verdadera" soledad. No compartir ninguna clase de ideas ni sentimientos y lo peor tampoco permitir que otros compartan lo suyo. Algunas veces uno se guarda algo para si mismo, pero no es lo comun. No se trata de gritar los problemas y situaciones dificiles a los cuatro vientos ni la felicidad en las esquinas. Pero si compartir un poco de ellas con las personas que sabemos que nos escucharan.
ResponderEliminarSi, es una gran soledad. Lo peor es que esa soledad, posiblemente aprendida, arrastra a los que están a su alrededor al desconocimiento mutuo, a vivir cerca de personas que no se conocen realmente... Cuando se te impide comunicarte desde lo que te es propio, de alguna forma hay partes de ti que no se desarrollan. Las personas necesitamos del amor y de la proximidad afectiva, de que nos valoren y nos acepten tal como somos, para poder desarrollar una sana autoestima, confianza en nosotros mismos y en nuestras propias capacidades.
EliminarHay otra gran soledad aupada por nuestro sistema en decadencia, admirar a los que de manera ética o no, tienen dinero, nos muestran tantos antivalores juntos por minuto que ir en contra es ganarse el rechazo de muchas personas, callar es más inteligente aveces para la sanidad mental aunque no sea lo correcto.
ResponderEliminarGonzalo, a veces es conveniente callar ante ciertas personas o en algunas situaciones. Que eso no sea impedimento para realizar lo que consideramos que debemos hacer, cada uno desde su propia vida y con las personas que estén cerca de nosotros. Luchar por lo que consideremos que es valioso, transmitir otros valores que nos acerquen a los demás, que nos ayuden a comprenderles y a colaborar con ellos, en lugar de sólo competir.
EliminarYo considero que pese a habet expresado mis sentimientos y así haberme llevado una decepción del receptor... lo volvería a hacer. Prefiero estar en libertad, que dirigida por un/a manipulador/a disfrazado/a. Sigo expresando lo que siento, con todo el respeto y al que no le guste.. es su problema. No me siento sola para nada.
ResponderEliminarEso es bueno, Paloma. Aprender a distinguir cuándo es recomendable expresar lo que pensamos y sentimos y cuándo es más prudente callar y vivir nuestra vida, sin permitir que algunas personas pretendan dirigir la nuestra. Es una realidad que nuestra forma de ser y de actuar no será del agrado de todos, pero debemos ser fieles a nosotros mismos y rodearnos de quienes sí nos aceptan como somos y nos ayudan a ser mejores personas.
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