miércoles, 29 de diciembre de 2021

Agradezco la integridad en las personas

 



“Cualquiera puede decir que tiene integridad,

pero la acción es el indicador real del carácter.”

John Maxwell

 

Llevaba varios meses sin escribir en este blog, cuando comencé a elaborar este artículo. Debido a las fechas navideñas y de fin de año en las que nos encontramos, publiqué antes un relato: “Una carta al Niño Dios”. 

Escogí un tema que considero muy importante y que ha regido tanto mi vida como la de personas que han sido muy especiales para mí. 

Desde pequeña, he valorado la sinceridad, la honestidad, la transparencia, la lealtad y el actuar de acuerdo a unos principios y valores, haciendo lo posible por obrar en consecuencia; aunque, las circunstancias se pongan difíciles y reciba presiones para traicionar aquello que forma el núcleo de mi propia identidad. 

Admiro a las personas sencillas, sin dobleces y que son fieles a sí mismas. Con ellas, me siento cómoda y sé a qué atenerme. 

En definitiva, estoy hablando de integridad

Procuraré hacer una aproximación más formal al término integridad, teniendo en cuenta dos artículos que encontré en internet.  

En el primero de ellos, Delimas, su autor, dice que la integridad es la entereza o fuerza personal que nos conduce a ser fieles a nuestros principios, haciendo aquello que consideramos que es lo correcto y no lo que pueda convenirnos en un momento dado. 

Una persona íntegra vive con rectitud, bondad, lealtad y honradez, desde la fidelidad a sí misma. Actúa en base a sus valores y se mantiene firme a sus promesas e ideas, incluso en situaciones que son difíciles o adversas. 

Arnoldo Arana, señala dos aspectos que son importantes en relación con la integridad: ser coherente y ser completo (no dividido). 

En cuanto a la coherencia, la integridad describe a una persona sin hipocresía ni dobleces, que muestra congruencia entre pensamiento, emoción y voluntad. Se aplica tanto a lo que uno es, como a lo que uno hace. Somos íntegros cuando nuestra conducta es coherente con las convicciones que expresamos.  

La lealtad a uno mismo es una condición necesaria, pero pierde la razón de ser, si es fiel a unos valores corruptos. La coherencia personal debe estar vinculada a valores rectos, dignos y nobles. Para practicar la integridad se necesitan ambas cosas: valores rectos y congruencia con ellos. 

Otro elemento ligado a la coherencia como aspecto de la integridad, es la adecuada motivación. La integridad requiere buenos motivos que son los que dan lugar a las buenas actuaciones.  No basta con la corrección externa de la actuación, es necesario también que internamente el comportamiento esté motivado por razones correctas

Siguiendo a Arana, podríamos resumir la integridad como el hábito de actuar con coherencia, siguiendo principios rectos y una motivación orientada a fines buenos. Concretando aún más: hacer lo correcto por la razón correcta

Asimismo, siguiendo al autor, una persona es íntegra cuando es un todo integrado, completo, cuyo carácter se refleja en todas las áreas de su vida: moral, espiritual, intelectual, emocional y física. Integridad es el acto de mantenerse incólume y sólido; sin aristas, ni fragmentación. 

Lleva implícita la idea de estar unificado en su ser y hacer, y de mostrar consistencia interna; de funcionar como una totalidad, sin divisiones, por lo que una persona con integridad, es la misma persona en cualquier parte sin importar las circunstancias. 

 

Blog: Un día con ilusión – Magdalena Araújo

  

 

Fuentes consultadas: 

Integridad como valor | ¿Qué es? - Definición y ejemplos”, por Delimas 

“Qué es la integridad. Cómo afecta mi desempeño”, por Arnoldo Arana 

 

 

Imagen encontrada en internet. 








martes, 28 de diciembre de 2021

Una carta al Niño Dios




 

Desde el interior, detrás del mostrador donde se encontraba la caja registradora, a Julián Besteiro le pareció reconocer el jeep que acababa de detenerse, al lado del primero de los cuatro surtidores repartidos entre las dos pequeñas islas de abastecimiento de combustible.

Agudizó la vista, en un intento por identificar al conductor del vehículo. Sin embargo,  la oscuridad que había hecho presa del atardecer invernal y la lluvia que estaba cayendo con fuerza, se lo impedían. Decidió salir de la tienda, con el ánimo de atender a cualquiera que fuese la persona que había llegado a la gasolinera, la única existente en el pueblo, y en un radio no menor de una veintena de kilómetros.

Al dar los primeros pasos, el perro que había en el interior del vehículo empezó a ladrar desaforadamente y confirmó que estaba en lo cierto: se trataba del pintor colombiano, que iba acompañado por su mascota, de nombre, ”Thor”. Julián no podía evitar la impresión que se llevaba, cuando el Pastor Alemán pegaba su nariz a los cristales de las ventanas, limpiaba de vaho una pequeña superficie circular, y le mostraba sus amenazadores colmillos. A pesar de ser consciente de la adoración que su hija tenía por aquel perro, se veía obligado a admitir que el miedo se apoderaba de todo su ser, cuando tenía la obligación de aproximarse a semejante fiera.

‒¡Es un placer tenerlo nuevamente entre nosotros, maestro! ‒fue el cálido saludo que dispensó a la celebridad que salía del todo terreno‒ ¿Le lleno el depósito?

‒¡El placer es mío, Julián! ‒replicó, el universalmente reconocido dibujante, pintor y escultor, cerciorándose de que la puerta del conductor quedaba cerrada ‒Este año, hemos decidido disfrutar del clima pirenaico, en lugar de pasar las Navidades en la calurosa Cartagena de Indias. ¡Sí! ¡Llénelo, por favor! ‒añadió, haciendo entrega de la llave del depósito de combustible al encargado de la estación de servicio.

‒¿Eso dónde está, doctor?  No se referirá a la Cartagena de la región de Murcia, donde hay una base naval, ¿verdad?

‒¡No!¡La Cartagena a la que hago alusión, está en mi país, Colombia! ‒respondió, Juan Sotomayor‒ ¿Qué tal su hija, María? Espero tener la oportunidad de comprobar los progresos que ha hecho, desde la última vez que estuve aquí.

‒Se pondrá muy contenta, cuando le diga que, usted, ha llegado ‒dijo, Julián, después de haber enchufado la manguera de combustible a la boca del depósito ‒¡Tenga la seguridad de que no ha de tardar en ir a verle!

‒¡Fenomenal! Le hice llegar, a su amigo, Andrés, el encargo de encender la chimenea del refugio. Espero que haya podido llevarlo a término.  

‒¡Puede estar tranquilo! Este mediodía le he visto subir con el camión cargado de leña. A estas horas, encontrará una montaña de troncos apilados debajo del cobertizo, el fuego a tierra prendido y la casa templadita, a pesar de este tiempo lluvioso, frío y desapacible.

‒Mi mujer y mi hija llegarán el próximo viernes. Nos gustaría invitarles a compartir una especie de anticipo de la cena navideña, en nuestra casa. ¿Podría decirme cuál sería el día más conveniente para ustedes, después de haberlo consultado con su esposa, Pilar?  

Las anteriores palabras del artista colombiano pillaron totalmente desprevenido a Julián Besteiro, quien, no obstante, reaccionó dando las gracias por la invitación. Tuvo que regresar a la tienda, en busca del datáfono, para realizar el cobro del importe del servicio, mediante tarjeta de crédito.  Después de que se la hubo devuelto a su dueño, junto con el correspondiente justificante del cargo bancario, dijo:

‒¿Qué le parece el sábado, por la noche? ¿Sería, quizás, demasiado precipitado, teniendo en cuenta que su familia habrá llegado el día anterior?

‒¡Me parece bien! Le advierto que la cena no tendrá nada de especial y la prepararemos sobre la marcha, entre todos.

‒Hablaré con mi mujer y, mañana mismo, le hago llegar la confirmación. No sería de extrañar que fuera mi hija quien quisiera aprovechar la oportunidad para acercarse a su casa. Me consta que está deseando enseñarle unos bocetos que tiene guardados.

