jueves, 28 de abril de 2016

El tren de la Sabana


Me dispuse a rescatar, de mi ordenador, un texto sobre el pensamiento lateral que mi amiga, Ana, me había pedido la última vez que hablamos, por teléfono. La invité a que me acompañara y que se acomodara en la habitación en la que yo trabajo, mientras ponía en marcha la impresora y buscaba en mis archivos.

De repente, vi que se había quedado extasiada, mirando una de las pinturas colgadas de la pared. Era un trabajo de un artista colombiano, cuyo nombre es Alejando Pinzón, a quien llegó a conocer, mi marido, un sábado por la mañana, al visitar una galería de arte, en Bogotá.

-Como en muchos otros de sus viajes por Sudamérica, Joaquín regresó a casa con la tela bajo el brazo -se me ocurrió comentar-. Le encanta la pintura “naif” y habrás visto que tengo las paredes de mi gabinete decoradas con este tipo de cuadros -recordé a mi amiga, Ana.

-¡Me encanta tu despacho! -exclamó- Creo recordar que la mayoría de los cuadros son de pintores cubanos. Pero, este, me causa una particular emoción -añadió, con una profunda expresión de nostalgia en sus ojos.

-Joaquín se enamoró de la pintura, razón por la cual la tenemos en casa ¡El tren, le tiene el corazón robado!

-¡Y a mí, Magdalena! ¡Por unos instantes, he regresado a mi infancia!

-Es lo que tiene la pintura “naif”. Te lleva a las ingenuas pinturas de cuando éramos niños.

-No -dijo, mi amiga, moviendo varias veces su cabeza, en señal de negación-. No es esto -repitió-. Me recuerda a mi padre, cuando era uno de los maquinistas del tren de la Sabana y vivíamos en una pequeña casita cercana a la estación de Usaquén.

Me quedé sorprendida. Tan extrañada como cuando vi la pintura, por primera vez. Colombia es un país que ha vivido, siempre, a espaldas del ferrocarril. Por lo cual, me había parecido chocante que, el tren, fuera el principal protagonista de la aldea dibujada por el artista.

-Ahora, Magdalena, se ha convertido en un tren turístico que funciona los fines de semana -dijo, Ana, con voz temblorosa por la emoción que le embargaba-. Pero, cuando yo era una niña, el tren de la Sabana era un ferrocarril muy importante que cubría el trayecto desde Bogotá hasta Zipaquirá y transportaba gran cantidad de gente y todo tipo de mercancías.

Dando rienda suelta a su entusiasmo, mi amiga, explicaba, con todo lujo de detalles, que la línea era atendida por nueve locomotoras a vapor y veinticuatro coches de pasajeros, además de los vagones de carga. Su padre le decía que la peor carga de trabajo se la llevaba su compañero fogonero, que se pasaba todo el trayecto echando paladas de carbón al horno para mantener en funcionamiento la caldera a presión. De hecho, recordaba a un hombre manchado de negro descender de la locomotora, junto a su progenitor y el miedo que le daba, todas cuantas veces había ido a esperar la llegada del tren, en compañía de su madre.

-El pasado año, quise ir a ver la estación de Usaquén, que yo tenía grabada en mi mente -continuó diciendo, Ana-. Me llevé una gran decepción porque todo me parecía mucho más pequeño.

Explicó que, al lado de la mastodóntica construcción que ocupa el supermercado Carrefour, se encontraba la pequeña casita rehabilitada, consistente en una planta baja de la que sobresalía un techado de tejas rojas que era la marquesina que cubría el andén de la estación. Tenía un solo piso en su parte superior, con tres grandes ventanales y una ventana más pequeña, a cada uno de sus lados. Ana, recordaba que en el costado izquierdo, la planta baja daba paso a una sala de espera.

-Debo reconocer que la casita estaba muy bien cuidada, pintada toda ella de blanco y amplias franjas azul turquesa en las esquinas -reconoció la hija del maquinista-. De las ventanas, colgaban tiestos con geranios que habían sido recogidos del jardín que rodeaba la pequeña construcción.  Había un hermoso césped con media docena de jóvenes abetos plantados sobre el mismo.

