martes, 17 de julio de 2018

Cuando nos encontramos ante un problema imprevisto



Melancolía, cuadro al óleo de Edward Munch

Nuestra vida transcurre por períodos de tiempo de mayor o de menor tranquilidad. Procuramos afrontar los altibajos y los diferentes problemas que van surgiendo en nuestro camino. Pero, es muy probable que la atención y la energía que empleamos para superarlos, nos impidan prestar nuestra atención a personas cercanas o a otros asuntos que debíamos resolver. Razón por la cual, se nos presentan insospechadas dificultades que, de habernos encontrado en otra situación, hubiésemos podido prever, sin mayor dificultad.

Hoy, quiero centrarme en lo que puede ocurrir cuando alguna de nuestras relaciones personales se ve afectada por los problemas que nosotros hayamos podido  atravesar. En tal caso, nos encontramos con repercusiones sorpresivas, de las cuales, nos damos cuenta, tan solo, cuando nuestra situación ha mejorado sensiblemente. Hasta ese momento, éramos incapaces de ver que nuestra pareja, un amigo o un familiar, se encontraba mal o insatisfecho con nuestra relación. Aun cuando, nosotros, sí estábamos a gusto, ignorantes de que existiesen problemas de consideración.

Si nos dicen que ya no nos quieren como antes, que necesitan hacer cambios en sus vidas, que la relación es diferente o que ya no les satisface, sentimos que, de repente, nuestro mundo se derrumba. Y, de hecho, eso es lo que sucede. Porque, se rompe inesperadamente un vínculo que era importante para nosotros, que nos proporcionaba estabilidad, que nos ayudaba a afrontar las dificultades que se nos presentaran.

No es de extrañar que, por un tiempo, estemos confusos. Que no sepamos cómo actuar, que le demos muchas vueltas a lo que nos han dicho o a la forma de proceder de la otra persona. Que tratemos de comprender lo que sucede y encontrar explicaciones para las muchas preguntas y dudas que, sin duda alguna, nos surgirán progresivamente. Lo grave es que esa situación se prolongue mucho en el tiempo y afecte a más personas y a nuestro desempeño en otras áreas importantes. Si ello ocurre, es muy probable que no identifiquemos algunos aspectos de la situación, al encontramos muy alterados y afectados por lo que nos está sucediendo. También, nos resultará difícil aceptar que muchas cuestiones se queden en el aire, ya que la otra persona es la que quizás pudiera explicarnos lo que piensa y siente, pero no lo hace. En parte, porque es posible que ella esté tan confusa y sorprendida, como nosotros.

En mi opinión, lo aconsejable sería que ninguna de las personas involucradas se precipitase en tomar decisiones de tipo alguno, hasta recobrar la calma y poder ver el rumbo a seguir, con toda claridad. Conviene ser prudentes y tener en cuenta que se trata de una relación muy valiosa. Por lo tanto, el modo en que manejemos esta crisis tendrá consecuencias importantes en las personas de nuestro entorno y en nosotros mismos.






Imagen encontrada en Internet: 


Melancolía, cuadro al óleo de Edward Munch.

El padre del expresionismo pintó este cuadro en 1894. En el cuadro, observamos a un individuo en estado pensativo, reflexivo, melancólico... una figura que se muestra ausente de todo lo que le rodea.




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