Al igual que en otros artículos, cuando hablo de relaciones, me refiero a los diferentes
nexos afectivos que podamos tener con familiares, amistades o parejas. También,
al trato que otorgamos a las personas que vamos conociendo. Por lo tanto,
quisiera que leyeran mis palabras teniendo en cuenta que son aplicables en
contextos diversos.
Los cambios son parte de nuestra vida, aunque parezca
que no se hayan producido. Algunos pueden ser casi imperceptibles, ya sea para
uno mismo o para los demás. Otros, surgidos tras épocas de crisis, son grandes
cambios. Suelen ser bastante evidentes, aunque, siempre habrá personas que no
quieran verlos o prefieran ignorarlos.
Es conveniente tener en cuenta esos cambios que
ocurren en nosotros y en nuestras relaciones. Para ello, además del
autoconocimiento e introspección, debería haber apertura, sinceridad, respeto y
la posibilidad de hablar sobre lo que es diferente, o lo que ya no es como era,
llegando a acuerdos que sean válidos.
Conocemos a personas
que no parecen evolucionar, que se aferran al pasado y a lo que les enseñaron. Pretenden que las
cosas se hagan como siempre se hicieron en su familia, en las amistades que
eligieron y en el núcleo social en el que quisieron incorporarse. No se dan
cuenta que nadan contra corriente. Se empeñan en vivir sobre las bases de
principios y modos de actuar inalterables. Pretenden que nadie se salte unas
reglas que fueron inventadas en el pasado para solucionar situaciones que los
momentos presentes les deparan. Consideran que todos cuantos pertenecen a su
ámbito existencial deberían actuar de acuerdo al criterio que ellos tienen de
lo que es correcto. Y, por eso, rechazan a quienes siguen pautas de
comportamiento diferentes, llegando a cometer el grave error de calificar de impropio,
equivocado y desatinado el proceder de los mismos. Y, confieso que me abstengo
de reproducir los términos timoratos que ellos utilizan profusamente.
No es acertado decir que esos individuos moderan su
actitud con el transcurso del tiempo. Más bien, todo lo contrario. Cada vez, son
más rígidos e intolerantes con los demás. Intentan ocultar sus propios miedos:
inseguridad, dolor e ira, ante la necesidad de ser tenidos en cuenta. En el
fondo, bajo una máscara de perfección y bondad, serán seres asustadizos e
inseguros. Cuando no, amargados, rencorosos y llenos de rabia.
Pero, es de justicia
señalar que otras personas están en constante desarrollo, a partir del acceso a información
que antes desconocían. Así como, debido
a experiencias que las llevan a cambiar algunas de sus viejas creencias por otras
que se ajusten más a lo que ellas piensan. Así, poco a poco, vislumbran lo que
antes no estaban preparados para comprender. Se van conociendo mejor y descubren
qué es lo que contribuye a darles paz y bienestar emocional. Aprenden a confiar
en su propio criterio y a cuestionarse si lo que reciben de otros es aceptable y
enriquecedor, o si no lo es. Cuidan de ellas mismas y disfrutan con las
interacciones sinceras, que les aportan elementos valiosos. Se hacen responsables
de aquello que permiten en sus interrelaciones e identifican cuáles son los
límites que son infranqueables, que no están dispuestas a permitir que se
traspasen. Se valoran de forma más ajustada, teniendo en cuenta sus luces y sus
sombras, sus puntos fuertes y aquellos de los que conviene ocuparse. Adquieren
una mayor confianza en su capacidad para afrontar las dificultades que se les
vayan presentando y para gestionar su vida, mientras van subiendo el listón de
lo que valoran en una relación y de lo que no es negociable.
Lo deseable de nuestras relaciones es que sean
enriquecedoras. Que podamos sentirnos a gusto, que nos lleven a conocernos
mejor, que sean un aliciente para que se cumplan nuestros objetivos personales
y los que, de forma conjunta, establezcamos para el futuro.
Quiero terminar con una frase de Lorraine C. Ladish:
La vida es demasiado
corta como para desperdiciar tiempo con vínculos que nos vacían o restan
energía. Y, demasiado corta, también, como para no estrechar los lazos que
merecen la pena.
Bibliografía:
“Más allá del amor”, de Lorraine C. Ladish. Editorial
Pirámide.