jueves, 23 de junio de 2016

Contra la violencia de género




“Al criminalizarse la violencia intrafamiliar, se está generando una ruptura del núcleo familiar, a partir de expresiones de violencia de ocasión...”

El concepto que, sobre la violencia de género, demuestra tener quien pronuncia estas palabras es realmente preocupante. Pero, pasa a ser alarmante, cuando es alguien que aspira a tener un relevante puesto en la Administración de su país, el que las vierte con la más absoluta convicción y firmeza; dando a entender cuál será su posición en un puesto de tan elevada responsabilidad, como al que se postula.

Parece más que evidente que su actuación influirá en las medidas concretas que se tomen, frente a los asesinatos de mujeres y la violencia de género. Las protestas, desde diferentes frentes, no se hicieron esperar, al igual que muchas opiniones acerca del tema.

Todo lo relacionado con la violencia de género es un asunto de suma importancia. Además de ser abordado desde la justicia, debe ser atendido desde muchas instituciones de la sociedad. Es más, todos estamos implicados en este problema. Si cerramos los ojos ante esta lacra social, estamos siendo cómplices de esa violencia y de los asesinatos a mujeres.

Lo que no puede hacerse, es dar ni medio paso atrás, en lo que se haya conseguido en cuanto a la legislación aplicable. Por el contrario, será importante mejorar las Leyes, extenderlas a aquellos actos de violencia que no estén contemplados en las mismas y procurar luchar, con ahínco, para que todos seamos conscientes de que, con la violencia de género, hay que tener tolerancia cero.

Insinuar que la ruptura familiar se debe a la denuncia de las mujeres, es absurdo. Decirlo, sería horripilante. Toda la violencia que se ejerce dentro de la familia, es lo que de verdad daña la unidad familiar. Y, así mismo, lo que daña la sociedad, es creer que porque nosotros no vemos esa violencia, ésta no existe.

¿En qué mundo vivimos? ¿Pretenden que las mujeres no denuncien los actos de violencia para preservar la unidad familiar? ¿Acaso eso es realmente una familia? Y, ¿cómo se pretende solucionar estos problemas por otros medios como la mediación y la conciliación?

No voy a negar que se pueda mejorar la convivencia de la pareja, en muy excepcionales casos, por medio de terapia, grupos de apoyo y otras intervenciones. La realidad, no obstante, es muy tenaz: cuando se ha instaurado la violencia, es casi imposible reconducir la vida familiar. La semilla de la ruptura del núcleo familiar había sido sembrada, desde mucho tiempo atrás.

Hay que hacer todo lo necesario para proteger a las mujeres, desde la justicia y desde todos los ámbitos de la sociedad.

Aquellas desafortunadas palabras hablan de “expresión de violencia de ocasión”, lo cual me produce verdaderos escalofríos. Una agresión es suficiente para que sea un acto abominable. Tampoco olvidemos que hay casos en los que, una única ocasión de violencia, ha traído como consecuencia la muerte de una mujer. Me estremece, porque todo acto de violencia de género y de maltrato, tanto psicológico como físico, tiene unas consecuencias inimaginables en la persona que lo recibe. Eso es como si dijéramos que ciertas formas de acoso sexual no son graves porque no ha habido una violación. ¡Por favor! ¡En qué mundo vivimos! Todos sabemos, lamentablemente, que la escalada en el nivel de la violencia es más que impredecible. Sin saber ni cómo ni cuándo, de repente, se pasa de un insulto a una vejación, y de allí, a una paliza, o a un homicidio.



Nota:

Les recomiendo la lectura de un libro, muy interesante, sobre el maltrato a las mujeres. Es de esos libros que nos aportan información muy valiosa. Su título, llegó a impactarme: “Mi marido me pega lo normal”, de Miguel Lorente Acosta. Uno se pregunta: ¿Se refiere a que su marido le pega porque es normal que los maridos lo hagan? ¿Le pega en la medida justa y necesaria? ¿En la cantidad normal, sin pasarse? ¿Verdad que suena terrorífico?








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