‒¡Muy bien! ¡Pero, dígale a María, por favor, que no me haga madrugar!

Se despidieron y, en cuanto Juan Sotomayor abrió la puerta del conductor para subirse al coche, “Thor” se vio en la obligación de soltar unos cuantos ladridos, que cesaron, apenas su dueño puso en marcha el todo terreno para dirigirse a su refugio.

La segunda quincena del pasado mes de julio había sido la última oportunidad que el escultor había tenido para disfrutar de la paz y tranquilidad que le obsequiaban aquellos parajes, ubicados en una zona en la que terminaba la media montaña. Se trataba de la última planicie que, a dos mil metros de altitud, señalaba la ruta de ascenso a la cadena de montañas pirenaicas. Allí, en un prado cercano a hayedos y pinos silvestres, Juan Sotomayor compró unas cuantas hectáreas de terreno y se hizo construir un confortable refugio de piedra, con un techo de pizarra soportado por una robusta estructura interior de madera. A menos de un centenar de metros de la puerta de entrada de la cabaña, discurría el agua fría y cristalina de un riachuelo, escoltado a cada uno de sus lados, por sendas hileras de chopos cabeceros. Esta especie de paraíso terrenal se encontraba a menos de cuatro kilómetros del pueblo, y se llegaba a él por una carretera comarcal asfaltada; aunque, los últimos quinientos metros era necesario recorrerlos por un camino de tierra, cuyos desperfectos se recomponían, al llegar la primavera. Serían las primeras Navidades que el maestro pasaría en la bonita cabaña, en compañía de su esposa, Angelina, y de su hija, Magdalena.

A pesar de los largos períodos de tiempo en los que la casa permanecía sin ser habitada, el estado de conservación de la misma era excelente, gracias a los cuidados prestados por Andrés Lasala y Pilar, la esposa de Julián. La retribución económica que ambas personas recibían por estar pendientes del más mínimo detalle, que era lo que el dueño de la casa exigía, era aún más excelente y estaba muy por encima del salario mensual que cabía esperar por llevar a cabo cada una de las dos diferentes tareas. Razón por la cual, la cabaña siempre estaba en perfecto estado de revista.

Como cada día, a las diez de la noche, Julián Besteiro cerró la estación de servicio y se fue a su casa. Nada más llegar, encontró a su esposa, y a su hija, que le estaban esperando, sentadas a la mesa de la cocina, sobre la cual, la cena estaba dispuesta.

‒¿Tienes, en perfecto orden, la casa del señor Sotomayor, Pilar? ‒inquirió, a su mujer, apenas le hubo depositado un beso en la mejilla, repetición del gesto dispensado a su hija.

‒¿Por qué me lo preguntas, Julián?

‒Ha parado en la gasolinera para llenar el depósito del todo terreno.

‒¿Ha llegado al pueblo? ‒preguntó, María, anticipándose a la contestación de su madre‒¡Qué alegría tan grande! ‒exclamó, apoyándose contra el respaldo de la silla y levantando brazos y manos al aire.

‒¡Compórtate, hija! ¡Vas a romper la silla! ‒advirtió, la madre, sin salir del asombro que la noticia le había producido.

‒¡No me has contestado! ‒apremió, el marido.

‒¡Por supuesto que sí! ¿Por qué no iba a tenerlo?

‒Ya sabes que, como todo artista, el señor Sotomayor es un poco raro. ¡Y, muy exigente! ¿Te imaginas lo mal que nos iría, si perdieras este trabajo?

‒¿De dónde sacas que es una persona rara? ‒preguntó, María, a su padre? Es exigente, pero precisamente por esta razón, sabe apreciar el trabajo que hace mi madre. ¿Sabes lo difícil que es mantener en perfecto estado una casa que permanece deshabitada, durante meses?

‒Por si acaso, no conviene olvidarse de que había despedido a tres vigilantes, antes de que contratara a mi amigo, Andrés Lasala.

‒Yo, estoy muy tranquila. Hago mi trabajo a conciencia, aun sabiendo que servirá de muy poco ‒dijo, la esposa del encargado de la gasolinera.

‒¡Estás equivocada, mujer! El señor Sotomayor acaba de llegar y su familia lo hará, el viernes próximo. ¿Qué pasaría si no encontrasen la casa bien arreglada ‒preguntó, Julián Besteiro, en tono de amenaza, sin esperar respuesta‒ Nos ha invitado a participar en una de cena navideña que, si tú estás de acuerdo, puede tener lugar, al día siguiente‒anunció, para que las dos mujeres alejasen la preocupación que les hubiere podido causar la anterior pregunta.

‒¿Estoy invitada, padre? ‒preguntó, María, con gran emoción, y en actitud expectante.

‒Ha preguntado por ti y me ha dicho que tiene ganas de ver los progresos que has hecho. Pero, que vayamos a la cena, dependerá  de la decisión de tu madre ‒respondió, Julián Besteiro, dirigiéndose a su mujer y a su hija, al mismo tiempo.

‒¡Qué situación más extraña! ¡Es la primera vez que nos invitan a cenar en su casa, desde que llegaron al pueblo, hace más de tres años! ‒soltó, Pilar, de forma espontánea y frunciendo el ceño‒ ¡No sé qué decirte, Julián! ¡No tengo ropa que ponerme!

‒¡Qué tontería más grande estás diciendo, mamá! No se trata de ninguna ceremonia de gala, sino de una cena informal, entre amigos.

‒¡María tiene razón! Me ha dicho que la cena, la prepararemos, entre todos.  Me he comprometido a darle una respuesta, a lo largo del día de mañana.

‒¿Quieres decir que te has comprometido de antemano, sin consultar conmigo?

‒El compromiso que he adquirido ha sido consultar contigo si el sábado es un día conveniente para ti.

‒¡Claro, mamá! Es evidente que quieren demostrarte lo agradecidos que están por la colaboración que les prestas. ¡No puedes negarte!

‒¡Está bien, Julián! ¡No hay nada que objetar! ¡Dile que sí! ‒concluyó quien recibía una generosa compensación económica por estar a cargo de la limpieza del refugio.

‒Si estás ocupado, padre, puedo ir yo misma a su casa, en la moto ‒propuso, María, poniendo carita de ángel.

‒¡Te mueres de las ganas por ver al maestro colombiano! ‒exclamó, Julián Besteiro‒¡Llévale el mensaje, de parte de tu madre, y de la mía! Pero, no vayas muy temprano; me ha dicho que quiere dormir, hasta muy tarde. ¡Por cierto, Pilar! Me olvidaba de preguntarte si, Andrés, ha prendido la chimenea.

‒¡Claro que sí! En cuanto ha llegado al refugio, a última hora de la mañana, con el camión repleto de leña. Ha sido lo primero que ha hecho, incluso antes de descargarlo. Y, poco antes de regresar al pueblo, hemos puesto una nueva carga de troncos, en el fuego a tierra ¿A qué hora llegaba, el maestro, a la gasolinera?

‒¡Yo no andaba equivocado! Le he asegurado que encontraría la casa calentita, a pesar del frío y de la lluvia. Debía faltar muy poco para que fueran las ocho de la tarde ‒respondió, quien no había hecho mención alguna de “Thor.”

A sus diecisiete años recién cumplidos, María Besteiro era la única hija del matrimonio compuesto por Pilar Lanzarote y Julián Besteiro. Era una chica atractiva, más bien alta, de tez morena, ojos negros, de mirada profunda, y una larga cabellera de color castaño. Aunque, amable y respetuosa, tenía una natural tendencia a la seriedad y a la introspección, lo cual, no favorecía su relación con otras personas, especialmente sus compañeros de estudios. Por encima de cualquier otra cosa, adoraba a sus padres, a sus abuelos maternos, los únicos abuelos que vivían, el Dibujo y la Pintura.  Por eso, después de mucho insistir, logró que sus progenitores hicieran un gran esfuerzo económico para que cursara el Bachillerato de Artes, en la Escuela de Arte de Huesca. Estaba a punto de terminarlo y de dejar la casa de sus abuelos, en la que había estado viviendo, entre semana, durante los últimos cuatro años, pues hubiera sido impensable el traslado diario, a la capital de la provincia. Gracias al trabajo de su madre, había tenido la inmensa fortuna de conocer al maestro colombiano, en los escasos periodos vacacionales durante los que, Juan Sotomayor, decidía pasar unos pocos días en su refugio de montaña, alejado del mundanal ruido.

