Las técnicas sociales asertivas sirven para
que dos personas puedan establecer un diálogo, hablar de cosas personales que
incumban a ambos, tener en cuenta lo que el otro le dice, preguntar sobre
aquello que desean saber, profundizando en lo que sea de su mayor interés…
Para llegar a ser un comunicador asertivo en
un ambiente social, el individuo debe
dominar la técnica de captar las claves que los demás le dan acerca de sí
mismos: INFORMACIÓN LIBRE O GRATUITA. Así mismo, tendrá que aprender a proporcionar
información sobre su propia persona: AUTORREVELACIÓN o REVELACIÓN DE NOSOTROS
MISMOS. Sin duda alguna, se trata de las dos técnicas sociales más relevantes.
En ocasiones,
hablamos de nosotros mismos, de forma espontánea; o bien, como consecuencia de
una pregunta, o un comentario, de nuestro interlocutor. Debemos estar atentos a
las señales que van surgiendo en la conversación, las cuales habrán de
indicarnos si podemos seguir comentando acerca de nosotros y si es pertinente
continuar insistiendo para que la otra persona nos cuente cosas sobre su vida.
Es un tema delicado, ya que hay quienes se pueden sentir incómodos con el rumbo
que toma la conversación y, sin embargo, no se atreven a decírnoslo.
También, podemos
encontrarnos con que, uno de los dos, es más hábil en conseguir que la otra persona
hable y comparta aspectos de su vida, mientras que ofrece muy poca información
a cambio. Lo deseable, es que exista cierto equilibrio entre lo que ambos
comparten. Si no es así, el que comparte más, se sentirá utilizado o manipulado
por el otro, como forzado a hablar, por no sentirse adecuadamente correspondido
con el mismo nivel de apertura que él ha brindado, desde el primer momento.
La manera cómo se
va desarrollando una conversación, nos ha de señalar si puede ser
conveniente la aportación de información personal. Porque, es muy posible que nuestro
interlocutor quiera que, su relación con nosotros, no suponga la adquisición de
compromiso alguno. Con mayor razón, que no tenga el más mínimo deseo de
aumentar su nivel de intimidad con quienes nos hemos erigido en sus
interlocutores. En general, será más fácilmente aceptado lo que digamos, cuanto
más tiempo haga que conozcamos a esa persona y, también, si la conversación se
produce en un lugar y momento apropiados.
Si dos personas
no se conocen bien, rara vez darán a conocer detalles de sus sentimientos más
profundos. Por tanto, hablar de las emociones de una persona al inicio de una
relación puede ser incómodo. A medida que vayan progresando en su mutuo
conocimiento, se sentirán más relajadas y es posible que estén dispuestas a
proporcionar información de carácter íntimo. Paradójicamente, si dos personas se dan cuenta
de que la posibilidad de volver a verse es remota, como cuando se conocen en un
avión, o en la sala de espera de un aeropuerto, es muy posible que, sin apenas
darse cuenta, se revelen pensamientos y
sentimientos personales, sin ningún tipo de reserva.
En un ambiente
social, todos tendemos a facilitar INFORMACIÓN
GRATUITA acerca de nosotros mismos que no se nos ha solicitado
específicamente. Gran parte de esa información guarda relación con nuestros
intereses, nuestros deseos, nuestros prejuicios, nuestras ocupaciones, lo que
nos hace felices y lo que nos preocupa.
Si hablamos a la
otra persona empleando algo más que afirmaciones, negaciones o gruñidos, sin
duda le facilitaremos gran número de claves e indicaciones acerca de lo que es
importante para nosotros, en ese momento determinado de nuestra vida.
La INFORMACIÓN LIBRE O GRATUITA que los
demás nos ofrecen acerca de sí mismos, sin habérsela solicitado, nos ayuda a
continuar la conversación, sin que haya esos silencios incómodos en los que no
sabemos de qué hablar. Además, cuando prestamos atención a lo que nuestro
interlocutor nos comunica libremente, le incitamos asertivamente a que continúe
hablando de sí mismo; le facilitaremos la tarea al manifestar nuestro sincero
interés por aquello que es relevante para él.
Igualmente, es
importante que estemos muy pendientes de la información que nosotros aportamos,
a lo largo de una conversación. La calidad de la misma, ayudará a que nos
conozcan mejor e influirá en el grado de comunicación que podamos tener con
nuestro interlocutor.
La otra técnica
que debemos dominar para llegar a una comunicación eficaz, es la que denominamos
como AUTORREVELACIÓN o REVELACIÓN DE NOSOTROS MISMOS.
Cuando le
revelamos al otro lo que pensamos y sentimos acerca de lo que nos ha comentado
sobre sí mismo, permitimos que la comunicación fluya en ambas direcciones. Sin
las revelaciones acerca de nosotros mismos, nuestra atención e interés por la
libre información de nuestro interlocutor, produciría la impresión de que
estamos interrogándole o escudriñando en su vida, sin compartir con él ninguna de nuestras experiencias.
