jueves, 22 de febrero de 2018

El conocimiento de la belleza en las personas





Desde tu infancia, la vida te ha ido presentando una gran variedad de experiencias, sobre todo, la posibilidad de conocer a muchas personas. Poco a poco, has ido descubriendo cómo eran y estoy segura que te has llevado unas cuantas sorpresas. Algunas de ellas, habrán sido negativas, al darte cuenta de que no eran como tú creías.  Afortunadamente, también te has sorprendido de forma positiva, cuando al cabo de los años, has descubierto que algunos seres, que conociste tiempo atrás, son encantadores y has logrado entablar una bonita relación con ellos.

Te habrás ido encontrando con seres maravillosos, con quienes te has sentido muy bien desde el principio y con los que ha sido fácil relacionarte, pues son amables, bondadosos y se presentan a ti como si fueran un libro abierto. También, habrás conocido a individuos que no te han inspirado confianza, con los cuales, has procurado tener muy poca relación; estrictamente, la que exigieran las circunstancias, por ser compañeros de colegio, familiares o parientes de personas conocidas.

Muy probablemente, los problemas se te habrán presentado con quienes te mostraban una aparente cercanía o con aquellos que tú creías, o te hicieron creer, que era necesario que mantuvieras una buena relación con ellos. Son personas que te muestran una doble cara, que parecen ser de una manera, pero, luego descubres lo diferentes que son de la percepción que tuviste, cuando se dieron los encuentros iniciales. Al estar en compañía de ellas, sientes una especie de vacío, hay algo dentro de ti que te dice que la relación no fluye, aunque te esfuerces para que las cosas funcionen. Puedes llegar a creer que algo falla en ti, al haberte creído las bondades que otros te contaban de tales personas. Hasta que, con el paso del tiempo, descubres que tu intuición te estaba alertando, que hicieras caso de tus apreciaciones, que no era necesario entregar tu corazón a quienes no sabían apreciar el amor que les dabas, faltos de la más mínima sensibilidad, totalmente incapaces de corresponder a las demostraciones de cariño que reciben.

Sabemos que, a veces, no es fácil llegar a comprender cómo son algunas personas y  aceptamos su particular forma de proceder; sin pretender que cambien, sin hacernos ilusiones y sin crearnos falsas expectativas.

Por otro lado, no es prudente que seas tú quien modifiques tu forma de pensar, de ser y de sentir, con el fin de conservar ciertos afectos que en algún momento tuviste o que creíste tener. Debes ser como eres, cambiando en aquellos aspectos que, solamente tú, consideres que debes modificar o como consecuencia de lo que has ido aprendiendo, a lo largo de tu existencia.

No te aferres a las personas que hayas podido encontrar en tu camino. Al igual que sucede en otras situaciones vitales, deberás pasar por un período de duelo, mientras logras aceptar que has sufrido una gran decepción como consecuencia de los afectos que depositaste en ellas. Deberás asimilar que el criterio que te formaste de tales personas era erróneo, que la terca realidad te ha hecho ver que nunca fue como te imaginaste, que lo que ahora percibes de ellas no se corresponde con lo que en algún momento te dijeron y te creíste al pie de la letra.

Procura aceptar que las personas nunca llegarán a ser como tú desearías que fueran, ya que no lograrás cambiar su forma de ser. Puedes decidir alejarte de ellas, si lo consideras conveniente. Pero, si decides continuar con la relación, o las circunstancias te obligan a hacerlo, convendrá que mantengas el control sobre tus sentimientos. Ello te evitará sufrir futuras decepciones o descubrir nuevos autoengaños.

Lo que pensabas de algunas personas era como una ilusión y no se correspondía con lo que sucedía en la realidad. Creías que lo que te unía a esa compañera del colegio era una verdadera amistad, sin embargo, ella no sentía lo mismo que tú. Cometiste el error de pensar que te casabas para toda la vida, pero descubriste, un día, que ese hombre quería controlar todos tus movimientos y que disfrutaba cuando te humillaba delante de otros.

Convendría que tuvieras presente que, lo que ha sido bonito y agradable, también puede cambiar o terminar y que algunos sentimientos y relaciones no son para siempre. En el devenir del tiempo, llega un momento en el que ya no puedes contar con esa compañía, con ese afecto, con esa cercanía que una vez tuviste. Sería bueno que supieras que no te puedes pasar una vida entera esperando a que se produzca un milagroso cambio, en los demás.



  

Imagen encontrada en Internet, modificada para el blog:



 

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