Desde que, María, tuvo el atrevimiento de presentarle uno de sus trabajos, en espera de recibir un veredicto sobre las expectativas que cupiera formarse sobre el futuro de su vocación, una mutua relación de admiración profesional y de afecto fue cimentándose, a pesar de la distancia y el tiempo que transcurría, sin que tuviesen la oportunidad de verse.

Por eso, a la mañana siguiente, María tuvo que contener su impaciencia, en espera de que llegara la hora de ir a ver al señor Sotomayor y decirle que la cena podía tener lugar, el próximo sábado. De paso, no perdía la esperanza de encontrar la manera de preguntarle si ella estaba, también, invitada. Cuando el viejo reloj de péndulo pegado a la pared del comedor finalizaba el toque de las nueve campanadas matutinas, María arrancaba la moto llevando la carpeta de dibujo, dentro de la cual, había guardado media docena de trabajos seleccionados y realizados por ella misma, los que más creía que podían gustar al maestro.

Quedándole por recorrer un centenar de metros del lodazal en el que se había convertido el camino de tierra, oyó los ladridos de “Thor”. Al llegar frente a la puerta de entrada, paró el motor, bajó de la moto y calzó el caballete al suelo, sin dejar de instar a la mascota que se callara. No le dio tiempo a llamar al timbre, porque el rostro somnoliento del artista asomó por la puerta entreabierta, ocasión que el perro aprovechó para salir, loco de alegría, alcanzando a poner sus manos sobre los hombros de la amiga, cuya voz había reconocido.

‒¡Si quieres que te diga la verdad, María, te temo más que a un nublado! ‒fue el saludo que Juan Sotomayor dispensó a la recién llegada‒ ¿Acaso no te advirtió, tu padre, que no me hicieras madrugar?

‒¡Sí! ¡Me lo dijo! ¡Pero, son las nueve y media de la mañana!

‒¡A esta hora, aquí y en Lima, para quienes vivimos pendientes de la inspiración que la noche nos depara, no han sido puestas las calles, todavía!

‒¡Ya está bien, Thor! ¡No seas tan pesado! ¡Yo, también te quiero! ‒exclamó, quien se veía obligada a repartir su afecto, entre el dueño de la casa y su Pastor Alemán‒ He traído bollos y pan caliente; si me deja entrar, le preparo el desayuno, mientras, usted, se encierra en el baño.

‒¿Sabes preparar un café colombiano?

-¡Por supuesto! No fue muy difícil aprenderlo, una vez descubrí el café que hay que emplear. Mi madre me ha dicho que jamás falta el buen café colombiano, en esta casa. Y, que se guarda, dentro de cajas de metal, herméticas.

‒¡En tal caso, acepto tu propuesta, María!

‒¿Le apetecen un par de huevos fritos?

‒¡Adelante! ‒exclamó, Juan Sotomayor, en señal de aprobación‒ ¿Qué ha dicho, tu madre, con respecto a la cena ‒preguntó,  mientras se dirigía a su alcoba.

‒¡Que no hay inconveniente! El próximo sábado es un buen día para que puedan venir los dos ‒contestó, María, intencionadamente.

‒Querrás decir, los tres ‒rectificó, el dueño de la casa, inmediatamente‒. Envié una carta al Niño Dios, en tu nombre. Anoche, nada más llegar, me encontré con la contestación, en el árbol de Navidad que, Andrés Lasala, nos ha preparado.

‒¿Qué es lo que dice ‒quiso saber, María, presa de la curiosidad.

No hubo respuesta, toda vez que el dibujante, escultor y pintor de talla universal, se había encerrado en su habitación. Ante lo cual, María se dispuso a preparar el desayuno, bajo la mirada atenta de “Thor” que fue a sentarse a la puerta de entrada de la cocina para poder contemplar los movimientos de su amiga aragonesa.

‒Un día, “Thor,” te enseñaré a poner la mesa. Veremos si, por lo menos, haces algo de provecho, en lugar de asustar a todo el mundo, con tus ladridos ‒le dijo, la estudiante de Bachillerato de Artes, a la mascota, la cual, mantuvo las orejas erguidas, mientras le hablaban.

Juan Sotomayor disfrutó con el desayuno que le habían preparado. La insistencia de María para que le fuera revelado el contenido de la contestación que el Niño Dios había dejado en el árbol, resultó del todo estéril. Además, se dio cuenta de que no había ningún sobre, adorno o regalo alguno, colgando de las ramas del árbol. “Hablaré con Andrés Lasala para que me ayude a engalanar el abeto con motivos navideños, antes del viernes” ‒pensó, secretamente.

‒¿Tu sabes quién es el Niño Dios, María? ‒preguntó, el pintor, cuando estaba a punto de dar por terminado el desayuno.

‒Supongo que, en Colombia, es el propio Papá Noel.

‒¡Estás equivocada! Se trata del Niño Jesús y sigue la tradición cristiana que se inició, hace más de dos mil años en Cisjordania, en la ciudad de Belén, muy cerca de Jerusalén.

‒En tal caso, me tiene que dar permiso para construir un nacimiento. Para que esté listo, antes del sábado, en justa correspondencia con el árbol, que se asocia a Papá Noel.

‒¡Por supuesto que te doy permiso! Resulta curioso que, en mi país, el veinticinco de diciembre, celebremos la llegada del Niño Jesús. Y, en lugar de un pesebre, las casas se adornen con un abeto, siguiendo la tradición gringa.

‒¡Será muy fácil montar un nacimiento! En este lugar, tenemos todos los materiales que hacen falta, al alcance de la mano ‒aseguró, María, con rotunda seguridad.

‒¿De dónde sacarás las figuras, joven intrépida?

‒De la montaña de madera que le han traído. Por el momento, tallaré únicamente las figuras del Niño Jesús, la Virgen María, y José. Por supuesto, el buey y la mula, también. Tendré que pedir la ayuda del electricista para dotarlo de la modesta y necesaria iluminación.

‒¿Por qué no incorporas, igualmente, a los Reyes Magos?

‒El día de Navidad, los Reyes de Oriente no pintan nada, en un nacimiento ‒‒respondió, María, con determinación‒‒. Tendrán que esperar, hasta la víspera de la Epífanía, que es cuando les corresponde. Además, me consta que a su hija, Magdalena, le encantan los Reyes Magos y he pensado que me ayudará a pintarlos. Le advierto que los tres adoptarán una postura de adoración. ¡Nada de ir montados sobre los camellos!

‒¡Muy bien! Mientras concentras tus esfuerzos en el belén, yo me dedicaré a estudiar cada uno de los trabajos que has traído. ¿Puedo abrir tu carpeta de dibujo?

‒¡Es toda suya! ‒fue la respuesta de María, acompañada por una gran sonrisa y el alegre brillo de sus ojos.

No hubo que esperar al sábado. Cuando, el día anterior, a última hora de la tarde, Angelina Harb, la esposa libanesa del pintor, llegó al refugio de montaña, en compañía de su hija, Magdalena, encontraron un precioso abeto de Navidad, iluminado y engalanado en su justa medida, así como un hermoso nacimiento construido sobre una mesa rinconera, situada en el salón contiguo al comedor.  Aparte de la ornamentación y de las luces de colores, no había regalo alguno, entre las ramas del abeto.

Al día siguiente, sábado, el reencuentro entre las dos familias fue motivo de gran alegría. Aunque, el abrazo que se dieron, Magdalena Sotomayor y María Besteiro, supuso tanta carga de emoción, que a punto estuvieron de llorar. El pasado mes de julio se habían cumplido tres años, desde que se conocieron. Fue el mismo día, en el que Magdalena celebraba su dieciseisavo cumpleaños.