La información
que revelamos sobre nosotros mismos constituye una invitación para continuar la
conversación. El receptor puede aceptarla, colaborando con la aportación de
información personal y animando a su interlocutor a contar más cosas; por el
contrario, puede rechazar nuestra invitación y llevar a cabo estrategias para
cambiar de tema o para dar por concluida la conversación. Eso dependerá del
resultado de las evaluaciones que haga de su interlocutor, de cómo se sienta en
el transcurso de la conversación y de su motivación por crear una relación de mayor compromiso, sin excluir
el necesario nivel de intimidad.
Revelar
información sobre nosotros mismos y ser cuidadosos con lo que la otra persona
nos comenta, puede ayudar a crear una mayor cercanía, fomentar la empatía y
generar una mayor confianza. Aunque, en ocasiones, puede acarrear consecuencias
desagradables:
Demasiada
información puede que sea percibida, por nuestro interlocutor, como una sobrecarga, que le haga sentirse abrumado
con la información recibida. Especialmente, cuando se refiere a emociones que
no sabe cómo procesar o que, en aquel momento, no está preparado para asimilar.
Aunque la persona
que revela elementos de su vida no lo sienta de igual manera, el receptor puede
interpretarlo como signo de debilidad.
Si nos damos cuenta de que eso sucede, será conveniente reducir el nivel de
apertura hasta que se den unas circunstancias más adecuadas. Siempre, teniendo
en cuenta que habrá personas con las que será casi imposible relacionarnos a un
nivel más profundo.
Hay quienes
interpretan la AUTORREVELACIÓN, de otras personas, como un intento de sobresalir, de llamar la atención, de mostrar que sus
problemas son más importantes que los suyos. Parece ser una contradicción que
la REVELACIÓN DE SÍ MISMO pueda hacernos parecer como si fuéramos débiles
y dominantes.
Revelar, a otras personas, información privada
acerca de nosotros mismos, es una técnica asertiva muy eficaz, no sólo por lo que a la conversación social
se refiere, sino también cuando surge un conflicto entre nosotros y otra
persona. Cuando hemos hablado sobre temas personales, quedaría bastante mal que
intentaran manipularnos, utilizando, para ello, nuestros sentimientos, nuestras
preocupaciones, nuestra falta de conocimiento sobre algo o nuestra indecisión.
Intentando negar, desvalorizar o ignorar nuestros sentimientos…
Nadie puede conseguir
que hagamos a gusto algo que no es de nuestro agrado. Como, por ejemplo,
prestarle el coche, aun sabiendo que nos disgusta prestarlo. Sería conveniente
expresárselo, tal cual, a quien nos lo pide: “Lo paso muy mal cuando pienso que
otra persona va a conducir mi coche”. Esa ya es la “razón” suficiente para no
hacer algo que no deseamos hacer. Incluso, siendo conscientes de que lo pasamos
mal porque nos preocupamos, a sabiendas de que no hay razón alguna para
preocuparnos, ya que lo más seguro es que no le vaya a pasar nada al coche.
Aunque nuestro miedo sea algo ajeno a la lógica, esto no hace que nos deje de
dar miedo. A veces, en vez de decirle claramente, a nuestro amigo, que no
queremos prestarle el coche, empezamos a inventar toda una serie de excusas o
razones por las que no podemos prestarle el coche en esta ocasión.
Aunque lo que
sentimos pueda parecer ilógico, sigue siendo importante para nosotros y merece
todo el respeto. A veces, ni siquiera nosotros respetamos nuestros sentimientos
de preocupación e incertidumbre, porque se nos ha querido enseñar que debemos
tener una verdadera “razón” para hacer o decir algo.
Parte de la
AUTORREVELACIÓN tendrá que ver con aquello que damos por supuesto que debemos ocultar: lo que no es de nuestro agrado,
las preocupaciones, la ignorancia, el miedo, etcétera.
La revelación
involuntaria de factores negativos acerca de nosotros mismos y nuestra propia
aceptación de los mismos es probablemente la
técnica asertiva más potente y eficaz para evitar la manipulación y alcanzar la
paz de nuestro espíritu.
Si los demás
reaccionan ante nuestra revelación asertiva de lo que sentimos y nos preocupa,
tratando de convencernos de que no “debemos” o no tenemos derecho a pensar o a
sentir así, nuestra respuesta será simple y directa: “Es posible, pero esto es lo que siento”. Frente a una respuesta
sincera y honrada como ésta es imposible emplear la manipulación o, aunque lo
intenten, que seguramente será lo que harán, no les servirá de nada, ya que
nosotros insistiremos en que eso es lo que sentimos. Si nos mantenemos firmes,
terminarán desistiendo.
El uso adecuado
de la AUTORREVELACIÓN voluntaria es eficaz en el trato con personas de carácter
manipulativo, sean vendedores de coches, dependientes, hombres de negocios,
mecánicos, compañeros de trabajo, jefes, amigos, vecinos, parientes, padres o
hijos nuestros; así mismo, como medio para mejorar nuestras técnicas de
conversación y de comunicación social.
Bibliografía:
SMITH, Manuel J.:
“CUANDO DIGO NO ME SIENTO CULPABLE”, Editado por Grijalbo, Barcelona.
Apartado 6.2.6
La autorrevelación, de un curso de la Universidad de Cantabria:
Imagen encontrada
en Internet. Desconozco el autor.