sábado, 4 de agosto de 2018

Me gustan las palabras amables

      


Desearía referirme al tema de los halagos y los piropos, pues llevo un tiempo en el que me incomoda leer o escuchar comentarios manifiestamente impertinentes, dirigidos a las mujeres.

Los cuales, se ponen de manifiesto ante la publicación de algún escrito, por parte de sus autoras. También, como consecuencia de alguna entrevista en la televisión o presencia en algún acto público. Y, casi siempre, cuando aparecen las fotografías de las mismas. Pareciera querer ignorar las cualidades personales por las que se han distinguido, tales como, su inteligencia, su capacidad profesional y la perseverancia que han tenido en querer alcanzar sus objetivos.

En cambio, hablan sobre su belleza o su aspecto físico; les dicen que son sexys, bonitas, atractivas… A veces, parece ser que el único “mérito” consistiría en ser la esposa, o la ex, de alguien conocido.

Algunas personas se molestan cuando una mujer habla de forma negativa sobre los piropos. Creen que ella se opone a toda galantería, que siente como agresión las palabras que le dirigen. Que es una amargada y que debería agradecer que, todavía, existan caballeros que sepan cómo tratar a una dama…  Ignoran que ella no se refiere a las palabras amables que se le puedan decir a una mujer, fruto del cariño, de la cercanía y del conocimiento mutuo. Esas palabras bonitas que son bien recibidas, cuando son sinceras. Esas expresiones y gestos amables que contribuyen al crecimiento de los afectos mutuos.

En el fondo, quienes se quejan, saben muy bien que, a ella, no le gustan ciertos pronunciamientos de personas ajenas, ni de aquellas con las que se limita a compartir asuntos profesionales. Que rechaza de plano lo que proviene de individuos que consideran que pueden decirle a la mujer aquello que les apetezca, ya sea un insulto, una expresión desagradable o un comentario inoportuno. A los cuales, poco les importa que sus palabras puedan ser consideradas, como una falta de respeto, o como una agresión personal.




Imagen encontrada en Internet:





4 comentarios:

  1. Creo, en mi experiencia, que se ha llegado a una posición que me resulta inexplicable, nos pasamos buscando posteos donde la belleza se pueda expresar en todas sus formas, paisajes, flores, aves, textos, obra del hombre así como la de la naturaleza,pero ¡¡cuidado!! de la de la mujer no se puede hablar mas, me jacto de moverme en mi vida y esto desde hace muchos años como alguien diferente, si decidí serlo no acepto que me comparen con gente vulgar, no pertenezco a ningún espacio común, pero la verdad, señoras y señoritas, me tienen harto con sus actitudes y juicios, los que decíamos piropos estamos desapareciendo gracias a vuestra hostilidad, al fin y al cabo, ser bellas no es una virtud, no hicieron nada para serlo, solo fue suerte, no quieren que se les mencione, perfecto, disfruten la consecuencia.

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    1. La consecuencia es no ser molestada en la calle con obscenidades sobre mi trasero? Venga pues! Benditas consecuencias

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    2. Juan Carlos, siento tu postura y la de los hombres que sí son respetuosos cuando se dirigen a una mujer. Me cuesta darme cuenta que se sientan molestos cuando nosotras hablamos de los muy mal llamados "piropos", que son otra forma de agredir a las mujeres. Como dice el título de mi escrito, "me gustan las palabras amables". No me gustan las vulgaridades que nos puedan decir hombres que no tienen nada que ver con nosotras, con los que no tenemos una relación personal. Que las mujeres no puedan ir tranquilas por las calles, sin que sean incomodadas por las palabras de algunos individuos y sin que tengan miedo de que pasen de las palabras a hechos aún más desagradables.

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    3. Del piropo al acoso callejero

      Ahí está la clave. Lo que muchos hombres dicen a las mujeres no son piropos, es una forma de acoso. Por eso, nos desagradan, nos incomodan, nos dan asco y pueden llegar a atemorizarnos.

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