La reunión transcurriría, sin que nadie estuviese pendiente del reloj y tuvo muy poco de una cena formal. Ni tan siquiera, se sentaron a la mesa del comedor, sino que se limitaron a depositar sobre la misma una diversidad de platos, consistentes en lo que, entre todos, prepararon: variedad de embutidos ibéricos y de quesos, pimientos, anchoas, aceitunas, espárragos, tortilla a la española, etc. Al picoteo, le seguirían distintas bandejas conteniendo una cantidad exagerada de chuletas de cordero, hechas a la brasa del fuego a tierra. Todo lo anterior, regado con distintas botellas de vino de la Comunidad de Aragón. Cada uno se sirvió lo que quiso y se acomodó en el sitio que fue eligiendo, a lo largo de la velada. Cuando todos daban la cena por terminada, la dueña de la casa pidió voluntarios para despejar la mesa. Una vez realizada la tarea, las mismas manos colaboraron para llevar a término un despliegue de dulces, pasteles, frutas de Navidad, turrones y una amplia variedad de licores. A raíz de la experiencia tenida con el desayuno que, María, le había preparado, Juan Sotomayor le encargó que hiciese el mejor café colombiano, para cuantos lo desearan.

En aquel mismo momento, el dueño de la casa quiso pronunciar unas palabras y recabó la atención de los presentes.

‒”Cuando, el martes pasado, María vino a verme para decirme que sus padres no tenían inconveniente en celebrar esta reunión en el día de hoy, sábado, llegó con su carpeta de dibujo, bajo el brazo. Hablamos del día de Navidad y de lo que representaba el Niño Dios, en Colombia. Como consecuencia de lo cual, se puso a trabajar para construir, con sus propias manos, el nacimiento que, situado en el rincón del salón, bendice esta casa. Al propio tiempo, prestó su valiosa ayuda al señor Andrés, para que quedara vestido el abeto de Navidad.

Me consta que ha hablado con mi hija, Magdalena, para tallar las figuras de los Reyes Magos de Oriente, en actitud de adoración al Niño Dios, tal como nos enseña la Epifanía. Yo creo que ambas fiestas tienen un gran significado y que, por consiguiente, procede celebrarlas en la intimidad de la familia. Es por esta razón que, en la tarde de hoy, hemos querido tener esta reunión y poder trasladarles personalmente nuestros mejores deseos de paz, salud y bienestar. Que el Niño Dios bendiga a todos ustedes.”

Se hizo un profundo silencio. Julián Besteiro, consideró que debía corresponder a las palabras de felicitación navideña destinadas a su esposa, hija y a su propia persona. No estaba del todo seguro de si el genial artista hubiese terminado su intervención. Ante la duda, se levantó de la silla en la que estaba sentado, pero no llegó a abrir la boca porque el dueño de la casa, cambiando el tono de su intervención, se dirigió a la amiga de su hija para preguntarle:

‒¿Has mirado, María, si hay algún regalo, a los pies del abeto?

‒¡No! ‒contestó, desde la puerta de entrada a la cocina, quien había recibido el encargo de preparar el café.

‒¿Ves algún paquete, desde donde tú estás?

‒¡Ninguno! ‒sonó alta y diáfana, la respuesta.

‒¿Estás segura?

Ante la insistencia, María dio un par de pasos para tener una mejor visión de la base del árbol. Al constatar que no había ningún paquete en el suelo, buscó con la mirada la ayuda de su madre, que estaba sentada frente al abeto. Pilar Lanzarote hizo una mueca de extrañeza y movió, del uno al otro lado, un par de veces la cabeza. Aunque, a continuación, advirtió una sonrisa de complicidad en el rostro de su amiga, se reafirmó en sus anteriores contestaciones, elevando el tono de voz para decir:

‒¡Completamente segura!

Juan Sotomayor consideró que el juego no podía continuar. Motivo por el cual, dijo:

‒¿Acaso no has tenido en cuenta que debías buscar un sobre? Acércate al abeto; lo encontrarás oculto por las ramas que no puedes ver, desde tu ángulo de visión. Cuando obre en tu poder, por favor, no lo abras.

Cuando estuvo a un metro de distancia del árbol, la alumna de la Escuela de Artes de Huesca reconoció el sobre que el maestro se había negado a enseñarle. Después de retirarlo de entre las luces y los adornos que colgaban de una rama, lo mantuvo entre sus manos temblorosas y preguntó al maestro:

‒¿Qué tengo que hacer, ahora?

‒Sabes muy bien que es un regalo del Niño Dios. Puedes llevártelo a tu casa, con la condición de que no lo abras, hasta que hayáis terminado la cena de Nochebuena.

‒Me atrevo a decir que este condicionante que me impone es bastante cruel. Se repite la historia del otro día ‒dijo, María, con voz quejumbrosa‒ ¡Aún falta una semana para el día de Navidad, doctor! ¿Podría darme un avance de la naturaleza del regalo que contiene, este sobre?

‒En Colombia, María, el Niño Dios entrega los regalos el día veinticinco de diciembre ‒recordó, el maestro Sotomayor‒. Pero, tomando en consideración que estamos en España y que fue un servidor quien le pidió el obsequio para ti, te voy a dar un avance. Los detalles quedan reflejados en el documento que encontrarás, dentro del sobre que está en tus manos.

Se repitió, el silencio anterior. Posiblemente, fue aún más tenso y profundo, a juzgar por la reacción de “Thor.” La mascota,  preocupada por lo que estaba ocurriendo, soltó un conato de ladrido.

‒Hallarás el documento de ingreso, a tu nombre, en la Academia de Bellas Artes de Florencia. Cursarás cuatro años de estudios, en Pintura, Escultura, Arquitectura, Decoración y Grabado. Será beneficioso para ti que conozcas el renacimiento italiano y las obras de Piero della Francesca, Paolo Uccello, Tiziano y otros. Los dineros para sufragar los gastos de viajes, transportes, manutención y dinero de bolsillo, así como el coste de la matrícula para cada uno de los cuatro años, están en una Beca que ha quedado depositada en una entidad bancaria. ¡Ya he caído en el error de darte demasiados detalles!

 

Madrid, Navidad, 2021.

 

Blog: Un día con ilusión – Magdalena Araújo

 

Imagen encontrada en internet:

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jueves, 31 de diciembre de 2020

Que tus despertares, te despierten, de Daniel Karpuj




Que tus despertares, te despierten.

Y que, al despertarte, el día que comienza te entusiasme.

Y que jamás se transformen en rutinarios los rayos del Sol que se filtran por tu ventana, en cada nuevo amanecer.

Y que tengas la lucidez de concentrarte y de rescatar lo más positivo de cada persona que se cruce en tu camino.

Y que no te olvides de saborear la comida, detenidamente, aunque “sólo” se trate de pan y agua.

Y que encuentres algún momento durante el día, aunque sea corto y breve, para elevar tu mirada hacia lo Alto y agradecer, por el milagro de la salud, ese misterioso y fantástico equilibrio interno.

Y que logres expresar el amor que sientes por tus seres queridos.

Y que tus brazos, abracen.

Y que tu boca, bese.

Y que los atardeceres te sorprendan, y que nunca dejes de maravillarte.

Y que llegues cansado y satisfecho al anochecer, por la tarea satisfactoria realizada durante el día.

Y que tu sueño sea calmo, reparador, y sin sobresaltos.

Y que no confundas tu trabajo con tu vida, ni tampoco al valor de las cosas, con su precio.

Y que no te creas más que nadie, porque, sólo los ignorantes desconocen que no somos más que polvo y ceniza.



Texto: Daniel Karpuj. Rabino


jueves, 23 de julio de 2020

“El buscador”, un cuento sobre el tiempo realmente vivido





Hace unos días, un amigo compartió una publicación que me llevó a acordarme de “El buscador”, cuento que leí en un libro de Jorge Bucay,Cuentos para pensar”. No sé si él es su autor, aunque suele atribuírsele en las diferentes publicaciones que encontramos en internet. Quise incluirlo en mi blog, transcribiéndolo tal como lo encontré. Deseo que les lleve a rememorar esos momentos vividos con especial intensidad, que forman parte de sus recuerdos felices.