-¿Te alegraste al verla? -pregunté.

-¡Todo lo contrario! Me invadió la tristeza cuando anduve unos pasos en medio de los raíles y recordé las veces que, en compañía de mi madre, habíamos viajado a Zipaquirá. Llegaba a mí, el olor al negro humo que soltaba la locomotora, el chasquido de las ruedas contra los raíles de acero, cómo chirriaban cuando el tren frenaba, cómo se estremecían los vagones y, sobre todo, cuando el convoy marchaba decididamente diciendo: ¡chiqui-chaca! ¡chiqui-chaca! ¡poca plata! ¡poca plata! Lamento mucho decir, Magdalena, que los intereses malsanos de los dueños de las flotas y propietarios de camiones pesados, arruinaron la política de transporte público. Relegando a nuestro país en el último lugar, de entre todos los de Sudamérica, por lo que a red ferroviaria se refiere.




lunes, 25 de abril de 2016

Valoremos el esfuerzo creativo



Si conducimos, a velocidad moderada, por el camino principal, podremos ver las señales indicadoras en los cruces; si pasamos a toda velocidad, nos perderemos las sendas laterales.


Aunque desearía compartir con ustedes la información que estoy releyendo sobre el desarrollo del pensamiento y la creatividad, he decidido que iré intercalando la parte teórica, la cual yo encuentro muy útil e interesante, con la presentación de algunas técnicas prácticas.

Las técnicas y herramientas de pensamiento que propone De Bono suelen ser sencillas y fáciles de implementar, al tiempo que son muy poderosas para la consecución de resultados. Es importante ir adquiriendo práctica en el manejo de las mismas. Con el tiempo, iremos mejorando la habilidad con la que las utilizamos y nos sorprenderemos con lo que habrán aportado, a nuestro pensamiento y a nuestra vida.

Conviene aclarar que, algunos de los ejemplos utilizados, están dirigidos hacia el mundo empresarial. Como viene siendo habitual en mí, quiero recalcar la importancia de relacionar, lo que leemos, con nuestra propia experiencia. En este caso, que cada uno de nosotros busque las aplicaciones que estas herramientas puedan tener para nuestra vida personal, para nuestras relaciones y para nuestra actividad profesional.

A menos que haya algún obstáculo, una interrupción u otro inconveniente, el pensamiento y la acción fluyen con suavidad. El cerebro trabaja para que la vida sea más fácil. Lo logra, convirtiendo las cosas en rutina y creando pautas de pensamiento y comportamiento, lo cual es muy diferente a lo que sucede con el pensamiento creativo. Por esta razón, debemos hacer un esfuerzo deliberado por utilizar nuevos enfoques, si queremos obtener resultados diferentes.

Es fundamental hacer un “esfuerzo creativo”, como el que se hace cuando utilizamos el sombrero verde o cuando, en una reunión, le pedimos a otro que lo utilice.

De Bono sugiere que, en vez de recompensar los resultados creativos, se puede premiar el esfuerzo creativo. No se les puede pedir a otras personas que tengan una idea brillante; ni a nosotros, tampoco. Pero sí se puede insistir en que, todos, nos esforcemos en utilizar el pensamiento creativo.

Si persistimos en nuestra actitud de intentar ser creativos, tarde o temprano, aparecerán los resultados. Si la voluntad de esfuerzo existe, podemos complementarla con el entrenamiento formal en las técnicas del pensamiento lateral.



Bibliografía:

DE BONO, Edward: “El pensamiento creativo. El poder del pensamiento lateral para la creación de nuevas ideas”, Ediciones Paidós.


Imagen:

Robin Moline: paisajes-modernos-pintura-al-oleo. Paisajes Modernos Estilo Naif 






domingo, 24 de abril de 2016

La pausa creativa



Si caminas deprisa, no verás las flores. Pero, si te detienes y prestas atención a lo que tienes delante, te verás recompensado por su espectacular belleza.

