sábado, 10 de marzo de 2018

El estrés producido por una catarata de pensamientos





Conviene evitar que nuestros pensamientos lleguen a convertir en estresante una situación que, de tener que hacerlo, calificaríamos como neutra.

A partir de otorgar credibilidad a ciertas ocurrencias que invaden nuestra mente, con excesiva frecuencia, comenzamos a agregarles toda clase de aditamentos, hasta que la situación se convierte, prácticamente, en inmanejable. Al dar vueltas a ciertos pensamientos y emociones, conseguimos que lo intrascendente termine convirtiéndose en un problema; el cual, puede llegar a ser difícil de resolver, ya que no es una dificultad real, sino que ha sido inventado y agrandado por nosotros, en gran medida.

Cuando seguimos alimentando nuestros pensamientos más absurdos es muy posible que estos  nos parezcan, cada vez, más verosímiles y sean la causa de nuestro enfado, desagrado o preocupación.

Veamos un ejemplo de cómo puede actuar nuestra mente, ante un simple pensamiento. Supongamos que, de pronto, pensamos lo siguiente: “María está muy rara desde ayer; probablemente, le molestó lo que yo le dije”. A partir del mismo, podemos tomar dos caminos diferentes:

El primero, es centrarse en lo que nuestra mente ha pensado, dándole cada vez más relevancia. Darle vueltas a la cabeza sobre lo que sucedió y recordar otros momentos que eran parecidos a este que estamos viviendo. Enfadarnos porque “no puedo hablar con María de lo que pienso”, “no me escucha”, “siempre se molesta”, “es una egoísta”, “quiere acaparar la atención de todos y hace cualquier cosa por conseguirlo”. En fin, al cabo de un rato, acabamos teniendo una incontenible catarata de pensamientos. Ocurre de manera espontánea, en un período muy corto de tiempo. Nos sorprende de tal manera que, posiblemente decidamos hablar con otras personas sobre lo ocurrido. Simplemente, para desahogarnos, o para saber qué es lo que ellos piensan, al respecto. Recibiremos consejos y recomendaciones, pero, nosotros ignoraremos los mensajes con los que no estamos de acuerdo y prestaremos atención a quienes nos digan que tenemos razón en sentirnos mal y que, a ellos, les hubiese ocurrido algo parecido. De tal manera, nuestra convicción se verá reforzada y llegaremos a la conclusión de que María es la que nos ha provocado todo ese estrés.

El otro camino que podemos tomar, consiste en darnos cuenta de los pensamientos que hemos tenido y, acto seguido, dejarlos pasar, sin centrarnos en ellos. Si logramos evitar quedarnos enganchados a tales pensamientos espontáneos, la mente pasará suavemente de un pensamiento a otro. Estando en calma, podremos recordar lo que sucedió y buscar otras alternativas que expliquen lo que llegó a alterarnos.

Personalmente, recomendaría que procuremos evitar darle validez a nuestros pensamientos irracionales. Dejémoslos pasar, no cometamos el error de centrarnos en ellos, haciendo que nos lleven a sentir emociones negativas.

Hay quienes creen que lo que deben hacer es actuar como si las cosas no les molestaran, aunque la realidad es que sí les afectan. Otros, consideran que es imprescindible luchar, por todos los medios, en contra de esos pensamientos intrusivos; como resultado de ello, paradójicamente, se centrarán más en esas conjeturas que llegarán a alterar su estado de ánimo.

Sería recomendable no permitir que nos sigan afectando las cosas que habitualmente han sido molestas para nosotros, en el pasado. Descubriremos que estar rumiando sobre nuestros pensamientos y emociones hace que cada vez nos encontremos peor. Asimismo, notaremos que eso nos impide comunicarnos eficientemente con los demás o resolver los problemas que se nos presenten.

Entre más detalles y especificaciones agreguemos a lo que hemos pensado de manera espontánea, peor nos sentiremos. Pensar en demasía acerca de por qué nos sentimos mal, en lugar de librarnos del sufrimiento, provoca que nos encontremos bajos de ánimo y que los problemas que estamos considerando nos parezcan mucho más grandes de lo que son en la realidad. De tanto darle vueltas a nuestros pensamientos, podemos convertir un simple sentimiento de intranquilidad en una fuente importante de estrés.

Si les hacemos caso a nuestros pensamientos, agrandándolos de forma desmesurada, entraremos en un círculo vicioso sin fin, en el que constantemente nos encontraremos a merced de las circunstancias y de lo que hacen otras personas. Mientras las cosas no ocurran como nosotros deseamos, con frecuencia nos sentiremos alterados. Sin embargo, ese malestar lo hemos producido nosotros mismos, por haber dado rienda suelta a nuestra catarata de pensamientos.






Bibliografía:

CARLSON, Richard: “Tú si puedes ser feliz, pase lo que pase”.


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2 comentarios:

  1. Juan Carlos Elizalde11 de marzo de 2018, 22:32

    Me pregunto Magdalena si esta conducta se convierte en un hábito tanto en uno como, haciéndola consciente, en otro sentido, digo, podemos lograr modificarla al punto de sostenerla como una forma diferente de pensamiento?

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  2. Juan Carlos, justamente, de lo que se trata, es de ir modificando el hábito de darle credibilidad a cuanto mensaje produzca nuestra mente. Darnos cuenta de que algunos son irracionales, nada objetivos ni ponderados. Reconocerlos y dejarlos pasar, sin pretender justificarlos. No darles importancia, ni agregarles mil detalles diferentes, que lo que hace es producir en nosotros malestar e impedir ver con claridad lo que lo originó.

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