 

El buscador

 
Hace dos años, cuando terminaba una charla para un grupo de parejas, conté, como suelo hacer, un cuento a manera de regalo de despedida. Para mi sorpresa, esta vez alguien del grupo pidió la palabra y se ofreció a regalarme una historia. Ese cuento que quiero tanto lo escribo ahora en memoria de mi amigo Jay Rabon.
 

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador…

Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra.

Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo.  Así que lo dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada.

Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.

De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquel lugar.

El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.

Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor.

Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:

“Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra: era una lápida.

Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar.

Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla. Decía:

“Yamir  Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”

El buscador se sintió terriblemente conmocionado.

Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra una tumba.

Una por una, empezó a leer las lápidas.

Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.

Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años…

Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó.

Lo miró llorar durante un rato en silencio, y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

-No, por ningún familiar -dijo el buscador-. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano sonrió y dijo:

-Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…:

“Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue del cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado. 

A la derecha, cuánto tiempo duró ese gozo…

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…?

Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso… ¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?

¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…?

¿Y la boda de los amigos?

¿Y el viaje más deseado?

¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? 

¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Horas? ¿Días?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos. Cada momento.

 

Cuando alguien se muere,

es nuestra costumbre

abrir su libreta

y sumar el tiempo de lo disfrutado

para escribirlo sobre su tumba.

Porque ese es, para nosotros 

el único y verdadero tiempo vivido.

 

  

 

Bibliografía: “Cuentos para pensar”, de Jorge Bucay.

 

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jueves, 2 de abril de 2020

Algunas pautas de comportamiento para afrontar la cuarentena por coronavirus



Un artículo publicado por Stephanie Escarria en “DoctorAquí/blog recoge un buen número de propuestas hechas por Daniela Calderón Araújo, psicóloga, terapeuta holística y profesora de yoga terapéutico, quien desarrolla su actividad profesional en Bogotá.

Son interesantes y saludables recomendaciones a tener en cuenta a la hora de tomarnos un respiro durante nuestras rutinas diarias, de forma que optimicemos las pausas activas que hagamos.

ALÉJATE DE LAS PANTALLAS

Durante tu pausa activa procura alejarte de cualquier pantalla que tengas a la mano. Asómate a la ventana, da un paseo por tu casa, prepárate un té o café sin la compañía del celular y llevando tu atención plena al paso a paso de una tarea sencilla. Esto te va a servir para observar tus pensamientos y disminuir su velocidad, logrando despegarte mentalmente del trabajo o la ansiedad por un breve momento.

REVISA TU POSTURA

Aprovecha la pausa para revisar tu estación de trabajo, asegúrate que tus piernas y rodillas estén relajadas y las plantas de los pies bien apoyadas en el suelo. Procura darle soporte a tu espalda con el objetivo de mantener la columna tan larga y recta como te sea posible, no temas usar todos los apoyos que necesites.

TÓMATE UN MINUTO PARA RESPIRAR Y OBSERVAR TU CUERPO

Cierra los ojos y respira profundo por la nariz, lleva la atención por cada punto de tu cuerpo desde los pies a la cabeza, identificando si tienes algún dolor o molestia que te requiera mover esa parte o cambiar de posición. Si identificas alguna emoción relacionada con la ansiedad, tómate tu tiempo para hacer más larga cada exhalación; esto te permitirá activar el sistema nervioso parasimpático, disminuir el ritmo cardíaco y los niveles de ansiedad o exaltación en el cuerpo.

Procura hacer por lo menos entre dos y cinco minutos de actividad cardiovascular en tu pausa activa. Elige lo que más te guste, baila una canción, práctica una corta secuencia de ejercicios o algunos saludos al sol a un buen ritmo para mover la sangre en tu cuerpo y despertar tu sistema cardiorrespiratorio. Esto aliviará la tensión en tu cuerpo y ayudará a poner en movimiento la sangre y otros fluidos, evitando calambres, dolores localizados y estancamiento de emociones. Asegúrate de mover todo el cuerpo, no sólo un grupo muscular.

JUEGA CON TU MASCOTA (SI TIENES)

Jugar unos minutos con tu mascota puede disminuir los niveles de cortisol en el cuerpo, así como estimular la producción de serotonina, dopamina y oxitocina, reduciendo el estrés y aumentando el sentimiento de alegría y tranquilidad. Está comprobado que esta actividad puede ser una práctica meditativa, la cual te permite alejar tu mente de las preocupaciones y los pensamientos relacionados con el trabajo, actuando como un bálsamo para el sistema nervioso.

HIDRÁTATE

Que la pausa activa sea un buen pretexto para tomar agua. El agua ayuda a la sangre a transportar el oxígeno a todos los lugares de tu cuerpo, manteniendo el correcto funcionamiento de todas sus estructuras y funciones, incluso las del cerebro. Mantenerte hidratado te permitirá ser más ágil y eficiente en el trabajo, así como poner a circular la sangre por tu cuerpo.


Daniela Calderón Araújo




Imagen personal, cedida por Daniela Calderón Araújo, para esta publicación.




En plena tempestad, mantengamos el temple. Luego, llegará la calma.



Generalmente, trato de evitar referirme a temas de actualidad, aunque llevo varios días pensando en escribir acerca de lo que estamos viviendo y sintiendo durante este confinamiento obligado por el coronavirus, o la COVID 19, como nos dice la RAE que debemos referirnos cuando hablamos de la enfermedad que puede desarrollarse a partir del contagio de este virus.

Nos encontramos ante una situación nueva, que presenta elementos desconocidos. El panorama es incierto y diferente al que hayamos vivido con anterioridad. El coronavirus empezó a expandirse a lo largo y ancho de nuestro planeta, sin respetar fronteras, nivel socioeconómico, cargos o profesiones. Aunque, quizás existan personas privilegiadas, que reciben un diagnóstico precoz y toda clase de atenciones médicas, cualquiera de nosotros puede contagiarse y hacer que otros enfermen.

A la población de gran número de países se nos ha pedido que nos quedemos en casa en la medida de lo posible, saliendo solo para cosas imprescindibles, con el fin de evitar que la COVID 19 se propague demasiado rápido y que los sistemas sanitarios se colapsen.

Es fácilmente predecible que afrontemos toda clase de emociones. Que tengamos oscilaciones en un mismo día o a lo largo de la semana. Que nos sorprendamos sintiéndonos indiferentes, apáticos, tristes, preocupados o enfadados.

Lo que conviene tener en cuenta es que esas emociones son transitorias y que van y vienen, como nuestros pensamientos. Aunque, creamos que es imposible acallar nuestra mente, lo cierto es que sí es posible gestionar esos pensamientos, viéndolos solo como ocurrencias de una mente que parece actuar en modo automático. Así mismo, conviene tener en cuenta que pasaremos por diferentes y cambiantes estados de ánimo, los cuales durarán un poco más que las emociones o los pensamientos.

Todas las emociones que sintamos, a lo largo de estos días, serán coherentes con la situación que estamos viviendo. Lo importante, aunque difícil, es que tratemos de mantener la calma, en medio de la tormenta. El hecho de sentir ansiedad, miedo, tristeza, y que surjan preocupaciones y dudas, no quiere decir que debamos permitir que todo ello nos desborde.

Tengamos presente que nuestros estados emocionales afectarán también a las personas que conviven con nosotros. Por ello, es necesario mantener el temple y plantearnos pequeñas estrategias que nos ayuden a bajar el nivel de ansiedad y preocupación. Tales como, respirar hondo, estar solos en algún momento, meditación, “mindfulness” o atención plena, hacer algún ejercicio físico o baile, ver una película o serie, utilizar nuestra creatividad…

Seamos valientes frente a la incertidumbre, toleremos las frustraciones que se nos presenten en el día a día y no permitamos que el miedo y el pesimismo se apoderen de nosotros. Hagámoslo para nuestro propio beneficio y para el de las personas que amamos, con las cuales, compartimos la vida.