La pausa creativa es la más simple de todas las técnicas creativas, pero no por eso es menos potente. Esta pausa debe convertirse en un hábito mental en toda persona que desee ser creativa. La pausa creativa es la manera más simple de realizar un esfuerzo creativo. 

No hay problema alguno. Nadie nos ha interrumpido. Sin embargo, suspendemos el pensamiento, simplemente porque queremos hacerlo. La pausa no es una reacción ante algo. Es el resultado de nuestra intención de parar.

- Aquí podría haber una idea nueva.
- Quiero hacer una pausa para pensar sobre el tema.

Si no prestamos atención sobre algo, es poco probable que pensemos sobre ello. La pausa creativa es una interrupción destinada a prestar atención a algo, deliberadamente.

La pausa creativa es muy simple, pero eso no significa que sea fácil de realizar. Se requiere mucha disciplina para detener el flujo del pensamiento y realizar una pausa creativa.

Conviene destacar que la pausa creativa es un proceso voluntario. No es el resultado de una inspiración súbita, que debe ser obedecida. Realizamos la pausa cuando queremos. Nos detenemos para producir un esfuerzo creativo; tenemos la intención de ser creativos.

La esperanza y el entusiasmo son partes importantes de la creatividad. Nos detenemos porque existe la posibilidad de conseguir una nueva idea si realizamos el esfuerzo de parar. Es como caminar, a buen paso, por una ruta campestre o detenerse para admirar las flores silvestres que crecen al margen del camino. Si usted camina deprisa no verá las flores, a menos que haya muchísimas. Pero, si se detiene y presta atención a las flores, quizá se vea recompensado por el espectáculo de su belleza.

¿Por qué debemos detenernos? ¿Por qué tendríamos que gastar tiempo en un esfuerzo que puede ser inútil? La respuesta a estas preguntas reside en que consideremos la creatividad como una “inversión”. Evidentemente, nadie puede garantizarnos que todas las pausas creativas serán provechosas. Pero si seguimos invirtiendo en esfuerzo creativo, empezaremos a obtener beneficios. Si, por lo contrario, nunca realizamos un esfuerzo creativo serio, es bastante improbable que se nos ocurran ideas nuevas.

No se debe permitir que la pausa creativa interfiera con el propósito fundamental del pensamiento o de la reunión. La pausa puede ser personal: “Tal vez haya una manera diferente de encarar este asunto” o involucrar al grupo: “Veamos si hay otras alternativas”. Puede ser momentánea y producirse sin que, los demás, se den cuenta.

¿Qué sucede durante la pausa creativa? ¿Cuánto debe durar?

En la pausa creativa no es necesario usar los métodos sistemáticos del pensamiento lateral. Uno puede limitarse a buscar, rápidamente, alternativas simples. El meollo de la pausa consiste en fijarse en algo y considerarlo digno de atención. A medida que uno adquiere experiencia en el pensamiento creativo, incluso una pausa breve, puede sugerir una manera mejor de actuar.

Si se corta el curso de un río, el agua encontrará, rápidamente, nuevos canales para fluir. A veces, basta con interrumpir el flujo del pensamiento para que se encuentren nuevas líneas de pensamiento. La pausa tiene valor en sí misma. Este valor no consiste en que podamos hacer cosas mientras dura. Si uno se detiene mientras come, percibirá mejor el sabor de lo que está comiendo. Si uno se detiene mientras piensa, prestará mayor atención al punto en el que se ha detenido.

En algunas circunstancias es importante pensar con rapidez, pero en otras, es mucho mejor pensar lentamente. La creatividad es una de las circunstancias en las que, pensar lentamente, supone una ventaja. Así como conducir lentamente el automóvil permite admirar el paisaje, pensar lentamente posibilita prestar atención a las cosas. En lugar de correr, obsesionados por llegar a nuestro destino, podemos examinar la manera como estamos marchando hacia él y considerar la posibilidad de tomar un camino diferente.

