Quisiera que reflexionáramos sobre nuestra
participación en el mundo digital. Será diferente en función de la naturaleza
de cada internauta y tendrá en cuenta la influencia de un buen número de
elementos.
Variará de acuerdo a sus motivaciones, al tiempo del
que disponga, su estado de ánimo, lo que le preocupe o necesite en un momento
dado… Todo lo cual, afectará la frecuencia y las temáticas que publique en su
página personal o en los grupos a los que pueda pertenecer. También, influirá en
su forma de responder a lo que otros compartan.
Algunos internautas pasan casi inadvertidos. No
sabemos si ellos siguen o leen lo que otros publican, pues rara vez dejan un
comentario o una reacción en las publicaciones que se les ofrecen. Otros, solo
reaccionan ante ciertos contenidos, lo que nos lleva a recordar que siguen
formando parte de nuestra familia virtual. Hay quienes suelen dar su opinión, o
bien, trasladar sus comentarios, facilitando, de tal manera, nuestra recíproca
comunicación.
Me llama la atención que, a pesar de ser llamadas redes
sociales, se ponga escasamente en práctica la interacción con otras
personas. Hay quienes pareciera que publicasen para ellos mismos, guardando en
su página las imágenes y escritos que les parecen interesantes, prescindiendo
de sus amigos virtuales.
Otros, están buscando de manera constante la
aprobación de los demás y les afecta mucho la falta de respuesta a sus publicaciones.
Dentro de este grupo se encuentran quienes son aficionados a compartir fotos
personales, suyas o con familiares y amigos.
Los hay que juegan al despiste, compartiendo temas de
variada procedencia y temática. Algunos, poco trascendentes. Otros, que nos
invitarían a comentar y empezar un diálogo. Pero, nos abstenemos de hacerlo
ante el temor de que no sean bienvenidas
nuestras aportaciones.
Sin afán de ser exhaustivos, también encontraremos
páginas con temas personales y profesionales, en las que el internauta publica
lo que le parece interesante y quiere compartir con otras personas. En las
mismas, son bienvenidos los comentarios y se procura establecer un diálogo con
quienes quieran dejar plasmada su opinión.
Es innegable que las redes sociales nos permiten
entrar en contacto, indistintamente, con seres que viven en lugares cercanos, o
remotos. A estos últimos, sería casi imposible que llegáramos a conocer, si no
existiera internet. Resulta curioso constatar cómo establecemos un cálido
diálogo con personas lejanas, de mentalidad distinta a la nuestra, que, en
cambio, nos viene negado por individuos mucho más cercanos a nuestro propio
entorno. Es preciso tener especial cuidado, ya que la cercanía que
experimentamos puede ser ilusoria o pasajera. Por otro lado, como en cualquier otra
relación, esta deberá ser alimentada y cuidada por ambas partes, o se corre el
peligro de que se vaya diluyendo en el transcurso del tiempo.
La intervención en los grupos merece una mención
aparte. Como puntos positivos, si la comunicación es respetuosa, iremos
conociendo a nuevas personas con las que nos unen temas en común. Tendremos
acceso a contenidos diversos, encontrando información que sería difícil
descubrir en otros lugares. Pero, es preciso tener en cuenta que somos
diferentes en la manera de decir las cosas y de participar en las
conversaciones. Y, si no estamos atentos, pudiera ocurrir que demos pie a que
surjan fricciones innecesarias.
Imagen encontrada en internet, utilizada para el blog:
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