Entre todos, conseguiremos afrontar lo que en estos meses nos toque vivir. No será fácil, lo sé. Pero, debéis tener la absoluta convicción de que es ilimitada la capacidad que tiene el ser humano para superar las adversidades que se le presenten. En especial, cuando nos unimos para la consecución de un común objetivo.





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martes, 18 de febrero de 2020

A la búsqueda del tiempo recuperado





(“A la recherche du temps récupéré”)

Cuando tomé la decisión de dar comienzo a este escrito, llevábamos dos días de intensos, divertidos y muy emotivos intercambios de comentarios. Nuestra amiga TERIZINA BELLABONGA nos había propuesto uno de sus encantadores ejercicios para que desarrolláramos nuestro ingenio y nos expresáramos desde el fondo de nuestros corazones.

Es un grupo muy especial y heterogéneo; pero, hemos logrado encontrar la complicidad y el respeto para expresar todo aquello que decidamos compartir. Tengo que señalar que hay momentos de una genial expresividad y libertad en los comentarios. A juzgar por el escaqueo de algunos cuantos, es de justicia reconocer que se trata de un grupo algo remiso, en ciertas ocasiones. Fue lo que se puso de manifiesto, cuando TERIZINA BELLABONGA nos encargó la tarea de buscar los seudónimos para los participantes.

Ahora, transcurridos varios días, debo decir que, a pesar de las dificultades encontradas, logramos divertirnos con el juego de los seudónimos y dar por concluido este encargo. Hubo colaboración por parte de algunas personas, pero merece hacer una especial mención de la ayuda prestada por CARIBEIDÓN, quien logró empezar con los seudónimos y facilitarnos, de igual manera, todos los que nos hacían falta para que pudiéramos completar la lista.

TERIZINA BELLABONGA nos dijo:

-En términos generales, vivimos satisfechos con lo que somos. Sin embargo, en ocasiones, nos gustaría cambiar alguno de los aspectos que conforman nuestra manera de ser y gozar de aquellas cualidades que admiramos en alguien a quien conocemos muy bien; de las cuales, nosotros, carecemos.

No hizo falta que contuviera mi intriga durante mucho tiempo porque, a continuación, TERIZINA BELLABONGA, nos lanzó el reto siguiente:

-Les propongo que juguemos con la pregunta de la imagen que les adjunto. Se trata de que piensen profundamente, antes de responder.

Si tuvieras que transformarte en un amigo, ¿quién sería y por qué?

La participación no se hizo esperar y las respuestas fueron muy variadas, emotivas y creativas. Algunas, llegaron a ser realmente entrañables, mostrando los vínculos tan estrechos que unen a los participantes.

Intentaré recopilar el mayor número de los comentarios que tuvieron lugar, en el ejercicio titulado:

EL JARDÍN DE LOS ESPEJOS

He querido respetar las aportaciones de CARIBEIDÓN, tanto para el título del presente escrito, como para este particular apartado, cumpliendo con sus indicaciones: “Tendrá un capítulo especial que se llamará “El jardín de los espejos”. Allí, en ese jardín, se podrán acicalar todos los protagonistas a su libre antojo y albedrío, con sus atributos y defectos, propios y ajenos!!!”

Algunos, no precisaron las características de los amigos que desearían tener.

PETER PAN nos dijo que era una difícil decisión, ya que a todos sus amigos los había escogido por ser como son. Que no podría escoger a uno en particular y que los quería con su especial mezcla de virtudes y defectos.

LA PEQUEÑA LULÚ no habló del tema, pero le mostró su afecto a TERIZINA BELLABONGA, enviándole un mensaje con unas flores.

UP admira mucho la serenidad, la inteligencia y el arte, por lo que le gustaría tener un poco de cada uno de sus muchos amigos y amigas. “También hay mujeres que son iconos y en las que uno podría identificar una característica que pudiese representar un sueño escondido... Me gustan aquellas que van detrás de sus sueños, que marcan estilos (y no hablo de la ropa) y que rompen esquemas pero con gracia… “

ROSICLER, estaba totalmente de acuerdo con UP. Le encantaría tener un poco de cada uno de sus amigos.

CATALINA CHAMBERÍ, nos dijo lo siguiente: “Nos encontramos con personas que poseen unas características, hábitos, aptitudes, que nos gustan mucho. A mí me sucede que me llama especialmente la atención aquello que a mí me falta, o lo tengo menos desarrollado ¿Alguien en concreto? ¡No! Creo que otras personas son como espejos que nos reflejan aquello en lo que debemos luchar por mejorar... ¡También nos ayudan a ver lo bueno que hay en nosotros! Por otro lado, si ahondamos un poco, todos tenemos una mezcla de bueno y menos bueno, que es lo que nos hace únicos; por lo que ningún amigo, o conocido, es tan perfecto como a veces creemos... Lo más importante, es que aprendamos a querernos y aceptarnos como somos, aunque siempre estemos dando pasitos para pulir ciertas aristas. Para darle más brillo a aquello que se nos da bien.”

Al respecto, UP dijo: “Si, es cierto, ¡hay una fuerza en esa conciencia de nuestros errores y en mejorarnos como seres humanos!”. Dirigiéndose a TERIZINA BELLABONGA: “¡Sólo puedo dar gracias por resaltar, en nosotros, aquello que es bello!” A continuación, se dirigió a todos nosotros: “Queridos amigos y amigas, siempre he sentido que la perfección es muy aburrida y me encanta cuando, lo casi perfecto, se vuelve bello con el error. Con una línea que sobrepasa la medida, con una nariz que le da fuerza a un rostro, con el carácter en medio de la dulzura... Detrás de cada uno de nosotros hay maravillosas historias de vidas llenas de inteligencia, fuerza, coraje, integridad, prudencia, superación, disciplina, valor, etcétera. Historias que tienen una hermosa mezcla con el miedo, la duda, la inseguridad, la cobardía y otras características... Esas batallas íntimas, internas, entre lo que somos y lo que queremos ser, se traducen al exterior y ejercen en mí un magnetismo único...”

MANECITA ROSADITA nos abrió su corazón y nos hizo algunas confidencias… Antes que nada, nos comentó que había tantas cualidades admiradas por ella, en sus amigos, que le habían servido de inspiración para hacer una transformación. Luego, concretó aún más, diciéndonos que desde 1976, hasta el día de hoy, había sufrido una metamorfosis total. Ha ido cambiando muchas cosas de sí misma y ahora siente que es una persona nueva. Nos comentaba que de ser una mujer que había sido educada a la vieja usanza (parece que de acuerdo a las costumbres más autóctonas de los bogotanos), ha ido adoptando lo que ella considera ser lo mejor de la mujer costeña: su temperamento alegre, relajado y sin complicaciones. Lo que, por cierto, le ha causado grandes diferencias con su señora madre y familia.

De su suegra, adoptó la paciencia infinita, su amor y dedicación por los hijos. De una de las amigas, la Fe y la Caridad por los más necesitados.

Ha conocido personas espectaculares. Admira de ellas, la sencillez y la elegancia, la alegría, la frescura y el desparpajo, la euforia y la sinceridad, la dulzura de GARDENIA MIRAFLORES y, de TERIZINA BELLABONGA, su inteligencia, su incomparable poder para ponernos a pensar y que es una líder nata. Ha querido tomar lo bueno de cada una, para ser mejor persona.

Como es natural, las respuestas no se hicieron esperar.

TERIZINA BELLABONGA le dijo: “Estupenda tu evolución y ¡no te imaginas cómo la disfrutamos! Eres una belleza, porque ¡es tu alma la que habla siempre! Gracias por estar tan genuinamente atenta. Un abrazo”. A lo que MANECITA ROSADITA le respondió: “Gracias a ti, TERIZINA BELLABONGA, que nos haces evaluarnos y valorar nuestras amistades”.

MARIPOSA BELLAVISTA exclamó que era una maravilla de comentario, y “¡Me gusta lo sincera que eres!”. CATALINA CHAMBERÍ le dijo a MANECITA ROSADITA: “Me parece genial que te hayas transformado a ti misma... Es importante que decidamos quién queremos ser, escogiendo aquellas cualidades que nos gustan y deseamos adoptar como propias... Yo conozco eso de ser de varios sitios... Debes escoger aquellas características con las que te encuentras mejor y te hacen más feliz. Igual que los amigos y conocidos, las personas de un lugar tienen sus cosas buenas y otras que no son muy de nuestro agrado... Normalmente, hay personas que son reacias a aceptar algunos de nuestros cambios; ¡que eso no nos impida caminar por el camino que deseamos!”

MARIPOSA BELLAVISTA, continuando con lo que dijo Rosicler, se refirió a que ella haría una "Colcha de maravillosos retazos". Le encantaría la serenidad de PETRONILA, la alegría, la manera clara y justa de pensar, la dulzura, un poquito de locura y lo detallista de otras amigas... Lo brillante de TERIZINA BELLABONGA y la fe y el amor de GARDENIA MIRAFLORES.

GARDENIA MIRAFLORES le respondió con entusiasmo: “¡Dios mío, amiga de mi alma, MARIPOSA BELLAVISTA, que linda eres!”

MARIPOSA BELLAVISTA se dirigió a CATALINA CHAMBERÍ, con mucho cariño: “Qué felicidad compartir contigo, CATALINA CHAMBERÍ, estos momentos de alegría, de entretenimiento y, en cierto modo, de escape a nuestra rutina diaria. ¡Un verdadero placer leer tus comentarios!”.

CATALINA CHAMBERÍ le agradeció a MARIPOSA BELLAVISTA sus palabras y comentó: “Es increíble el ambiente que nos contagia TERIZINA BILLABONGA. Repitiendo parte de tus palabras, quiero decir que es un placer leer todos los comentarios. Son muy interesantes, divertidos, profundos...”

MARIPOSA BELLAVISTA continuó con su maravillosa expresividad y cercanía: “¡Ayyy, mi TERIZINA BELLABONGA! ¡Hermosa! ¡Qué bella eres conmigo y qué grande es tu alma! Para crear este rincón de risas, amistades y cariño, que le da a nuestra vida ese toque mágico y nos llama a este delicioso y productivo intercambio. ¡Gracias, amiga mía!

MARIPOSA BELLAVISTA, siguió con sus bellas palabras: “Pensando en nuestra maravillosa "reunión de hoy", profundizo. Sabiendo que cada acción de nuestra vida trae consecuencias, no sólo para nosotros mismos, sino también para todos los que nos rodean, pues más mérito le doy a nuestra hermosa TERIZINA BELLABONGA, por hacer esta cadena de sentimientos, pensamientos, y situaciones alegres y divertidas que le ponen la cara bonita y alegre a nuestro mundo, tan hermoso, pero lleno de problemas y conflictos. Tal vez no te das cuenta que tu labor es grande y poderosa, pero seguramente nos ha tocado en momentos difíciles y ha sacado una sonrisa en donde había lágrimas. ¡Gracias, pues éste es alimento para el alma!”

Aquí, volvió a aparecer en escena nuestra querida anfitriona, TERIZINA BELLABONGA: “MARIPOSA BELLAVISTA, tu sabes, de sobra, cuánto agradezco los "endosos" tan generosos que me haces pero creo que, sin saberlo quizás, hay un olfato inconsciente que acerca las sensibilidades, los enfoques y las manifestaciones cariñosas y respetuosas de éstas, para lograr coincidir en los apoyos, las solidaridades y los afectos de todos quienes nos disponemos a dejar que el alma se asome. Es muy bello observar cómo hemos logrado afianzar todas esas cosas en un grupo que interactúa con total desinterés y cariño. Creo que a todos nos sucede lo mismo que a ti y ¡allí está la grandeza!”

CATALINA CHAMBERÍ le comentó: “¡Cierto, TERIZINA BELLABONGA! Creo que se dan estas magníficas conversaciones porque todos necesitamos, de vez en cuando, sacar nuestros sentimientos y vivencias... ¿Dónde mejor que con personas que reciben lo que se escribe, con delicadeza, cariño y sentido del humor?”

GARDENIA MIRAFLORES, continuó con la tarea original: “La vida es una enseñanza diaria: compartimos y aprendemos. Yo también, como MARIPOSA BELLAVISTA, haría una colcha de retazos, con un poquito de todas. Me gustaría ser más objetiva, pero lo dejo ahí”. A continuación, le dio las gracias a TERIZINA BELLABONGA.

GARDENIA MIRAFLORES, también se dirigió a CATALINA CHAMBERÍ, diciéndole que se sentía feliz de que estuviera interactuando con ellos desde hace poco tiempo y “valga la oportunidad para decirte que son muy enriquecedores tus comentarios”.

PETUNIA: “A mí me gustaría tener un poco de cada una de mis amigas y hermanas porque todas son muy especiales. Cada una tiene sus propias cualidades y son súper mujeres ¡Y, muchas, son súper madres también!

ESTRELLA FUGAZ, nos dijo que, para ella, realmente es una tarea compleja, porque todas sus amigas son especiales y le aportan mucho.

CLARINETILDA BULLERENGUE, “LA DAMA DE LA BELLA SONRISA”: “Estoy muy satisfecha tal como soy; pero como dice nuestra “panelista líder”, no por eso dejo de admirar las virtudes de mis amigas y, ¿por qué no? hasta desear mejorar un poco, aunque sea; ¡para bien, claro está! Admiro mucho a mi amiga LA BELLA CUBITA, por el temple con que enfrenta las adversidades, nunca se raja, ahí está siempre con ese humor que tanto la caracteriza. De CARIBEIDÓN admiro su verbo, su manera de decir las cosas para que suenen ¡taaaan bonitas!, a la vez que me toca ir al “pequeño Larousse” para ver qué me quiso decir, me hubiera gustado ser un “trotamundos”, mochila en hombro. Como mi amiga__, a quien nunca la he oído quejarse de nada, cualquiera diría que lo tiene todo; de CATALINA CHAMBERÍ, su profesión, me hubiera gustado ser psicóloga. De TERIZINA BELLABONGA, esa capacidad que tiene de convocatoria; siempre hay “quorum”. ESTRELLA FUGAZ, sin pelos en la lengua, que a veces tanta falta me hace ¡Ooops, jajajajajajajajaja!”

CLARINETILDA BULLERENGUE, “LA DAMA DE LA BELLA SONRISA”, dirigiéndose a CATALINA CHAMBERÍ: “¡te admiro mucho! Y ella, CATALINA CHAMBERÍ, le respondió: “Muchas gracias, me has emocionado...”

MARVICA, se expresó así: “En mí, soy mi mejor amiga...”

MUY EXPERTA YO TE HARÉ, nos dijo: “Tengo poquitas amigas, consecuencia de muchos años de intenso trabajo y tan poco el tiempo, con esa prioridad a mi familia, pero de ellas he aprendido mucho y he tenido mucha suerte de encontrarme seres buenos, más atentos que yo, más disponibles. Considero un paliativo consolador la amistad, por trivial que sea, siempre genera hondo calor humano y te integra a socializar, como en mi caso tan de ermitaña y creo he absorbido, lo más nutriente: el valor de la risa, el consuelo ante llantos, de hecho TERIZINA BELLABONGA tus apuestas a solicitarnos conceptos me aporta distensión, ante tanto combate rutinario. Abrazote y porque tienes amigas... estimulantes.”

TERIZINA BELLABONGA: “Bueno, como decía en el epígrafe, en general me siento satisfecha con lo que soy, pero eso no quiere decir que al reconocer mis fallas o carencias y admirar en muchos amigos/as la presencia de esas virtudes, no quisiera tenerlas o mejorarlas. Me encantaría, por ejemplo, tener la prudencia y silenciosa inteligencia de AMANTINE; la serenidad y objetividad de CATALINA CHAMBERÍ; la fortaleza y la alegría de CLARINETILDA BULLERENGUE, “LA DAMA DE LA BELLA SONRISA”; la enorme capacidad de tolerancia, sana resignación y la Fe de GARDENIA MIRAFLORES; la ponderación y capacidad de concisión de CAIPIRIÑA; la inteligente discreción, la capacidad de análisis y el orden mental de MADAM BUTTERFLY; la creatividad, la cultura y la chispa de CARIBEIDÓN; la ternura, el inteligente sentido del detalle y la capacidad de amar de MARIPOSA BELLAVISTA; el sincero, sarcástico y, a veces, cínico enfoque intelectual de BRUJILDA VAGAROSA; la sensibilidad artística y social de UP; la dulzura de MAMUT DE AZÚCAR; la gracia loca de MANECITA ROSADITA. Si continúo no me alcanzaría el espacio para crear, entre todas las cualidades de mis estupendas amigas/os, un ser humano cercano a la perfección. ¡Es un placer y un privilegio contar con ustedes!”

CARIBEIDÓN, rápidamente le respondió a TERIZINA BELLABONGA: “Ya presentía que un pedacito de mí, cabría dentro de ti y allí me sentiría feliz!!!”

CATALINA CHAMBERÍ también intervino, dirigiéndose a TERIZINA BELLABONGA y a todos los que participan en estos "juegos" sugeridos por nuestra amiga: “Les admiro por muchas cosas... Por la capacidad de implicarse, por compartir con los demás cosas muy personales, por la claridad mental y el sentido del humor, que transmiten cada vez que nos enfrentamos a estos divertidos retos...”

MAMUT DE AZÚCAR, dirigiéndose a TERIZINA BELLABONGA: “Gracias por esos reconocimientos pero, aunque no lo creas, tú tienes un poco de todo lo que antes mencionaste. Eres maravillosa, alegre, directa, espontánea, fuerte, jocosa y transmites tu cariño desde tus escritos. Eres una persona “fabufantástica”. Te quiero mucho”.

CARIBEIDÓN: “Aun cuando ese Frankenstein, sin cicatrices, sería una maravilla humana, terminaría por ser una persona muy triste por no tener rivalidades que compartir ¡Lo mejor será, sin lugar a dudas, seguir siendo como Dios nos hizo!”

CARIBEIDÓN: “La felicidad de vivir, muchas veces, la podemos encontrar en las diferencias que aprendemos a querer para refrendar el encanto de las cosas distintas de la vida!!! Los anacoretas y eremitas al aislarse tantos años en cuevas, sólo consiguen perder el color de sus ojos y de esa manera contemplativa sólo merece vivirla quien no se tropieza con las diferencias que nos proporciona la razón de existir en compañía con los demás!!!”

Ante esto, MARIPOSA BELLAVISTA le dijo: “Nunca podríamos vivir aislados, mi querido CARIBEIDÓN, necesitamos la charla, la risa, el calor humano, la energía del sol y los rayos de luna!!!”

GARDENIA MIRAFLORES: “Y el lucerito de plata”.

CARIBEIDÓN, dirigiéndose a MARIPOSA BELLAVISTA, dijo: “eso, eso, eso y saber que no hay miel más dulce en el panal que aquella que proviene de una RECONCILIACIÓN cuando hemos sufrido la picadura de una de sus abejas!!!”

CATALINA CHAMBERÍ continuó con la conversación: “MARIPOSA BELLAVISTA, ¡estoy de acuerdo contigo! ¡No podríamos vivir aislados! A veces, por diferentes circunstancias, parece que estuviéramos un poco más solitarios y en menor contacto con otros. Este medio, bien utilizado, nos acerca a personas que, de otra forma, nunca se hubieran cruzado en nuestro camino”.

MARIPOSA BELLAVISTA, agregó: “Siempre he dicho que Facebook, bien utilizado, es una maravilla. Claro que hemos contado con la gran suerte de tener un grupo que parece "escogido a mano"; todos, gente fina, respetuosa, alegre y un verdadero placer para compartir. Que viva el “Clan de la Felicidad” y nuestro Facebook”.

MAMUT DE AZÚCAR: “De acuerdo, MARIPOSA BELLAVISTA!!”

MADAM BUTTERFLY, exclamó: “Uy, TERIZINA BELLABONGA, eres muy generosa en tus apreciaciones. Qué buena capacidad de análisis tienes y qué suspicacia para provocar elegantemente la participación en este delicioso foro. Ello te ha servido también para rodearte de inteligentes y agudos contertulios que no podemos pasar por alto la brillantez de tus exposiciones. Mil gracias y un gran abrazo”.

LA BELLA CUBITA se unió al grupo: “¡Ay, caramba! ¡Lo que me estaba perdiendo! Yo estoy contenta como soy, pero reconozco que tengo fallas en muchas cosas y, siempre, ¿por qué no? me gustaría tener facilidad de palabra, como tienen muchas de ustedes. Me encanta leer todos sus posts, sus opiniones y puntos de vista, pero el señor CARIBEIDÓN merece mis respetos, y a mi amiga CLARINETILDA BULLERENGUE, “LA DAMA DE LA BELLA SONRISA”, le doy las gracias por mencionarme y conocerme, y a ti, TERIZINA BELLABONGA, ¡me encantas chica! Las admiro a todas y a mí me encantan los chistes, me gusta reírme”.

LA BRAZUCA VIAJERA: “Espero no tener que hacer frente a semejante dilema... Mis amigos tienen muchas cualidades, pero, no quiero ser como ninguno de ellos... Con todo respeto, estoy satisfecha por ser quien soy. Nada de extraordinario, pero yo soy yo y está muy bien así!!! Como dijo alguien una vez humorísticamente: justamente a mí me ha tocado ser quien soy.... Rsrsrsrsrsrsr”

BRUJILDA VAGAROSA, nos dijo: “Cuando TERIZINA BELLABONGA comenzó a etiquetarme en las publicaciones del grupo, poco imaginaba que se iban a constituir en una suerte de opereta viviente con la que iba a interactuar, a veces entre telones, a veces bajo reflectores y otras, como muy divertido público. Lo mejor: la continuidad de una obra siempre animada, motivada por sentimientos positivos y generosos, nunca aburrida y divinamente orquestada. Hoy ocupan todos, con sus ocurrencias y genialidades, una buena parte de mi tiempo y -como corresponde- de mi corazón. Sin haber visto a ninguno, todos me hablan al oído como si salieran, entre nubes, de una lámpara que sólo responde a la voz de la amistad”.

CAIPIRIÑA: “Creo indispensable mantenerse en movimiento. Siempre hay cosas que cambiar en nosotros mismos, para que no incurramos en la vieja y detestable auto-complacencia”.

CATALINA CHAMBERÍ: “¡Cierto, CAIPIRIÑA! Además, siempre cambian las cosas. Si nosotros no somos los motores del cambio, serán otros, o las circunstancias, los que nos obliguen a cambiar...”

HIPOCAMPO DE LAS MAREAS: “Creo que esto me ocurría cuando era pequeña y tenía conmigo muchos miedos. Incluso quería ser un superhéroe. Ya no... No me transformaría, por nada del mundo, porque ya eso ocurrió. Tomé lo mejor de cada quien y me edifiqué.... ¡y ahí voy!”

PETRONILA: “Bueno, un poco tarde, pero aquí estoy lista para mi comentario y sentir: ¡Tantas amigas y amigos maravillosos que he conocido en toda mi vida! He tratado de seguir sus cualidades y aplicarlas. Estoy, en estos momentos, rodeada de amigos que me han enseñado a vivir y a apreciar lo que tengo y lo que no tengo. Pero siempre seré yo, un poco mejorada, pero siempre yo”.

CATALINA CHAMBERÍ, le dijo a PETRONILA que es fundamental que seamos nosotros mismos, aunque vayamos variando un poco con el tiempo, gracias a esos buenos espejos que encontramos por la vida.

El comentario de MARCAPASO sirvió como broche final a tan amena “conversación”: “Mis amigos de siempre, y los estacionales, convirtieron mi vida en un arco iris y me gozan tal como soy.”


  

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