La pausa no tiene que ser larga. Tampoco conviene obsesionarse con la necesidad de producir una idea nueva. No existe presión alguna para obtener resultados inmediatos. Uno, simplemente, se detiene para pensar y reflexionar un momento (quizá, de veinte a treinta segundos, una persona sola y un par de minutos, en grupo). Las pausas deben ser casuales. Es como decir: ¡Qué interesante!, y seguir andando.

Mientras escuchamos hablar a alguien, podemos provocar pausas creativas o generar “puntos de atención” creativos, con respecto a lo que se está diciendo.

Gran parte de nuestro pensamiento es reactivo: responder a exigencias, resolver problemas, superar dificultades. Queda poco tiempo para otro tipo de pensamiento y menos motivación para proponernos tareas de pensamiento adicionales. La pausa creativa es un importante hábito de pensamiento proactivo. Es una breve interrupción, en la que nos decimos algo como:

- Quiero observar aquello.
- Quiero prestar atención a esto.
- Hay que reflexionar sobre este tema.
- ¿Habrá otra posibilidad?
- ¿Será ésta la única manera posible de hacerlo?

Si se otorga valor a la creatividad, eso ya es razón suficiente para que hagamos la pausa creativa proactiva. Es una manera de construir una actitud creativa. Un modo de convertir la atención creativa en un hábito.

Es importante darse cuenta de que la pausa creativa es un procedimiento simple y leve. Nunca debe convertirse en un desafío ni en una tarea exigente.




Bibliografía:
DE BONO, Edward: “El pensamiento creativo. El poder del pensamiento lateral para la creación de nuevas ideas”, Ediciones Paidós.




Imagen:

Jean Marc Janiaczyk Douai (Francia): CUADRO PAISAJE CAMPESINO CON FLORES. Arte de los Paisajes costumbristas y campestres en Colombia. “Paisajes Coloridos y Floridos al Óleo” 
http://paisajesybodegonesaloleo.blogspot.com.es/2012/12/paisajes-floridos-espatula-al-oleo.html  



jueves, 21 de abril de 2016

Algunas ideas acerca de la creatividad





Quisiera comentar algunas de las ideas que se tienen acerca de la creatividad, palabra de la que muchas personas hablan, pero no la conocen bien.

Existen diversos malentendidos con respecto a lo que es ser creativo, los cuales son explicados por  Edward de Bono, en su libro “El pensamiento creativo”.

La creatividad es un talento natural y no puede ser enseñada

Está muy extendida la idea de que la creatividad sólo es patrimonio de unos pocos privilegiados. Por lo tanto, si nosotros no formamos parte de ese grupo, si no tenemos unas dotes especiales para las ideas u obras novedosas y creativas, quedamos liberados de la necesidad de desarrollar la creatividad. Si se tratara de una condición natural, no tendría sentido el esfuerzo para cultivarla o mejorarla.

Evidentemente, si no fomentamos la creatividad, la capacidad creativa dependerá totalmente de la existencia del talento “natural”.

Hay muchos niveles de destreza en la creatividad, así como en las matemáticas, tocando el piano, o practicando un deporte. Si descartamos que la ineptitud pueda ser considerada como un nivel, comenzaríamos por el desconocimiento más absoluto,  para ir subiendo sucesivos peldaños. Hasta alcanzar el virtuosismo y finalizar en la genialidad.

Si proporcionamos entrenamiento, estructuras y técnicas sistemáticas, todas las personas mejorarán en sus habilidades creativas; aun cuando, es cierto que, algunas,  recorrerán el camino, con mayor facilidad. Incluso aquellas que sean naturalmente creativas, podrán beneficiarse también, si se someten a entrenamiento y adoptan ciertas técnicas específicas.

La creatividad proviene de los rebeldes

Antes, se creía que la creatividad se manifestaba más fácilmente en los individuos rebeldes, ya que, los conformistas, estaban ocupados aprendiendo cómo adaptarse mejor a las reglas del juego. Los rebeldes, por el contrario, tendían a desafiar los conceptos existentes y a buscar nuevos modos de acción. Demostraban coraje,  energía y puntos de vista diferentes.

