Aunque,
pensaba dejar provisionalmente aparcado el tema de los pensamientos irracionales,
quise profundizar en el concepto de las generalizaciones
excesivas, ya que frecuentemente escuchamos frases que utilizan este tipo
de distorsión cognitiva. Encontramos este tipo de enunciados en los periódicos,
en lo que dicen los políticos o los enamorados, en nuestras discusiones y en
nuestro diálogo interior.
Suelo
protestar, al comprobar que algunas personas cercanas utilizan tales generalizaciones.
Cuando me corresponde hablar a mí, intento ser más precisa y procuro matizar
mis afirmaciones.
Estaremos
utilizando la generalización excesiva cuando,
a partir de una experiencia concreta, extraemos una conclusión y la extendemos
a un contexto más amplio, sin comprobar su veracidad.
La forma adecuada de proceder sería
observar los datos disponibles antes de llegar a formular una conclusión que
explique la información que tenemos. Luego, conviene comprobar si eso que pensamos
se ajusta a la realidad. Si no es así, debería ser modificado.
Tomamos
un acontecimiento, negativo o positivo, que ha ocurrido puntualmente y lo
generalizamos, dando por hecho que va a repetirse constantemente. Llegamos,
arbitrariamente, a la conclusión de que
algo que ocurrió en alguna ocasión volverá a suceder una y otra vez.
Así, partiendo de un dato o de una pequeña muestra de la realidad, suponemos
que las cosas siempre van a ser
iguales.
Si se fracasó una vez, se entiende
que nunca saldrán bien nuestros
planes.
Si algo salió bien, se cree que siempre será igual.
Si alguien te dice que te quiere
mucho, piensas que todo lo que haga será una expresión de amor
-aunque haya insultos, prohibiciones, celos y mentiras-.
Veamos un ejemplo que ilustra lo
que sucede con la generalización excesiva:
Un
joven tímido reunió todas sus fuerzas para pedirle una cita a una bella
compañera. Cuando ella le dijo amablemente que no podía salir con él, ese día, porque
tenía otro compromiso, aquel se dijo a sí mismo: "Nunca voy a poder salir con una chica.” “Ninguna mujer querrá ser amiga mía.” “Me
quedaré absolutamente solo y triste toda la vida.” Haciendo uso de la
generalización excesiva, llegó a la conclusión de que, al no haber recibido una
respuesta positiva, ella lo rechazaría siempre. Y,
puesto que todas las mujeres tienen idénticos gustos,
él estaba condenado a ser rechazado por cualquier
dama.
Como
podemos ver en este ejemplo, parte del dolor que se siente ante lo que se
interpreta como un rechazo, es
consecuencia de una generalización excesiva. Si no existe ésta, algo que suceda
podrá ser decepcionante pero no será demasiado
perturbador.
Algunos casos de generalización
excesiva:
Un mal paso significa que eres absolutamente incompetente.
Una mesa mal aserrada significa que
nunca dominarás la carpintería.
El borrado accidental de un archivo
significa que eres un total
analfabeto en ordenadores.
La persona que suele hacer generalizaciones excesivas, parte de la
creencia de que las mismas son ciertas. Por ello, no se cuestiona si son válidas
o de aplicación en todos los casos.
Cómo
identificar las generalizaciones excesivas:
Este
tipo de pensamiento es muy común y es uno de los más fáciles de identificar o
de “cazar”, pues está presente cuando se utilizan
términos tan categóricos como: nunca, siempre, todo, cada, ninguno, nadie, ni
uno, todo el mundo…
¿Por qué son erróneos o irracionales
estos enunciados? Porque, si nos detuviéramos a analizar aquellas frases que se
dicen, veríamos que son exageradas, que no existe constancia de que las cosas
ocurran precisamente como nosotros afirmamos, o como otros aseguran que se
producen. Si encontráramos una sola situación en la que esa regla no tuviere
confirmación, todo el planteamiento sería erróneo.
Por
otro lado, al utilizar absolutos, se cierran las puertas de la posibilidad,
bloqueando el acceso al cambio y al crecimiento personal. Para evitar que esas
generalizaciones nos hagan daño, convendría ser más precisos y matizar nuestras
afirmaciones.
A continuación, agrego unas refutaciones o rectificaciones para algunas de las generalizaciones excesivas con
las que nos podamos encontrar. A ustedes, se les pueden ocurrir otras que sean
diferentes. Lo importante es poner en duda la frase original, modificándola por
una que sea realista.
“Siempre hago todo mal.”
Cambiémoslo: “Hago muchas cosas bien; pero, a veces, cometo errores cuando no
estoy concentrado o cuando estoy aprendiendo a hacer algo.”
“Nunca llego puntual al trabajo.”
Puede modificarse por: “Normalmente, llego puntualmente a mi trabajo. Sin
embargo, esta mañana me dormí y llegué tarde.”
“A nadie le interesa lo que me pueda
pasar.” Mejor: “A algunas personas no les importa lo que
hago, pero sé que María, Luis y Juan me quieren de verdad y, si me pasa algo,
hacen lo posible por ayudarme.”
“Todo el mundo piensa que soy difícil.”
Procede sustituir por: “Aun cuando me relaciono sin problemas con mis amigos,
José y Adriana, piensan que el trato conmigo es complicado.”
“Les
caigo bien a todos.”
Conviene ser más realistas: “Suelo caerle bien a la gente, aunque hay personas
con las que no me siento a gusto, como algunos de mis compañeros, en el trabajo.”
“Siempre debo estar alegre y sonriendo.”
Mejor, digamos: “Aunque es agradable encontrarme bien y feliz, la realidad es
que, en ocasiones, no me encuentro con ganas de esbozar una sonrisa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario