Hace un año compartí en Facebook una publicación de la
página “La práctica del amor”, acerca de un cuento infantil: “El patito
feo”. Cuando volví a leerla, hace unos días, me di cuenta que no
coincidía totalmente con la forma como yo veo esa historia. Es más, pienso que
muchas de las personas que han leído o escuchado ese cuento, de alguna forma se
han identificado con su protagonista, sintiéndose “el patito feo”, por ser
diferentes, por no ser comprendidos por otros, por haber sido discriminados,
por no encontrar el apoyo y el amor que hubieran deseado. A continuación, copio
esa publicación y, después, agregaré algunos comentarios míos.
EL PATITO FEO
“Un Ser humano es lo que él o ella cree o piensa que
es… Y nada mejor para ilustrarlo, que la historia del famoso pato. Sí, no es un
error. Nos referimos a la historia del patito feo, que dejó de creerse
patito, cuando se encontró con otros cisnes. De repente, vio lo que no era,
despertó de una pesadilla, dejó de representar un falso personaje que no tenía
nada que ver con su verdadera identidad… Vio que había otra manera de vivir,
más acorde con su verdadera naturaleza. Simplemente, reconoció su verdadero
Ser.
Hasta ese momento, era ignorado, despreciado y maltratado por los demás, ya que
él mismo se despreciaba y maltrataba… porque él se mantenía inconscientemente
en una posición de víctima de la que no sabía cómo salir… porque le faltaba la
formación o la educación verdadera sobre su identidad.
Desde el mismo momento en que se reencontró con su verdadero Ser, con su
naturaleza, y se mostró sin timidez ni vergüenza, todos los demás le
reconocieron y respetaron… Aunque para eso necesitó ver con sus propios ojos
que había otros como él y que estaban orgullosos de ser cisnes, porque entre
otras cosas, eran realmente bellos, únicos, verdaderos, inigualables e
irrepetibles...
Eso es lo que les pasa a los Seres humanos, que no saben respetarse a sí mismos,
y si esto es así, ¿cómo esperan que los demás lo hagan? ¿Cómo exigir a alguien,
algo que ni siquiera ha conquistado para sí mismo/a?...”
EL PATITO FEO encontrado en la página “La práctica del
amor”:
* * * * *
Al leer la anterior publicación, en torno al cuento de
“El patito feo” escrito por Hans Christian Andersen, nos encontramos
ante la importancia que tiene el tener una buena autoestima, un buen concepto
de sí mismo, el aprender a valorarnos, teniendo en cuenta nuestras cualidades,
nuestras capacidades y nuestras potencialidades; sin olvidarnos de reconocer
nuestros defectos, nuestras carencias y los aspectos sobre los que será
conveniente trabajar para mejorar.
Es preciso recordar que cuando un niño es pequeño depende
mucho de las personas con las que vive y se relaciona. Ellas son quienes
deberían ayudarle a tener una adecuada concepción sobre cómo es, colaborar para
que pueda desarrollar una buena imagen personal, que le sirva de referente para
su desarrollo y le facilite sus relaciones con otros. Tengo que reconocer con
tristeza que, en muchas ocasiones, la familia y las personas cercanas no
reconocen las cualidades y potencialidades de sus miembros, sino que se centran
en lo negativo, en las carencias; a su vez, suelen hacer comparaciones, señalando
lo que ellos consideran negativo de uno con respecto a los demás, magnificando
sus defectos y minimizando sus cualidades o puntos fuertes. Esto dificulta
notablemente que los niños y los jóvenes desarrollen un buen concepto de ellos
mismos, que pueda servirles para afrontar las dificultades que se les vayan
presentando.
Refiriéndome al cuento original y al comentario
anterior, quiero señalar que, desde que nuestro protagonista salió del cascarón,
otros lo veían como un patito feo, lo que influyó notablemente en la formación
de su autoimagen, la cual era un reflejo de lo que recibía del exterior. Su
madre trataba de mostrar a otros lo positivo que veía en él, aunque la presión
del ambiente era abrumadora. Para ella era difícil luchar contra las opiniones
de los demás y no supo cómo poder ayudar al “patito feo” para que se encontrara
mejor. Como ella reconoce en el cuento original, apenas conocía el reducido
territorio en el que se movía y nunca había ido más allá de los límites
permitidos. No tenía mayores conocimientos ni había acumulado experiencias que sirvieran
para hacer que la vida de su vástago fuera más fácil.
Afortunadamente, él decidió salir de ese ambiente en
el que se sentía criticado y no aceptado, comenzando un difícil viaje que le
llevaría a encontrarse a sí mismo. Durante esa búsqueda se encontró con otros
seres, que tampoco comprendían lo que le sucedía. Un día vio a unos cisnes, que
llamaron su atención, de manera positiva, pero ellos solo estaban de paso,
antes de que hiciera más frío.
Después de un crudo invierno, el cual, simboliza esas
épocas de crisis que de vez en cuando casi todos nos vemos forzados a afrontar,
él había crecido interior y exteriormente, se conocía más a sí mismo, había
aprendido a sobrevivir y ya estaba preparado para conocer a seres parecidos a
él: los cisnes.
Era primavera y aquellos habían regresado. Él los vio
de nuevo, en todo su esplendor, y se sorprendió al contemplar en el agua su
propio reflejo. Encontró que su aspecto exterior había cambiado notablemente y
que tenía un gran parecido con ellos. Se alegró de ver que lo aceptaban y que
lo acogían con amabilidad, logrando así encontrarse a gusto consigo mismo y
sintiéndose parte de un grupo. Todo lo que había vivido le había servido para
llegar a conocerse en profundidad, para confiar en sus capacidades y para
descubrir quién era. A partir de entonces, se dio cuenta que otros seres, como
los niños a la orilla del lago, también apreciaban y valoraban lo que veían en
él. Incluso, todo el dolor de lo que había vivido contribuyó para que se
convirtiera en un cisne especial.
Leyendo otros comentarios acerca de “El patito feo”,
me llamó la atención uno que refleja lo que yo pensé en estos días cuando releí
el cuento completo. Muestra claramente el rechazo al que es diferente, al que
es feo, al que actúa de otra manera. Por lo tanto, es una perfecta descripción
del “bullying”, el “matoneo” o lo que suele entenderse como acoso escolar,
aunque muchas veces empiece en la familia, con los hermanos, con los padres, y
continúe con otras personas fuera del hogar. De alguna forma, el cuento de
Andersen habla de discriminación, de cómo se rechaza al que es feo o a quien no
se adapta a los cánones de belleza, de educación o de personalidad que la
familia y la sociedad exigen. Así mismo, puede recibirse el peligroso mensaje
de que sólo va a ser aceptado si es guapo y cumple con ciertos requisitos. No
hace suficiente énfasis en el hecho de que cada uno es como es y que así debe
ser aceptado y respetado por los demás.
Nota: Agrego a continuación los enlaces a dos páginas que
contienen el cuento de “El patito feo” para aquellos que quieran leerlo.
Una versión
de El Patito Feo, de Hans Christian Andersen, con dibujos, que recojo en el
blog: “Magdalena Araújo – Psicología”:
http://magdalenaaraujopsicologia.blogspot.com.es/2017/11/el-patito-feo-de-hans-christian-andersen.html
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