Esta concepción tradicional de la creatividad está cambiando. Según De Bono, desde que se ha empezado a entender la naturaleza del pensamiento creativo y se pueden explicar las reglas de este “juego”.  Al ser reconocido por parte de la sociedad, toda vez que a los “conformistas” les gusta aprender juegos, es muy probable que quieran participar, llegando a ser más creativos que los rebeldes. Sobre todo, porque, a estos últimos, no les gusta someterse a las reglas y siempre necesitan tener algo a lo que oponerse.

Hemisferio derecho /hemisferio izquierdo

No voy a ahondar sobre las bondades de un mayor desarrollo de un hemisferio con respecto al otro. Pretendería recalcar que son necesarios para el pensamiento creativo y, cada uno de ellos, aporta elementos importantes. Cuando una persona está entregada al pensamiento creativo, tanto su hemisferio derecho, como el izquierdo, están en actividad, al mismo tiempo.

Arte y creatividad

La creatividad, no es exclusiva de los artistas. Tampoco, todos los artistas pueden ser considerados creativos.

La liberación

Gran parte del “entrenamiento” en creatividad ha estado dirigido a “liberar” a las personas de las trabas que les impiden ser creativos, a “soltar” su innato potencial de creatividad. Eso es importante, pero no suficiente. Además de ello, deben aprender técnicas que les ayuden a ser más creativos, hacer ciertas cosas “no naturales” para nuestro cerebro, que lo hagan funcionar de forma diferente.

La intuición

La intuición parece estar bastante ligada al pensamiento creativo. Basándose en el vocablo inglés, De Bono señala que tiene dos significados perfectamente diferenciables:

Uno, se refiere a ese momento en el que súbitamente vemos algo de una manera nueva. Este aspecto de la intuición se parece al fenómeno del humor, en el que contemplamos algo, desde una perspectiva diferente.

El otro, abarca un sentimiento que surge de la experiencia y la reflexión. Los pasos que conducen a ese sentimiento no se perciben detalladamente y por eso se denominan “intuición” y no “pensamiento”. En el caso de la experiencia previa  podemos descubrir que tenemos una “corazonada” sobre determinado asunto. En el caso de la reflexión, introducimos los factores, dejando, posteriormente, que la “intuición” trabaje sobre ellos para producir un resultado; como cuando nos vamos a dormir, pensando en un problema.

No está claro si es realmente posible que cierto tipo de trabajo mental se produzca fuera de nuestra conciencia. Aunque no sea así, puede haber una especie de reorganización de la información que introducimos en la mente, sin esfuerzo consciente, para producir un resultado.

Lo que sí resultaría peligroso es suponer que “todo sucede” en la intuición y que, por lo tanto, no podemos hacer nada en ese terreno. Es como aceptar la existencia de una caja negra en la mente y renunciar a todo esfuerzo consciente, limitándonos a esperar que la intuición cumpla correctamente con su trabajo, cada vez que se lo pedimos.

De Bono cree que la intuición desempeña un papel importante en las etapas finales de los procesos sistemáticos del pensamiento lateral. Opina que, de vez en cuando, la intuición puede aportar algo valioso, sin intervención de ninguna técnica creativa. Así mismo, cree que estas aportaciones de la intuición son un regalo.

Creatividad y “locura”

El autor opina que ese aspecto “alocado” de la creatividad, tan elogiado por algunos, tiende a desacreditar el pensamiento creativo y a presentarlo como algo poco serio.

Resulta fácil fomentar la locura, porque, parece tan diferente del pensamiento normal, que incluso puede resultar divertida. Los individuos sienten que sus inhibiciones desaparecen a medida que se esfuerzan por ser los más “locos” del grupo.

Desde luego, la creatividad no consiste en darle vueltas a las ideas existentes, de modo que, al principio, las nuevas ideas pueden parecer alocadas. Aunque, la realidad, es que la utilización de técnicas de pensamiento creativo no tiene nada de locura.

La creatividad de saltos grandes y de saltos pequeños

Se dice que la creatividad occidental está obsesionada con el gran salto conceptual que establece un nuevo paradigma, mientras que, la creatividad japonesa, se conforma con una sucesión de modificaciones provocadas por saltos pequeños que producen nuevos productos sin ningún cambio repentino de conceptos. ¿Cuál de las dos es mejor? La creatividad de saltos pequeños es tan necesaria como la de saltos grandes.

La creatividad de saltos pequeños tiene un indudable valor y, en cierta medida, Occidente lo ha ignorado debido a su obsesiva preferencia por las ideas nuevas y “grandiosas”, que son más satisfactorias e impresionan más. La preocupación occidental por la creatividad “genial” ha hecho que se dejara de lado, en muchas ocasiones, la creatividad “práctica”; en donde, los saltos pequeños, asumen la forma de modificaciones, mejoras y combinaciones. Una idea nueva puede depender de una cierta dosis de creatividad de saltos pequeños.

Pensamiento creativo individual, o de grupo

El pensamiento creativo puede producirse tanto en grupo, como individualmente. De hecho, muchas veces será recomendable que haya un trabajo individual previo, para luego trabajar en grupo. El trabajo individual es mucho mejor para generar ideas y nuevas orientaciones. Una vez generadas, un grupo puede resultar muy eficaz para desarrollarlas por rumbos en los que, su creador, no había pensado.

Inteligencia y creatividad

Algunas veces, una mayor inteligencia puede llegar a ser un obstáculo para la creatividad. Es muy frecuente que las personas con un CI alto no hayan sido estimuladas para reflexionar o conjeturar; y, también, que se les haya inducido a no exponer ideas frívolas. A veces, la persona inteligente se da cuenta que una idea es absurda y no la propone. La persona menos inteligente, en cambio, es posible que no advierta que esa idea no puede funcionar.

La cuestión práctica consiste en conocer si uno tiene que ser muy inteligente, para ser creativo. Saber, si una inteligencia superior puede constituir una desventaja para la creatividad.

En mi opinión, nadie necesita una inteligencia excepcional para ser creativo.

El autor, cree que la inteligencia es el motor de la mente. Haciendo una analogía entre la inteligencia y la potencia de un coche, señala que, independientemente de que un coche tenga mayor o menor potencia, sus prestaciones, dependerán del conductor. Un automóvil potente puede ser mal conducido, mientras que, otro más modesto, puede ser bien conducido. Del mismo modo, una persona “inteligente” puede ser un mal pensador, si no ha adquirido las técnicas necesarias para pensar bien. Y una persona menos inteligente puede tener mejores habilidades de pensamiento.

Todo depende de los hábitos, la formación y las expectativas de cada individuo.






martes, 19 de abril de 2016

Sería bueno hablar contigo






En estos días, he estado reflexionando sobre el blog y lo que podría hacer para poder interactuar, más y mejor, con quienes leen lo que aquí escribo.

Cuando comencé con esta actividad, quería que el blog fuera un espacio desde el que poder compartir aquellos temas que me interesaran, los cuales, deseaba que llegaran a ustedes. Así mismo, pretendía que pudiera haber una buena interacción con los lectores de mis escritos.

He estado atenta a sus comentarios, así como a las reflexiones que han tenido la amabilidad de hacerme y los he encontrado muy enriquecedores. Quiero dar las gracias a todos los que leen lo que escribo, a los que indican si les ha gustado, a quienes me dejan unas palabras y a quienes lo comparten con otros.

Ahora, me gustaría formularles una petición con el ánimo de que, entre todos, diéramos un paso adicional. Les invito a que podamos tener una mayor comunicación, que me indiquen los temas que les interesan, los que les  preocupan o, simplemente, aquellos que, a ustedes, les parezca bien compartir conmigo. No duden en exponer sus discrepancias con algún planteamiento, o con alguna opinión de los demás.

Nuestra intercomunicación puede llevarse a término, eligiendo entre cualquiera de las opciones que brinda Facebook. Si alguno de ustedes prefiere hacerme llegar un mensaje privado, estaré encantada de leerlo y trasladarle mis comentarios.

Aunque, en ocasiones, exponga un tema que podría parecer “académico”, mi propósito es el de compartir contigo algunas ideas de otros autores, y las mías, por supuesto. No pretendo enseñarte nada, no es la finalidad de este blog. Yo no tengo respuestas que sean válidas para todos.

