Un niño herido en su integridad tardará mucho tiempo
en darse cuenta de que el comportamiento de sus padres hacia él no es el
adecuado y que él no se merece el trato recibido. Con las experiencias vividas,
años después, puede llegar a la conclusión de que es posible que sus padres no
le amaran.
Mientras tanto, creerá que hay algo mal en él mismo y que, por ello, sus padres
actúan como lo hacen. En realidad, los malos tratos, los insultos y las
humillaciones, no tienen que ver con lo que él niño hace, o no hace, sino con
el hecho de que los adultos no han sido capaces de controlarse. No saben cómo
comunicarse con sus hijos, ni cómo cuidarlos, educarlos, protegerlos o
respetarlos.
El hijo está convencido de que sus padres sí le quieren y que actúan por su
bien. Por lo tanto, el niño termina creyendo que él es el causante de sus
propios problemas; creará un mal concepto de sí mismo, tendrá una baja
autoestima y no será capaz de amarse.
Nota: Aunque algunos ya conocerán este escrito, pues lo
había publicado como foto, en Facebook, quise incluirlo también en este blog,
dada la importancia que tiene, para una persona, el quererse a sí misma.
Imagen encontrada en Internet, en un grupo, modificada
para el blog.
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