lunes, 11 de diciembre de 2017

Lo que sucede con los celos





El fenómeno de los celos está íntimamente asociado con el hecho de que nuestra mente está produciendo, de una manera continua, pensamientos de todo tipo. Es como si pensáramos en colores variados, que pueden ser pálidos, brillantes, nítidos o turbios. Lo importante, a tener en cuenta, es saber si nos estamos centrando, tan solo, en aquellos que son grises o negros, siendo incapaces de ver el resto de las tonalidades cromáticas.

Durante ciertos periodos de tiempo, como también en ocasiones aisladas, una persona puede perder parte de la flexibilidad del pensamiento. Para poder comprender mejor este fenómeno, quiero poner un par de ejemplos que ayudan a entender lo que sucede cuando alguien es víctima de los celos.

Imaginémonos una hoja de papel blanca, que tiene un pequeño punto negro en el centro de la misma. Al preguntarle a un individuo lo que ve, contestará que un punto negro, sin más, obviando hacer cualquier tipo de mención del fondo blanco. Al inquirirle de nuevo, se centrará exclusivamente en el punto negro y empezará a figurarse que ese punto es cada vez más grande,  terminando por creer que el papel se llena de manchas oscuras.

Pensemos en lo que ocurre si un poco de tinta cae dentro de un recipiente que contiene agua cristalina: un accidente sin importancia, al enturbiarse el agua, que,  en algunos casos, puede pasar desapercibido, si la tonalidad es muy tenue. Sin embargo, puede llegar a tener alguna gravedad si continuamos agregando más tinta al agua. Porque, aunque se vierta poco a poco, no solo convertiremos el agua en no bebible, sino que la misma contaminará todo lo que entre en contacto con ella, pudiendo llegar a dañarlo irremediablemente.

Lo mismo sucede con los celos, los cuales, pueden llegar a hacer mucho daño, en nosotros y en nuestras relaciones. Empiezan con un simple pensamiento, uno de los miles que son producto de nuestra mente; al que, en un principio, no le hubiéramos prestado atención y hubiera pasado de largo, si no hubiésemos sido conscientes de haberlo tenido.

Conviene tener presente que parte de nuestros pensamientos no representan la realidad, solo son ideaciones que nuestra mente suele fabricar, precisamente cuando no se encuentra en períodos de calma. Esos pensamientos son como nuestros sueños o como las nubes del cielo, que están en constante movimiento.

Si hacemos caso a aquel simple pensamiento, al cual nos referíamos, y a otros que puedan seguirle, se nos olvidará que eran sólo ocurrencias y los iremos alimentando, hasta convertirlos en ideas, cuando no convicciones, que acrecentarán nuestros miedos e inseguridades. Sin duda, absorberán nuestra mente, ocupándola en la búsqueda de cualquier indicio que nos ayude a confirmar nuestros temores irracionales.

Los celos son un problema complejo y afectan negativamente nuestra existencia, ya que se convierten en una obsesión permanente, la cual, dificulta seriamente el poder concentrarnos en nuestras ocupaciones habituales, consumen mucha energía y producen un gran desgaste emocional. Aunque no lo deseemos, cuando se apoderan de nosotros, la relación que tenemos con otra persona se verá alterada; hasta el punto de tener que tomar caminos diferentes, si no se logra superar la situación de mutua y grave desconfianza a la que se llega, después de un penoso recorrido.

¿Cuándo podemos estar más predispuestos a prestar una especial atención a esos pensamientos irracionales? Los celos pueden surgir en momentos en los que nos sentimos más vulnerables, cuando se producen cambios importantes en nuestra vida, cuando pensamos que podemos perder la atención o el afecto de alguien que nos importa, cuando no podemos recurrir fácilmente a nuestras habituales fuentes de apoyo…

Los celos están muy relacionados con sentimientos de dependencia emocional. Por lo que es fundamental, y del todo punto prioritario, superar los miedos subyacentes a esa dependencia, ocupándonos de nosotros mismos, cuidándonos físicamente y aceptando el cariño que familiares y amigos nos profesan, a pesar de haber podido ignorarles en algún momento del pasado.

Conviene tener muy presente que los celos son selectivos. Se acepta el hecho de que la persona que amamos haya tenido parejas anteriores, que haya estado casada, que tenga hijos. Se entiende que se vea con ellos y que deba dedicarles parte de su tiempo. También, que comparta actividades con sus amigos o compañeros de trabajo. Sin embargo, de pronto, aparece una circunstancia perturbadora, que afecta al espíritu y que puede hacer perder la paz mental: la aparición de un pensamiento irracional, al que se da total credibilidad, causado por la relación de mera amistad que su pareja  mantiene con alguien, cuya existencia, no había sido valorada y que,  de repente, pasa a ser considerada como una gran amenaza.

¿Por qué nos afectan tanto esos pensamientos y no otros? Porque tocan una fibra muy sensible de nosotros, de nuestro pasado, de conflictos no resueltos, de necesidades no satisfechas o algo que nos falta en el momento presente. También, como se ha dicho antes, cuando nos sentimos especialmente vulnerables.

Normalmente, los celos no surgen en el vacío. Suele haber un detonante que propicia esos pensamientos; un exceso de información, las confidencias que nos hace alguien, las cuales, sin explicarnos cómo, cuándo y de qué manera, despiertan nuestros fantasmas, alguna herida del pasado o un miedo que estaba dormido. Pueden surgir a partir de una conversación, por una película, un programa en la radio o en la televisión; por algo que no comprendemos, que nos parece absurdo, que no encaja con lo que nosotros pensamos que debe ser el comportamiento de alguien dentro de una relación afectiva.

Tal y como sucede con los sueños, los celos se construyen arbitrariamente, a partir de información que escuchamos o leemos, pensamientos que pasan por nuestra mente.  Pueden agravarse por lo que nos comentan otras personas cuando les hablamos de lo que nos preocupa y por la reacción de la persona que amamos, si llegamos a hacerle partícipe de lo que pensamos y de lo que tememos.

En los celos patológicos, el problema reside, en gran parte, en la persona que los siente y padece, por lo que será necesario que acuda a especialistas para poder superarlos. En otras situaciones, la razón para que surjan y se agraven los celos, tiene relación con algunas actitudes y comportamientos de la otra persona.

En el caso anterior, tal como ocurre con los problemas de relación interpersonal genérica, es imperativo sentarse a dialogar, con la finalidad de encontrar una solución. En lugar de escurrir el bulto intentando atribuir toda la responsabilidad al otro, conviene llenarse de valor y buena voluntad. Será la manera más eficaz para lograr asumir un compromiso que conduzca a un recíproco cambio de comportamiento inmediato. El cual, les debe llevar a potenciar los aspectos positivos de la relación, compartiendo tiempo de calidad, hablando lo necesario, practicando actividades que les agraden y que les conduzcan a recuperar la cercanía, el respeto y la confianza mutua.






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