Es importante que aquello que leas, o escuches, pase por tu filtro personal, que no te lo tragues entero, que tengas espíritu crítico y que sólo hagas tuyo aquello con lo que estés de acuerdo, después de reflexionar sobre ello.

Cada uno ha tenido sus propios aprendizajes y experiencias, lo que hace que veamos el mundo de forma muy personal. Tenemos intereses variados y necesitamos encontrar, cada uno de nosotros, nuestro propio camino. Me gustaría que, ante lo que leas, descubras las emociones, los pensamientos y los recuerdos que se despiertan en ti.

Desearía que fueras un lector activo. Que vayas descubriendo lo que te pueda interesar y lo que pueda aportar valor a tu vida. Eso sólo podrás encontrarlo en la medida en que lances una doble mirada: hacia ti mismo y hacia el exterior. Al margen de que puedas reprobar, o te pueda gustar, lo que otros dicen, bueno será si te sirve para formarte una opinión al respecto.

Permíteme que te haga una penúltima solicitud, en el día de hoy. No hagas lo que yo hice durante mucho tiempo: respetar, de forma excesiva, las ideas y las opiniones de otras personas, callarme, sin expresar lo que yo pensaba y deseaba. Ten siempre presente que tus ideas y tu forma de ver el mundo son tan valiosas como las de los demás.






domingo, 10 de abril de 2016

Los seis sombreros para pensar




Hoy, quiero referirme a algunas de las ideas que presenta Edward De Bono en su libro Seis sombreros para pensar. Junto con el pensamiento lateral, es posible que sea uno de los trabajos más conocidos, en algunos ámbitos. El autor ha dedicado gran parte de su vida a ahondar en el tema del pensamiento y cómo proporcionarnos herramientas y enfoques novedosos que nos ayuden a ser mejores pensadores.

De Bono considera que el pensamiento es el principal recurso que tenemos los seres humanos. No importa qué tan competentes seamos, siempre podremos hacerlo mejor. La realidad es que todos somos susceptibles de desarrollar mejor nuestro pensamiento y aprender nuevas técnicas que nos ayuden a mejorar mucho, en nuestras habilidades para pensar.

A la hora de pensar, la principal dificultad con la que nos encontramos es la confusión. Hay muchos elementos que se nos presentan al mismo tiempo y no sabemos cómo trabajar con ellos. Nos asaltan la lógica, las emociones y la información, lo positivo y lo negativo, las posibilidades y la creatividad, y pareciera que tuviéramos que hacer, con todo ello, juegos malabares.

En este libro, el autor nos presenta un concepto bastante simple que permite, al pensador, o a un grupo de pensadores, atender  a uno sólo de esos aspectos, no todos a la vez. Permite separar la lógica de la emoción, la creatividad de la información y así sucesivamente. La persona que está utilizando el concepto de los seis sombreros para pensar, va utilizando los diferentes sombreros, para señalar que cuando se pone uno de ellos, está utilizando, de forma deliberada, cierto tipo de pensamiento.

Actuar como si fuéramos un pensador, de alguna forma nos convierte en uno de ellos. Lo mismo sucede cuando representamos el papel de jardinero, cantante, cocinero o bailarín. Este libro expone los diferentes roles para que actúes como si fueras un pensador.

No basta con el deseo, o con la intención de convertirte en pensador. Debes pasar a la acción, actuar como tal, que será lo mismo que pensar de forma intencionada. 

Ponerse un sombrero es un proceso muy deliberado. Aunque, en la actualidad, no es frecuente que usemos sombreros, tales prendas han servido para definir un rol. Y, siguen siendo definitivas, a la hora de identificar la numerosísima cantidad de roles que juegan todos aquellos individuos uniformados. Cuando alguien utiliza un determinado tipo de pensamiento, lo hace en función de un sombrero perfectamente definido.

Podemos actuar de acuerdo con el sombrero que nos pongamos para pensar y pedir a otros que hagan lo mismo.

