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Melancolía, cuadro al óleo de Edward Munch |
Nuestra vida transcurre por períodos de tiempo de
mayor o de menor tranquilidad. Procuramos afrontar los altibajos y los
diferentes problemas que van surgiendo en nuestro camino. Pero, es muy probable
que la atención y la energía que empleamos para superarlos, nos impidan prestar
nuestra atención a personas cercanas o a otros asuntos que debíamos resolver.
Razón por la cual, se nos presentan insospechadas dificultades que, de habernos
encontrado en otra situación, hubiésemos podido prever, sin mayor dificultad.
Hoy, quiero centrarme en lo que puede ocurrir cuando
alguna de nuestras relaciones personales se ve afectada por los problemas que
nosotros hayamos podido atravesar. En
tal caso, nos encontramos con repercusiones sorpresivas, de las cuales, nos
damos cuenta, tan solo, cuando nuestra situación ha mejorado sensiblemente.
Hasta ese momento, éramos incapaces de ver que nuestra pareja, un amigo o un
familiar, se encontraba mal o insatisfecho con nuestra relación. Aun cuando,
nosotros, sí estábamos a gusto, ignorantes de que existiesen problemas de
consideración.
Si nos dicen que ya no nos quieren como antes, que
necesitan hacer cambios en sus vidas, que la relación es diferente o que ya no
les satisface, sentimos que, de repente, nuestro mundo se derrumba. Y, de hecho,
eso es lo que sucede. Porque, se rompe inesperadamente un vínculo que era
importante para nosotros, que nos proporcionaba estabilidad, que nos ayudaba a
afrontar las dificultades que se nos presentaran.
No es de extrañar que, por un tiempo, estemos
confusos. Que no sepamos cómo actuar, que le demos muchas vueltas a lo que nos
han dicho o a la forma de proceder de la otra persona. Que tratemos de
comprender lo que sucede y encontrar explicaciones para las muchas preguntas y
dudas que, sin duda alguna, nos surgirán progresivamente. Lo grave es que esa
situación se prolongue mucho en el tiempo y afecte a más personas y a nuestro
desempeño en otras áreas importantes. Si ello ocurre, es muy probable que no
identifiquemos algunos aspectos de la situación, al encontramos muy alterados y
afectados por lo que nos está sucediendo. También, nos resultará difícil aceptar
que muchas cuestiones se queden en el aire, ya que la otra persona es la que
quizás pudiera explicarnos lo que piensa y siente, pero no lo hace. En parte,
porque es posible que ella esté tan confusa y sorprendida, como nosotros.
En mi opinión, lo aconsejable sería que ninguna de las
personas involucradas se precipitase en tomar decisiones de tipo alguno, hasta
recobrar la calma y poder ver el rumbo a seguir, con toda claridad. Conviene ser
prudentes y tener en cuenta que se trata de una relación muy valiosa. Por lo
tanto, el modo en que manejemos esta crisis tendrá consecuencias importantes en
las personas de nuestro entorno y en nosotros mismos.
Imagen encontrada en Internet:
Melancolía, cuadro al óleo de Edward Munch.
El padre del expresionismo pintó este cuadro en 1894. En el
cuadro, observamos a un individuo en estado pensativo, reflexivo,
melancólico... una figura que se muestra ausente de todo lo que le rodea.
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