miércoles, 29 de noviembre de 2017

El patito feo: Una historia acerca de la búsqueda de la propia identidad



Hace un año compartí en Facebook una publicación de la página “La práctica del amor”, acerca de un cuento infantil: “El patito feo”. Cuando volví a leerla, hace unos días, me di cuenta que no coincidía totalmente con la forma como yo veo esa historia. Es más, pienso que muchas de las personas que han leído o escuchado ese cuento, de alguna forma se han identificado con su protagonista, sintiéndose “el patito feo”, por ser diferentes, por no ser comprendidos por otros, por haber sido discriminados, por no encontrar el apoyo y el amor que hubieran deseado. A continuación, copio esa publicación y, después, agregaré algunos comentarios míos.

EL PATITO FEO

“Un Ser humano es lo que él o ella cree o piensa que es… Y nada mejor para ilustrarlo, que la historia del famoso pato. Sí, no es un error. Nos referimos a la historia del patito feo, que dejó de creerse patito, cuando se encontró con otros cisnes. De repente, vio lo que no era, despertó de una pesadilla, dejó de representar un falso personaje que no tenía nada que ver con su verdadera identidad… Vio que había otra manera de vivir, más acorde con su verdadera naturaleza. Simplemente, reconoció su verdadero Ser. 

Hasta ese momento, era ignorado, despreciado y maltratado por los demás, ya que él mismo se despreciaba y maltrataba… porque él se mantenía inconscientemente en una posición de víctima de la que no sabía cómo salir… porque le faltaba la formación o la educación verdadera sobre su identidad.

Desde el mismo momento en que se reencontró con su verdadero Ser, con su naturaleza, y se mostró sin timidez ni vergüenza, todos los demás le reconocieron y respetaron… Aunque para eso necesitó ver con sus propios ojos que había otros como él y que estaban orgullosos de ser cisnes, porque entre otras cosas, eran realmente bellos, únicos, verdaderos, inigualables e irrepetibles...

Eso es lo que les pasa a los Seres humanos, que no saben respetarse a sí mismos, y si esto es así, ¿cómo esperan que los demás lo hagan? ¿Cómo exigir a alguien, algo que ni siquiera ha conquistado para sí mismo/a?...”

EL PATITO FEO encontrado en la página “La práctica del amor”:

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Al leer la anterior publicación, en torno al cuento de “El patito feo” escrito por Hans Christian Andersen, nos encontramos ante la importancia que tiene el tener una buena autoestima, un buen concepto de sí mismo, el aprender a valorarnos, teniendo en cuenta nuestras cualidades, nuestras capacidades y nuestras potencialidades; sin olvidarnos de reconocer nuestros defectos, nuestras carencias y los aspectos sobre los que será conveniente trabajar para mejorar.

Es preciso recordar que cuando un niño es pequeño depende mucho de las personas con las que vive y se relaciona. Ellas son quienes deberían ayudarle a tener una adecuada concepción sobre cómo es, colaborar para que pueda desarrollar una buena imagen personal, que le sirva de referente para su desarrollo y le facilite sus relaciones con otros. Tengo que reconocer con tristeza que, en muchas ocasiones, la familia y las personas cercanas no reconocen las cualidades y potencialidades de sus miembros, sino que se centran en lo negativo, en las carencias; a su vez, suelen hacer comparaciones, señalando lo que ellos consideran negativo de uno con respecto a los demás, magnificando sus defectos y minimizando sus cualidades o puntos fuertes. Esto dificulta notablemente que los niños y los jóvenes desarrollen un buen concepto de ellos mismos, que pueda servirles para afrontar las dificultades que se les vayan presentando.

Refiriéndome al cuento original y al comentario anterior, quiero señalar que, desde que nuestro protagonista salió del cascarón, otros lo veían como un patito feo, lo que influyó notablemente en la formación de su autoimagen, la cual era un reflejo de lo que recibía del exterior. Su madre trataba de mostrar a otros lo positivo que veía en él, aunque la presión del ambiente era abrumadora. Para ella era difícil luchar contra las opiniones de los demás y no supo cómo poder ayudar al “patito feo” para que se encontrara mejor. Como ella reconoce en el cuento original, apenas conocía el reducido territorio en el que se movía y nunca había ido más allá de los límites permitidos. No tenía mayores conocimientos ni había acumulado experiencias que sirvieran para hacer que la vida de su vástago fuera más fácil.

Afortunadamente, él decidió salir de ese ambiente en el que se sentía criticado y no aceptado, comenzando un difícil viaje que le llevaría a encontrarse a sí mismo. Durante esa búsqueda se encontró con otros seres, que tampoco comprendían lo que le sucedía. Un día vio a unos cisnes, que llamaron su atención, de manera positiva, pero ellos solo estaban de paso, antes de que hiciera más frío.

Después de un crudo invierno, el cual, simboliza esas épocas de crisis que de vez en cuando casi todos nos vemos forzados a afrontar, él había crecido interior y exteriormente, se conocía más a sí mismo, había aprendido a sobrevivir y ya estaba preparado para conocer a seres parecidos a él: los cisnes.

Era primavera y aquellos habían regresado. Él los vio de nuevo, en todo su esplendor, y se sorprendió al contemplar en el agua su propio reflejo. Encontró que su aspecto exterior había cambiado notablemente y que tenía un gran parecido con ellos. Se alegró de ver que lo aceptaban y que lo acogían con amabilidad, logrando así encontrarse a gusto consigo mismo y sintiéndose parte de un grupo. Todo lo que había vivido le había servido para llegar a conocerse en profundidad, para confiar en sus capacidades y para descubrir quién era. A partir de entonces, se dio cuenta que otros seres, como los niños a la orilla del lago, también apreciaban y valoraban lo que veían en él. Incluso, todo el dolor de lo que había vivido contribuyó para que se convirtiera en un cisne especial.


 Leyendo otros comentarios acerca de “El patito feo”, me llamó la atención uno que refleja lo que yo pensé en estos días cuando releí el cuento completo. Muestra claramente el rechazo al que es diferente, al que es feo, al que actúa de otra manera. Por lo tanto, es una perfecta descripción del “bullying”, el “matoneo” o lo que suele entenderse como acoso escolar, aunque muchas veces empiece en la familia, con los hermanos, con los padres, y continúe con otras personas fuera del hogar. De alguna forma, el cuento de Andersen habla de discriminación, de cómo se rechaza al que es feo o a quien no se adapta a los cánones de belleza, de educación o de personalidad que la familia y la sociedad exigen. Así mismo, puede recibirse el peligroso mensaje de que sólo va a ser aceptado si es guapo y cumple con ciertos requisitos. No hace suficiente énfasis en el hecho de que cada uno es como es y que así debe ser aceptado y respetado por los demás.




Nota: Agrego a continuación los enlaces a dos páginas que contienen el cuento de “El patito feo” para aquellos que quieran leerlo.

Una versión de El Patito Feo, de Hans Christian Andersen, con dibujos, que recojo en el blog: “Magdalena Araújo – Psicología”:
http://magdalenaaraujopsicologia.blogspot.com.es/2017/11/el-patito-feo-de-hans-christian-andersen.html
 
“El patito feo”, de  Hans Christian Andersen  [Cuento infantil - Texto completo.] http://ciudadseva.com/texto/el-patito-feo/





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