Imaginemos, por un momento, que existiera un verdadero sombrero para pensar. Sin duda alguna, escucharíamos frases como estas:

¡No me moleste! ¿No ve que estoy pensando?

Voy a interrumpir esta discusión para que todos nos pongamos el sombrero para pensar y nos centremos en este tema.

¡Quiero que siga pensando en este plan! ¡Póngase otra vez el sombrero para pensar!

…Y muchas otras más.

Esta imagen mental de alguien que usa un verdadero sombrero para pensar podría servir para evocar el estado mental, tranquilo y despreocupado, necesario para que cualquier pensamiento implique algo más que meras reacciones frente a una situación. Algunas veces sólo será necesario pensar, de forma deliberada, unos pocos minutos al día. Todo depende de si deseamos pensar por nosotros mismos o seguir el pensamiento de otros.

Habitualmente, utilizamos el pensamiento automático, que nos sirve para encarar rutinas y para ir resolviendo los problemas que se nos van presentando, sobre la marcha. Gran parte de la actividad mental dependerá del momento anterior y del posterior. Buscamos señales y reaccionamos. Esto es un pensamiento reactivo. Sería como conducir por una ruta. Leemos las señales de tránsito y tomamos decisiones. Pero no trazamos el mapa.

El pensamiento deliberado sirve para hacer las cosas mejor, no sólo para encararlas y resolverlas al paso. Este tipo de pensamiento está relacionado con el trazado de mapas. Investigas el tema y trazas el mapa, desde una posición objetiva y neutral. Para hacer esto, debes mirar de un modo amplio, general. Se trata de ir dirigiendo la atención sobre diferentes aspectos y tener ciertos medios que nos sirvan de ayuda para hacerlo.

Cuando se imprime un mapa, los colores se van imprimiendo por separado, en capas que se van añadiendo a las primeras. Los seis sombreros para pensar corresponden a los diferentes colores que se usan para imprimir un mapa, y es uno de los métodos que se pueden utilizar para dirigir la atención. Por lo tanto, este método no sólo trata de ponerse un sombrero para pensar, sino también de ir escogiendo cuál sombrero se va a utilizar para conseguir trazar un mapa, o ver la situación de forma más amplia.

El pensamiento es una habilidad operativa. Lo que significa que podemos hacer bastante al respecto. En el pensar, se puede mejorar del mismo modo como mejoramos en otras habilidades, como la de realizar un deporte o cocinar.

La adopción de los “seis sombreros para pensar” es un modo de reforzar la intención consciente de querer ser un pensador.

Por lo tanto, la intención es el primer paso. Es fácil y difícil al mismo tiempo. Hacen falta ciertas estructuras tangibles, que lo faciliten. Los seis sombreros para pensar sirven para traducir la intención en desempeño efectivo.


La utilización de la técnica de pensamiento de los “Seis sombreros para pensar” puede cumplir con varios propósitos.

El primero de ellos, se refiere a que cuando utilizamos cada uno de los sombreros, con su correspondiente función, estamos representando un papel definido, como si actuáramos en una obra de teatro. Esto nos proporciona libertad para actuar, arriesgar, decir lo que se nos ocurra y lo que nos pueda parecer útil con respecto a la tarea que estemos realizando.

Sirve para dirigir nuestra atención,ocupándonos de diferentes aspectos, uno después del otro.

Otro valor es el de la conveniencia. El simbolismo de los seis distintos sombreros ofrece un modo conveniente de pedir a alguien (incluso a nosotros mismos) que cambie de modo de pensar. Puedes pedirle a alguien que vea lo negativo de un planteamiento, o que deje de ser negativo. Puedes pedirle que se centre en los hechos, o que dé una respuesta puramente emocional.

Otro valor surge del establecimiento de las reglas del juego, para pensar, y que los diferentes participantes se ciñan a ellas.


Cada uno de los sombreros de pensar tiene un color, y éste corresponde con el nombre del sombrero. Además, cada sombrero está relacionado con su función.
  



Bibliografía:

EDWARD DE BONO, Seis sombreros para pensar.